Atada y por detrás

Atada, a cuatro patas, medio vestida de negro como dije, sumisa y obediente, esposada y vendada, así me esperaba, encima de la cama, toda para mí.

Me siento tranquilamente, y con voz calmada y firme pronuncio una única palabra.

– Desnúdate.

Y te haces la remolona, cosa que no me divierte, pero mi mirada te deja claro que no tienes otra opción. Una a una tu ropa va cayendo al suelo, y te quedas solamente una medias negras. Arrodillada y esperando la siguiente orden. Me tomo mi tiempo, disfruto de tu cuerpo y tu obediencia.

– Ven – pronuncio por fin.

A cuatro patas de acercas toda sumisa para mí

A cuatro te acercas y como una gatita mimosa apoyas la cabeza en mi muslo para que te acaricie el pelo, mirándome expectante. Me desabrocho y mi polla salta como un resorte, tú tienes la culpa de que este tan dura.

– Chupa – pero una vez más hay que obligarte a que hagas lo que estas deseando.

Agarrándote del pelo, con mano firme te voy dirigiéndote para que pases la legua a todo tronco, obligándote a lamer lo huevos cargados de leche.

– Ahora, no dejes de mirarme a los ojos.

Es un espectáculo ver tu expresión cuando primero mamas el capullo húmedo y brillante por el líquido pre seminal, como un animal hambriento. Intentas tragarte un tronco demasiado largo y grueso, la saliva se te escapa, se escurre por la comisura de tu boca.

– Babéala bien porque tu saliva es el único lubricante que voy a usar perra- Entonces comprendes lo que va pasar.

Babea y chupa que es lo tuyo, repito una y otra vez

Te separo con brusquedad y con cierta rudeza hago que te sientes sobre mí agarrando te por las caderas y usando los pulgares para abrirte los cachetes del culo. Quiero que te duela un poco al entrar, quiero oírte gemir y lloriquear, hasta que estas completamente empalada. Se te han saltado las lágrimas pero cuando paso mis dedos por tu coño descubro que allí también estas «llorando.»

Mueves las caderas en círculo, mientras que mis manos acarician tu vientre, amasan tus pechos y estiran tus pezones con crueldad. Los dedos que juegan con tu coño y se mantén en tu coño mientras esta mi polla está bien clava en tu culo, ahora tienes los dos hoyitos llenos a la vez. Empiezas a perder el control y te arqueas hacia atrás, aprovecho para besarte el cuello, para girarte la cara y lamer tus lágrimas. Te beso y muerdo suavemente tus labios.

La excitación crece y los movimientos se hace cada vez más salvajes. Tus flujos empapaban tus muslos y escurren hasta mis huevos. Puedo sentir como aprietas mi polla dentro de ti, puedo sentirla a través de la fina carne que separa la vagina del ano, cuando mi dedos se clavan en tu interior aún más buscando tu punto G. Para robarte un orgasmo, y luego otro y otro… hasta que quedas cansada y sudorosa, pero esto no ha terminado.

Y arrodillada ante mí y tirándote del pelo para que me mires, derramo en toda mi leche en tu boca, pero tienes prohibido tragártela. Vamos a salir a la calle, si dejar que te laves, hago que te vistas con unos leggins negros, sin nada debajo, que se meten en tu rajita y estilizan tu lindas piernas. Vamos a caminar entre la gente, los hombres te miraran con deseo y las mujeres con envidia, con mi leche aun en la boca sin que nadie lo sepa.

De sobra sé que pasaras vergüenza, pero yo estaré a tu lado llevándote orgulloso del brazo, y de vez en cuando te pediré que abras la boca discretamente para comprobar que no la has tragado hasta que yo te dé permiso. No tienes nada que temer.


Deja un comentario