Lesbianas calientes en busca de la nueva estilista

Esta chica se sentía realmente sola, no era de las lesbianas calientes y salidas,  con 32 años lo tenía todo y sin embargo notaba un vacío en su interior… Hacía ya 7 años que estaba con Marcos y la monotonía se apoderaba cada día más y más de su vida, sabía desde hacía tiempo que su relación se había convertido en rutina, pero por eso mismo por rutina y costumbre se dejaba ir.

Había decidido dar un pequeño cambio a su vida, iba a dejar su oscuro apartamento, en el que vivía desde que acabara la Universidad, y trasladarse a un dúplex moderno, luminoso que la mujer de la inmobiliaria les había descrito como el lugar ideal para formar una familia. Eso era lo que esperaba todo el mundo de ella que se casara con Marcos, en una boda multitudinaria para que su madre pudiese presumir delante de sus amigas y que al poco tiempo tuviese un bebé y abandonara su carrera de enfermera, para dedicarse en cuerpo y alma a su marido e hijos, desde luego sus amigas o tenían ya niños o estaban a punto de dar a luz. Y si todo el mundo esperaba eso se suponía que era lo que tenía que hacer.

Una macho de las lesbianas calientes más duras

Estaba inmersa en estos pensamientos mientras acudía a su cita con la esteticista. Había quedado dentro de unos minutos. Apenas le dio tiempo a abrir la puerta y Margot la esteticista salió a recibirla a la entrada.
LESBIANA DOMINANTE GORDA SE FOLLA A LA NOVIA EN LA HABITACIÓN CON STRAPON

Margot era esteticista, le encantaba su trabajo, era su pasión y le dedicaba la mayor parte del tiempo. Tenía 40 años y se podía decir que había aprovechado bien su vida, estuvo casada, tuvo un hijo que ahora estaba estudiando en Italia, viajó a lugares maravillosos… y ahora en la cuarentena estaba explorando otra parte de su vida…

Cuando abrió la puerta Leire vio allí parada a una mujer con un uniforme negro ajustado, el pelo recogido en un moño y le pareció que pese a estar en un uniforme era guapísima. Tenía un cuerpo bien formado, se notaba que se cuidaba.

-Hola, soy Margot, tu esteticista – dijo la mujer mirando a Leire, llevaba unos vaqueros y una camiseta, era delgada aunque no demasiado, tenía abundante pecho y un trasero respingón.

-Hola, yo soy Leire, tenía cita a las 17.00, encantada- se acercaron para darse dos besos, y Leire se fijo en el bonito carmín rojo que llevaba Margot

Pasa por favor- y se hizo a un lado dejándole sitio para entrar.

Margot le dijo que pasara a la cabina y que si se sentía más cómoda podía ponerse un tanguita desechable que estaba sobre la camilla. Leire era muy vergonzosa para estos temas pero al final no se lo puso, se tumbó en la camilla y se tapó con la toalla esperando a su nueva esteticista.

Margot entró en la cabina y vio a su nueva clienta tumbada y con la cara colorada como un tomate.

-Muy bien vamos a empezar- dijo Margot poniéndose los guantes.

-Ok.

La esteticista le mandó separar las piernas , comenzó a aplicarle la cera caliente con una espátula, primero en la parte externa y poco a poco se iba acercando a sus labios. Leire empezó a sentir un cosquilleo muy agradable mientras le echaba la cera, sin embargo lo achacó al calorcito pero se iba intensificando a medida que Margot se iba acercando a los labios y el clítoris, además con una mano iba separando los labios y ella se estaba empezando a excitar, incluso los tirones que normalmente tanto le dolían apenas le molestaban. Se sonrojó al pensar si la esteticista estaría notando su excitación.

Margot estaba acabando de depilar esa vagina, era bonita cerradita, sonrosada y suave, también se fijó en que estaba algo húmeda. Hablaron del tiempo y de temas sin importancia para aliviar la tensión del momento. Cuando terminó su tarea, limpió bien la zona y se acercó a un mueble para coger un bote.

-Ahora te voy a aplicar un poco de Aloe Vera para calmar la zona- le explicó, y empezó a masajearle la vagina.

Leire estaba muy excitada y Margot al darse cuenta decidió alargar el masaje sabía que se estaba arriesgando, que no debía hacerlo pero la clienta era muy guapa y esa mezcla de timidez y mojigatería la estaba poniendo a cien y quería comprobar hasta dónde podía llegar. Hacía círculos alrededor del clítoris y pasaba sus dedos entre los labios acercándose hasta la zona anal y repetía la operación con normalidad como si simplemente estuviese intentando calmar la zona. Leire notaba esa mano extraña paseándose por sus partes íntimas y cada vez notaba más calor en su interior.

Cuando la esteticista vio que Leire cerraba los ojos y se mordía el labio, decidió dar un paso más y acercar un dedo a la entrada de su vagina, lo rodeó suavemente varias veces y lo deslizó en su interior. Le fue fácil era una vagina estrecha pero húmeda y caliente, notaba su calor a través del guante. Leire sintió como un dedo se colaba en su vagina pero no podía apartarse algo se lo impedía, notaba como el flujo salía de su interior como una fuente, no se podía creer que una mujer la estuviese masturbando.

Margot seguía masajeándole el clítoris y empezó un mete-saca con su dedo corazón, decidió meter uno más, cuando sintió que la vagina de Leire se contraía contra sus dedos aumentó la velocidad hasta que la escuchó dar un gemido más fuerte y suspirar. Leire sintió su cuerpo estremecerse en una oleada de placer. La esteticista no dijo nada la tapó con la toalla y salió de la cabina.

Leire pagó a la recepcionista y se marchó a casa, pero no podía sacar de su cabeza ese episodio, su cuerpo le decía que quería más. Pasaba por delante del centro de estética de camino al trabajo cada día, y un pensamiento rondaba su cabeza, volver, así que sin pensárselo llamó y pidió cita para esa tarde para un masaje.

Leire recordó, no siendo de las lesbianas calientes declaradas, que la primera vez que fue llevaba ropa interior deportiva y para esta vez decidió ponerse un conjunto de encaje negro compuesto por sujetador y un tanguita semitransparente.

Eligió un vestido blanco de lino y unas sandalias de tacón y se fue a la cita. Cuando llegó Margot que ya estaba allí, guapísima y sonriente esperándola. Le mandó pasar a la cabina y tumbarse boca abajo. Leire se dejó el conjunto de lencería y se tapó.

-Te voy a desabrochar el sujetador para poder trabajar bien la espalda-dijo Margot sin referirse en ningún momento a la cita anterior.

-Ok, si es más cómodo lo saco- dijo Leire tirando el sujetador encima de un taburete.

Margot comenzó un suave masaje con el aceite subiendo por una pierna, al principio de forma inocente, amasaba sus músculos fuertemente desde el tobillo al muslo y volvía a repetir, pero no podía apartar la mirada de la entrepierna de Leire, veía la tira de encaje del tanguita metida entre su coñito depilado y suave, ahora era ella la que se estaba humedeciendo.

Leire notaba las manos de Margot movilizando los músculos de su pierna derecha y sentía palpitar su vagina deseosa de ser masajeada.

Margot no pudo evitarlo y aprovechando que estaba trabajando los glúteos de Leire rozaba suavemente su vagina y deslizaba sus dedos entre las nalgas en un suave roce, a lo que Leire parecía responder elevando un poco sus glúteos, pero tenía otra idea en mente así que prosiguió su masaje por la espalda y la parte trasera de los brazos.

-Date la vuelta, vamos a continuar con la parte delantera- susurró Margot.

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Leire inmediatamente se giró y decidió apartar la toalla tirándola al suelo, tenía demasiada calor, la esteticista lo agradeció, no quería que nada molestara en su masaje especial.

Empezó un masaje en los pechos, rodeando cada uno de ellos con la palma de la mano y deslizando sus dedos por las costillas, al volver a subir pellizcaba sus pezones, algo que en Leire provocaba escalofríos de placer. Continuó su masaje por la pierna derecha y repitió la misma operación que por la parte de atrás hasta que llegó a la parte superior del muslo.

Margot separó las piernas de su clienta y le puso la palma de la mano en su vagina, quería notar su calor y su humedad, y vaya si lo notó, estaba empapada. Leire notaba esa mano extraña apretada contra sus labios vaginales y empezó a moverse para proporcionarse placer. Deseaba que esas manos expertas volvieran a masturbarla, sin duda sabía cómo hacerlo, pero los planes de Margot eran otros, apartó su mano y acercó su nariz a ese coño mojado. Rozó con la punta de su nariz el clítoris y aspiró los olores de excitación de su clienta, sacó la lengua y probó esa vagina suave y sin un pelo, la movía rodeando su clítoris haciéndole suaves cosquillas.

Leire dio un respingo cuando notó la lengua de Margot explorando sus intimidades, eso sí que no se lo esperaba, quizá había llegado demasiado lejos, pero ahora ya era tarde para volverse atrás. Marcos le había practicado sexo oral muchas veces pero nunca le proporcionó el placer que esta mujer le estaba dando. Sentía la boca de Margot deslizándose por todo su coño, succionándolo, chupándolo, la esteticista se separó un poco de ella pero al momento volvió a su «trabajo». De repente Leire notó que le estaba metiendo algo en el coño, no sabía lo que era, quizá el mango de un cepillo de pelo… daba igual era bien agradecido en su interior. Margot lo movía con fuerza al mismo tiempo que chupaba toda su vagina, sintió que un orgasmo la sobrevenía y justo en ese momento Margot le metió un dedo en el ano, eso fue demasiado nunca se lo habían hecho pero sintió el mayor placer de su vida que se transformó en una cadena de orgasmos y gemidos.

Margot quería que Leire le devolviera el favor, así que acercó sus labios a los de ella y la besó apasionadamente, fue un beso profundo y largo.

-Ahora tú- le susurró cogiéndole la mano y llevándosela a su entrepierna por encima del pantalón del uniforme.

-No voy a saber hacerlo… yo nunca…. con una mujer nunca… -dijo entrecortadamente Leire.

-No te preocupes yo te enseño.

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