MADRE AMANTE 3

Soy Patricia, y antes de leer este relato te sugiero que leas los anteriores para entrar en contexto sobre mi vida y entender un poco más lo que les voy a contar esta vez de mi relación incestuosa con Juan, mi amante hijo. Muchas personas pensaran que soy una degenerada o estaré enferma, yo solo les puedo decir que mi relación no es enfermiza sino que se trata de puramente atracción sexual teñida de una dosis natural de morbo instalada en nuestras personalidades. No estoy enamorada de mi hijo ni nada parecido, que eso quede muy claro para despejar dudas.
Como dije en Madre Amante 2 tanto mi hijo como yo habíamos convenido, él con Mónica, y yo con Héctor, ambos amigos nuestros, inventar una relación de mutua conveniencia para despejar sospechas en nuestro entorno.
Nuestra relación fue madurando poco a poco, es decir que los pocos prejuicios se fueron despejando a medida que íbamos avanzando en el tiempo. Hoy por hoy se puede decir que somos una pareja estable que se entiende a la perfección y que permanentemente buscan variantes para no caer en la rutina. Si bien tuvimos una orgía sexual con nuestras parejas por conveniencia, esa fue una situación excepcional en el camino de nuestra relación. Por casi un año mi hijo y yo se puede decir que fuimos fieles y que jamás necesitamos estar en la cama con alguien más hasta que nos fuimos de vacaciones los dos a Brasil a disfrutar del sol y las aguas cálidas. Pensamos que allí si podríamos dar rienda suelta a no prestar cuidado si nos veían abrazados por la calle o besándonos en público, en Brasil podríamos ser Juan y Patricia una pareja como cualquier otra más en la multitud. Si bien Juan tenía 20 años y yo 36 cuando hicimos ese viaje, el rostro que la naturaleza me proveyó y el cuerpo bien trabajado que tengo, disimulan bastante nuestra diferencia de edad. Me compré una micro-bikini para lucir en las playas donde los lindos cuerpos femeninos abundan y Juan una zunga que marcaba lo bien dotado que está mi hijo. Íbamos a bailar, a cenar y en la playa estábamos como cualquier pareja normal lejos de las miradas indiscretas que pudiésemos tener en nuestra ciudad de miedo a que alguien nos descubra.
Una tarde en la playa Juan y yo mirábamos las distintas escenas que se producían a nuestro alrededor y vimos una en particular que nos llamó la atención y a ambos nos despertó el morbo. Cuando alguien está inmersa en una relación como la nuestra adquiere un sexto sentido para vislumbrar entre la gente a personas que quizás están en nuestra misma situación o parecida, y esta teoría la pudimos validar con Juan por los que nos pasó en Brasil y que voy a relatarles.
Muy cerca nuestro había una pareja muy despareja, si bien no demostraban caricias públicas pero era llamativa sus miradas y gestos que pasaban por desapercibidos por el resto. Él era un hombre de contextura atlética pero con más de 50 años y la chica tenía la edad de Juan o quizás más chica, ambos mulatos de piel cobriza y la chica con un cuerpo de 1 a 10 lo calificarían como 15. Juan no pudo disimular su interés en la chica, y antes que él me diga algo yo le pregunté si se sentía atraído por ella para lo cual me dijo vergonzosamente que sí. Yo le dije que no sintiera culpas y que entendería que lo nuestro quizás algún día se corte por cosas de la vida y tendríamos que prepararnos para ello sin que afecte nuestra relación madre-hijo. Juan tomó mi mentón con sus manos y acercó mi cara hacia él para entregarme un dulce y húmedo beso de lengua. Allí entendí que yo, su propia madre, jamás dejaría de ser para él un precioso objeto de placer por mucho tiempo más. Este hombre y la chica estaban jugando con una bola de vóley y Juan y yo que estábamos cerca le solicitamos en un portugués improvisado si podíamos unirnos al juego. Ellos accedieron, y por suerte ambos manejaban mejor el español que nosotros el portugués, y nos divertimos un rato intercambiando risas y palabras sueltas. Nos invitaron a entrar al mar y allí nos contaron que eran padre e hija y que la chica vivía con él después de separarse con su madre. En el fondo yo percibía que había allí en esa relación padre e hija una cuestión adicional, quizás mi experiencia con Juan me dotó de cierto don para captar relaciones prohibidas, y sospechaba sin temor a equivocarme que Edson, así se llamaba el padre, tenía con Isaura su hija una relación oculta. A medida que íbamos comunicándonos con ellos y viéndolos de cerca pude detectar ciertas similitudes con las miradas entre Juan y yo. Estuvimos compartiendo charla extensa en la playa los 4, y nuestros nuevos amigos resultaron ser muy agradables. En un momento de la conversación Edson notó que había una diferencia de mi edad con Juan y me preguntó si éramos pareja, novios o algo así. Y allí yo me jugué a decirle que Juan era mi hijo. Instantáneamente Edson e Isaura se cruzaron la mirada y quedaron como tildados. Al principio creí que habían observado antes de entrar en contacto algunos arrumacos entre Juan y yo, pero Edson no realizó ningún gesto de rechazo, al contrario se vio sorprendido, aclaró él, porque en realidad no se notaba tanta diferencia de edad entre nosotros. Seguimos charlando un rato más y antes de irse Edson nos deja su tarjeta y nos invita a cenar en un restaurant a la noche.
Cuando llegamos al hotel le dije a Juan que Edson e Isaura tenían como nosotros una relación que ocultaban para lo cual mi hijo me dijo que yo estaba equivocada, no obstante iba a estar más atento. Para esa eventualidad me vestí muy sexy, yo diría como una prostituta más que como una madre ,mostrando todas mis dotes del cuerpo. Juan se sorprendió y me dijo que jamás me había visto así tan audaz para salir a la calle, pero yo tenía un presentimiento y planes que no compartí con Juan porque no sabía cómo iba a reaccionar.
Llegamos puntualmente y ya sentados en una mesa Edson e Isaura levantaron sus manos para llamarnos. Isaura no desentonaba para nada con mi estilo, la chica estaba con un top que apenas tapaban sus pezones y una minifalda que al caminar casi mostraba su cola, una imagen de puta total. Comimos y bebimos mucho en una sobremesa divertida donde los 4 platicamos de todo. En un momento noté que Isaura disimuladamente deslizó su mano por debajo del mantel de la mesa y Edson instantáneamente cambió el rostro. Era claro que Isaura estaba tocando su bulto, y yo me hice la tonta como que no me di cuenta. Juan y yo estábamos sentados justo enfrente de ellos y fue que entonces hice lo mismo que la chica y sin disimulo empecé a tocar por debajo del mantel el bulto de Juan quien me miró sorprendido. Isaura muy perspicaz se dio cuenta y cruzó una mirada penetrante conmigo y ambas entendimos lo que pasaba. Al ratito Isaura pidió levantarse de la mesa para ir al baño y me di cuenta que le hizo un gesto a su padre quien a los pocos segundos se levantó de la mesa por el mismo motivo. Mientras tanto le conté a Juan lo sucedido y yo le propuse de seguirles el juego para ver hasta donde llegaríamos y juan me preguntó:
-¿Qué hacemos si nos proponen algo más?
-¿Te gusta ella, te atrae hijo?- le repregunté
-Si mamá, no te enojes pero ella me la pone dura con solo mirarla-
-Entonces Juan ¿estas dispuesto a esta infidelidad consentida en caso que se dé la oportunidad?
El asintió y esperamos a Edson e Isaura que tardaban en regresar. Cuando llegaron a la mesa nuevamente, Edson nos propuso si queríamos ir a su casa a seguir tomando para lo cual le dijimos que sí. Entendí que la chica y Edson tenían planes para Juan y yo. Llegamos a una hermosa casa en un barrio privado de Río de Janeiro y nos sentamos los 4 a tomar alcohol a la orilla de una piscina iluminada a la luz de la luna.
-¿Vamos a tirarnos?- propuso Isaura
Y en una actitud impensada para mí y para Juan la chica se saca sus prendas con total desparpajo casi al lado nuestro y se pone totalmente desnuda zambulléndose a la piscina. Nos miramos todos y salió una risa cómplice que invitaba a seguir a la precoz Isaura que demostró ser la más zafada de todos. Juan, yo y Edson nos desnudamos y seguimos a la chica. Ya todos dentro de la piscina con mucho alcohol previo y entre risas, Isaura se acercó a su padre se colgó del cuello con sus brazos y le cruzó las piernas por la cintura fundiéndose en un beso de lengua, ambos mirándonos por el rabillo de sus ojos, guiñándonos de forma cómplice. Yo sin pensarlo seguí a Edson e hice lo mismo con Juan. Ambas parejas estábamos a centímetros de distancia… Isaura salió del agua y se sentó a la orilla de la pileta mientras Edson le abrió las piernas y comenzó a lamerle la concha a su hija, situación que repetí con Juan y aprovechando la cercanía estiré mi cuello para besar a Isaura en la boca cuyo cuerpo moreno y mojado brillaba a la luz de la luna como una diosa de ébano. Acto seguido intercambiamos el lugar y Juan le lamía la concha a Isaura mientras Edson me lo hacía a mí. No tardaron en mezclarse los gemidos de Isaura y los míos, ambas estábamos gozando una lamida formidable arqueando nuestros cuerpos y tocándonos las tetas. Luego Edson y Juan se sentaron al borde de la piscina y yo con Isaura paradas en la piscina le empezamos a chupar la verga cambiando posición constantemente. Isaura a pesar de sus 18 años sabía meterse la enorme verga de Juan hasta los testículos, sin dudas la mocosa hacía tiempo lo venía practicando con su padre que como Juan estaba muy bien dotado. Después de practicar sexo oral, salimos del agua y fuimos a una cama de dos plazas y media donde los cuatro practicamos sexo a mansalva. Por momentos Juan follaba a Isaura, Edson a mí, Isaura recibía verga por delante y por detrás al mismo tiempo mientras lamía mi concha, luego invertíamos los roles, en un círculo vicioso de sexo y lujuria. Fue impresionante ver a esa muchacha con apenas 18 años follar y manipular dos vergas que harían temblar a la prostituta más avezada, y fue sorprendente también darme cuenta que perdí la cuenta los orgasmos de Isaura; su Juventud y la etnia mestiza mostraron la mística sexual de la raza negra, igualmente su padre el moreno Edson me dejó el orificio del culo abierto como una flor debido al grosor de su verga morena. Hubo un momento que deseo destacar y fue cuando Juan y yo vimos a padre e hija follar a nuestro lado observando sus rostros cargados de lujuria y pasión tal cual como nosotros, el deseo de ambos se traslucía en cada acto, en casa gesto, fue vernos a Juan y a mi reflejados en ambos. La chica era una verdadera maquina sexual que a gritos demandaba una pija dentro suyo casi permanentemente y Juan con sus veinte años y 5 eyaculaciones esa noche creo que no satisfizo a la chica totalmente. Terminamos extenuados todos, empachados de sexo, el cuerpo de Isaura y el mío con vestigios de semen de ambos hombres pegados en distintas partes del cuerpo y el rostro. Así terminamos esa cabalgata incestuosa en Brasil con nuevos amigos y nuevas experiencias. Nos quedamos desnudos en la cama todos juntos contándonos como llegamos a ser amantes padre e hija en el caso de ellos dos y madre e hijo con nuestra propia historia.
En la próxima entrada voy a contarles la historia de Isaura con su padre, como fue que se originó esa relación de sexo entre padre e hija. De obsequio les voy a dejar una foto de Isaura para que puedan apreciar el cuerpo de esta mulata que tanto nos hizo vibrar y calentar a mí y a Juan.

2 comentarios en «MADRE AMANTE 3»

  1. Hermoso relato, muy realista y caliente. Isaura a su edad logró saciar su apetito y ordeñó a Juan, una bonita historia, saludos.

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