ELLA II

08/09/2017

Le metí dos dedos y seguí acariciando su punto G. Poco después sentí como una pequeña corriente de agua nacía dentro de su vagina, y cuanta más agua nacía más apretaba mis dedos con las paredes de su vagina al entrar y salir de ella. Del silencio total en que estaba pasó a gemir. Sus gemidos subieron de tono. Comenzó a mover la pelvis Ya no había marcha atrás. Empezara a correrse.


-¡¡Me viene, tío, me viene!! ¡¡¡Me coooooooooooooooooooooooooorro!!!
Se corrió temblando y entre gemidos. Yo la miraba. Mi polla se puso morcillona.¡Pena que no se me levantara, coño!
Al acabar de correrse, me sonrío y buscó mi polla con su mano. La sacó. Me besó y lo que hacía años que no sucedía. sucedió, mis 22 centímtros se pusieron en erección.
-¡Que maravilla! -exclamó Ella.
Metió mi polla en su boca y comenzó a hacerme una mamada. No era una experta mamando, pero aún así, si no la saco de su boca se la lleno de leche.
Le quité la camiseta. Tenía las tetas pequeñas, duras como rocas, con rosadas areolas y pequeños pezones que ya estaban erectos.
Se echó hacia atrás en el sillón. Le quite la minifalda y las bragas, que estaban empapadas de la corrida que acababa de echar. Tenía el sexo rodeado de vello negro. Me arrodillé. Lamí repetidamente desde su periné hasta su clítoris haciendo paraditas para meter la punta de la lengua en su ano y su vagina. Comenzó a gemir. La miré. Me miró con sus ojazos color avellana, con sus manos acarició mi pelo… Su bella carita rebosaba felicidad. Sin dejar de mirarnos pasé mi lengua por los labios inferiores de su chochito… Muy lentamente, metí y saque media docena de veces la punta de mi lengua en su ano. Hice lo mismo con su vagina. Llegué as su clítoris y lo lamí de abajo arriba, de arriba abajo y alrededor… Ella ya estaba caliente como una perra, y me dijo:
-Si sigues me vuelvo a correr, tío.
-Mueve tu pelvis y córrete cuando quiera -le dije y después apreté mi lengua contra su clítoris.
Comenzó a mover la pelvis con movimientos ascendente, descendentes y circulares. Metí mi lengua cuanto pude en su vagina, sin dejar de presionarla con ella. Ella se volvió loca.
-¡¡Dios, qué gusto!! ¡¡Me voy a morir de placer!! ¡¡Oooooooh!! ¡¡¡Aaaaaaaaaaaaaaal!!!
Empezó a correrse entre gemidos y estremecimientos. Su flujo calentito fue cayendo en mi boca. Fue una corrida deliciosa.

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