Club swinger liberal para ella sola y yo cornudo

Después de toda la escena en el club swinger liberal, mi putita acabó derrotada tendida en la cama, boca abajo, y con el coño todo mojado por haber sigo magreada por más de diez tíos.


Mi mujer, Alexia estaba esa noche con ganas de volverme loco, y sabe exactamente cómo hacerlo. Vestida con una remerita blanca ajustada y super trasparente (que deja traslucir sus pezones puntiagudos y carnosos atravesados por sendas argollitas), minifalda negra, obviamente no llevaba ni corpiño ni tanga, y sandalias de taco alto, mi mujercita irradiaba sexualidad y era el foco de la mirada de los hombres con que nos cruzábamos. Esa noche concurrimos a un club swinger, que tiene una pista de baile central con escenario a un costado y barra al otro, la pista que se encontraba abarrotada de gente está rodeada por un primer piso que balconea hacia la pista protegido por una baranda tubular de acero del duro.

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Después de beber unas copas de champagne en la barra decidimos bailar un poco, ella me provocaba con sus movimientos y de tanto en tanto me daba un fuerte apretón en la pija testeando su estado. Yo ya estaba pensando en invitarla a recorrer los reservados en busca de aventuras cuando ella se me adelantó diciendo “quedate aquí y mirá el balcón, préparate porque voy a endurecer pollas, cornudo”, salió caminando hacia la escalera y la perdí de vista. Al poco tiempo vi que se ubicaba en un espacio libre en el borde del balcón y tomada de la baranda comenzaba a acompañar el ritmo de la música con movimientos sensuales de cadera mientras me miraba de manera cómplice.

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Cuando se aseguró que varios hombres en la pista la observaban separó un poco las piernas lo que nos permitió entrever su concha y observar con claridad los tres piercings (uno en el clítoris y uno en cada labio menor) que había elegido para la ocasión por ser extremadamente visibles. Su baile iba tornándose más y más provocativo, a los movimientos de cadera sumó flexiones de rodillas con las piernas abiertas, siempre hacia la pista de baile, lo que fue desatando el interés entre la concurrencia masculina que ya en un gran porcentaje miraba hacia arriba y bailaba en automático con sus parejas que no podían disimular los celos que les provocaba la exhibición de Alexia. Yo estaba super caliente, quería ir y follarla ahí mismo, pero ella me había pedido que me quedara en la pista y no quería modificar sus planes. Quería hacerme cornudo, que la viera, y calentar nabos.

El balcón, que es como un lugar muy visible a todos, se conecta con el escenario en uno de sus extremos a través de una serie de discos gruesos de vidrio de buen diámetro empotrados en la pared a modo de escalera, hacia allí se dirigió mi mujer y comenzó a bajar por ellos hacia el escenario, en cada uno bailaba unos minutos exhibiendo constantemente su carnoso coño que a esta altura brillaba de humedad producida por la excitación. Anticipando que ella seguiría su show en el escenario, los hombres solos fueron congregándose ahí para verla más de cerca. Cuando Alexia finalmente llegó al nivel del escenario comenzó a bailar en el caño ya con la minifalda en la cintura, visiblemente caliente y alentada por el público masculino, se quitó la remera y sus enormes pechos salieron disparados de su prisión bamboleándose al ritmo de la música. Yo miraba extasiado e incrédulo el espectáculo que estaba dando mi hermosa mujer, ella estaba completamente desatada y absolutamente desinhibida por el champagne.

Se encaminó hasta el borde del escenario, donde se habían reunido 10 o 15 hombres y se puso a distancia suficiente, para dejarse acariciar las piernas y la parte alta del muslo y comenzó a pasar varios dedos por su coño, se acercó un poco más y algunos intentaron tocarle la vagina y el coño todo mojado pero ella no lo permitió, dejando sí que le magreen las tetas y el culo mientras ella seguía masturbándose en su cara. Luego se sentó al borde del escenario, con las piernas bien abiertas y las apoyó en el hombro de dos espectadores a izquierda y derecha, de tal manera que su hermosa raja quedó a la altura del pecho de los hombres, tomó las manos del que tenía enfrente y se las colocó sobre sus labios mayores indicándole que le abriera bien la vulva. En un club swinger liberal, tengo ganas de verla, pero a lo que iba. Metió dos dedos en su vagina soltando un largo gemido arqueando la espalda, cuando los sacó estaban empapados de un líquido transparente y viscoso que formaba hilos desde los dedos hasta el borde de su vagina, lo esparció sobre su clítoris duro como roca y expuesto a la vista de todos y luego repitió la operación varias veces hasta que hubo juntado una gruesa capa sobre el clítoris. Entonces me hizo señas con una mano, me acerqué pidiendo permiso entre los hombres que la rodeaban y me dijo “pajéame cornudo”, los tíos ya empalmados me miraban hasta con desprecio de verme humillado; yo conociéndola de años, introduje un dedo en su vagina suavemente y comencé a moverlo despacio y sin pausa adentro y afuera; con la yema del dedo mayor de la otra mano, casi sin ejercer presión, describía círculos leves sobre su clítoris expuesto y cada tanto le daba leves apretones tomándolo entre el pulgar y el índice.

De esta manera, completamente desnuda entre decenas de hombres vestidos, les dijo que sacaran sus pollas. Unas ya estaban duras del todo, lo cual a mí, me produjo un duro endurecimiento al comprobarlo. Seguí pajeándola como me dijo. Con la raja bien abierta y mirando a la cara de cada uno de ellos en pocos minutos sufrió un devastador orgasmo que la dejó temblando recostada sobre el escenario con las piernas abiertas y la concha babeando. Cuando se repuso, bajó del escenario, cruzó la pista completamente desnuda hacia la barra. Yo estaba con ganas de más espectáculo, así que me senté en un taburete de la barra y me bajé los pantalones, ella me propinó una soberbia mamada y cubndo tuve la polla rígida como un garrote la senté encima de mí, dándome la espalda, le metí mi polla en el culo y ella ronroneó de placer. Lentamente comencé a moverme dentro de ella para que se acostumbrara y relajara el culo. Al sentir que ella misma empujaba su culo contra mi pija la tomé por las rodillas y se las hice levantar para que quedara toda su raja expuesta al grupo que nos rodeaba. Entonces mi mujer permitió que se la follaran por el coño uno por uno, las pollas estaban todas erectas ya, mi excitación de cornudo era máxima. Se la follaron con la única condición de que cuando estuvieran por correrse debían sacarse el nabo y acabar sobre su vulva. Luego después de haber acabado todos, comenzaron a manosearle el chocho embadurnado y a chuparle las tetas, yo le besaba el cuello y le decía cuánto la amaba, la situación fue demasiado para los dos y acabamos juntos un largo y fuerte polvo…. polvo que terminó cuando ya estuvimos en casa. Ella boca abajo,  esperando verla en un club swinger liberal, y yo encima como un cornudo con la polla dura por haber visto tantas pollas endurecidas por la Diosa de mi mujer.