Raquel, la más inocente e ingenua de nuestras amiguitas ya conocidas como las universitarias, seguía curiosa por saber a la perfección todo este mundo de la masturbación. Perpleja y expectante, aturdida y empanada, atontada y agilipollada, Raquel aguardaba como el guepardo espera su presa, mirando silenciosa y con mucha hambre, pero que mucha hambre de sexo.
Mi amiga universitaria, era la mamona de clase
La mala suerte o desventura me tocó a mí. Mi amiga la puritana, la casta, la inocente que yo creía que era, no lo era tanto. Tomando un café, con … Read more