En el supermercado pensando en él

Yo trabajaba para él este es un relato pene pequeño, yo mucho más joven que él, pero me gustaba mirarle mientras estaba en la tienda. Trabajaba en un supermercado de conocida marca, pero aquí no lo diré por no dar publicidad, y él era el encargado. Lo único que yo hacía era reponer y reponer, nunca había nada más. Me ordenaba lo que tenía que hacer, su voz fuerte y sus brazos aún mas robustos hacía y provocaba que lo mirase sin pausa. Eso sí, sin que se diera cuenta.

Un día, tanto me mandó y tan cansado estaba del trabajo, que no pude reprimir mi flojera y fui para el baño para llorar de rabia, de lo que me hacía trabajar por el sueldo infame y ridículo. Pero cuál fue mi asombro, que en vez de afligirme y venirme abajo, me calenté sin querer, me excité y me estimuló aquella situación de desamparo y transgresión de mi persona. Noté como mi pequeño pene se endurecía, como se hacía más grande en aquel sucio y lúgubre lavabo del supermercado. Me llamaban para ir otra vez a reincorporarme, escuchaba mi nombre, pero también escuchaba el latir de mi pene y su punta endurecida ya. Tenía que elegir entre lo uno o lo otro. Tenía que salir ya o tocarme para ver cómo me sentía ahí, todo sucio y hasta humillado pero con ganas de expulsar la carga que llevaba dentro. Me toqué el pene y lo supe al instante: tenía que seguir acariciándomelo. Me comencé a subir y bajar la piel del pene minúsculo, de ahí este relato pene pequeño. Y ahora ya no tanto, a hacer salir el capullo por aquel prepucio tímido, notaba que tenía que darle más fuerza y ritmo a mis sacudidas. Entonces volví a recordar al encargado fuerte y masculino que me obligaba cada día a trabajar más y más, mi pene se volvía muy duro, yo quería frotarmelo aún más. Me entró un deseo de coger una polla, pero más grande que la mía para notar y ver la diferencia, para ponerme aún más excitado, pero no pude ni pensarlo, noté como me venía mi poca cantidad de esperma, mi falo rígido, escondido y apenas visible, a pesar de estar duro, hizo que brotara mi caliente semen blanco, en aquel lavabo maloliente y circunspecto de servicio de supermercado.

La verdad que me corrí pensando en el pollón del encargado masculino del supermercado. Yo tengo novia gordita y tetona, y follo como puedo con ella. A veces puedo metérsela por el culo porque me da para lo justo. Pero ya lo ven, es una polla pequeña, ¿o no?

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