Mi vecina gorda madura Irresistible

La idea fue de mi vecina gorda madura, sí, la exquisita idea de entrar en mi piso cuando mis padres no estuvieran. Y al final ha sido una de las mejores cosas que estoy haciendo, en secreto. Porque como la mayoría de las cosas en la vida, lo mejor solo lo sabes tú. Cuando lo compartes con otros, mal, porque lo sabe todo el mundo y deja de ser tuyo. Con el peligro que unos se rían y otros se aprovechen, y al final, quien sale perdiendo, ¡ERES TÚ!

Por todo esto, que esto es cosa mía, lo de la vecina gorda madura que me estoy follando sin salir de casa, menudas tetas tiene, yo sabía que gastaba buenos tetones, pero ahora SÍ LO SÉ. Nada como verlos es directo, desnudos y esperando que yo los sobe. Así es, me ha elegido como el afortunado para montarla cuando su marido no está, entre otras cosas porque no se tiene.

Se trata de una madura solterona, que vive en mi escalera, que más de una vez me ha hecho preguntas sin sentido y que se ha fijado en mí. Ni más ni menos. Cuando digo fijar, digo follar. Porque es un eufemismo que me ha dado pie a metérsela en la boca. Y ha sido fácil. Hemos tonteado, nos hemos gustado y ella misma, que es mayor que yo, tendrá casi los 50 años, me dijo:

  • ¿Por qué no me invitas a tu casa o hago que subo a tu piso buscando a mamá y cuando no estén me lo dices y voy?
  • Pues no es mala idea -le dije.

Vecina gorda madura lista para bajar bragas sucias

Entonces cuando vi que mis padres no estaban y un día le dije de subir a mi piso, porque ella vive en un 7º y yo en el 11º. Fue así como pasó, en un momento yo estaba solo, y le dije, ven para arriba como si te faltara algo, sal, azúcar o lo que sea, o para preguntar por mamá. Y subió.

Cuando la vi plantada en la puerta con un vestido floreado como para quitarse lo ahí mismo, ya me la puso dura. Le dije de entrar y entró. El riesgo a ser atrapados «in fraganti» aún lo hacía más morboso. Aún me la ponía más tiesa. Le dije que estaba cachondísimo por la situación, pero ella, no me hizo ni caso como madura que es. Y fue para el paquete nada más cerrar la puerta.

Me empezó a magrear la manguera como si fuera un pepino de feria que lo está palpando, «para un poco que me haces daño», le tuve que decir. Pero mis ansias por tocar esos melones que aparentaban venir sin sujetador, eran superiores a mi voluntad de hablar. Así que la palpé como hace un buen doctor.

«Vaya señora qué melones más duros», le dije. «Anda calla y bájame las bragas sucias y tócame el coño que lo traigo ardiendo hace rato, no perdamos tiempo», me órdenó.

Sus palabras eran mandatos para mí, ella me había dicho días anteriores ser una madura soltera, friky del manga, de los comics porno con niñatos de pollas gigantes, amante de toroporno, y de los videos porno de jovenes que se follaban a maduras. Y ahora ella y yo eramos los protagonistas.

-Dame duro y no pienses más -me dijo.

-Lo que Vd ordene…

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