La recepcionista de hotel

De nuevo he quedado con él, la verdad no sé por qué lo hago llevo tiempo diciéndome a mi misma que tengo que acabar esta relación de mentira. Lo cierto es que cuando acabo mi turno de recepcionista, cuando estoy esperando a que termine y salir por la puerta de ese tedioso hotel gigantesco, solo … Leer más

ELLA II

Le metí dos dedos y seguí acariciando su punto G. Poco después sentí como una pequeña corriente de agua nacía dentro de su vagina, y cuanta más agua nacía más apretaba mis dedos con las paredes de su vagina al entrar y salir de ella. Del silencio total en que estaba pasó a gemir. Sus gemidos subieron de tono. Comenzó a mover la pelvis Ya no había marcha atrás. Empezara a correrse.

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Una ansiedad de sentir latigazos

Soy una chica realmente experta en suministrar placer y dolor a quien me lo solicite; hoy recibía a una pareja que venia por primera vez. Cintia mi asistente los hizo pasar, se llamaban Ana María y Andrés, eran unos jóvenes profesionales de unos treinta y cinco años de edad; ella era una joven muy bonita, de 1.70 m de altura, vestida con una remera y una minifalda de gamuza marrón y calzando mocasines indios haciendo juego.

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Un niño que se convirtió en hombre

Gays piscina

Darío le gustaba alberto, quien era el hermano pequeño de su mejor amigo, desde abajo, tumbado boca arriba sobre la cama. La satisfacción estaba pintada en las bellas facciones del aún adolescente, y no era para menos: entre sus cuerpos se interponía el de una explosiva chica, desnuda como ellos, que habían conocido hacía menos de una hora. Alberto la estaba penetrando, todavía despacio, y Darío, que sentía las profundas acometidas del joven, lamía los pechos pequeños y compactos de la chica torciendo la cabeza sobre ella.

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