Las tetas pequeñas de mi amiga

No sé si las tetas de mi amiga llegan a ser pequeñas o no, el caso es que a mí me encantan. Justas para mis menudas manos y con pezones sonrosados hacen de mí, una jovencita teenager calentorra.
Dicen que las mujeres somos más sensuales en la cama y tocamos mejor, no el violín ni la flauta, sino que tenemos mejor tacto. Yo creo que sí.
Mi amiga Raquel cada vez que me deja tocarle los garbancitos que tiene por pezones y manosear los flanes que tiene por tetitas, ella se pone calentita. Y, yo mucho más.
Somos lesbianas a tiempo parcial, quiere decir que a veces nos damos un atracón del frankfurt alemán y nos convertimos en heteros, a falta de una buena salchicha caliente española. Sí, y nosotras le ponemos la mostaza porque somos picantonas.
Dicen que mis ojos almendrados y mi mirada aterciopelada provoca la pasión por follarse a una lolita, eso me dicen mis amigas. Desconozco esa palabra pero si a ellas y ellos les gusta, pues bien. Yo soy desinhibida y desenvuelta, así que no hay mucho obstáculo para llevarme a la cama, si me dan el morbo que me gusta.
El anterior relato me gustó, el del morbo en el campo, todo un culo grande de mujer mayor que yo, para poder gozarlo. Me encantaría poder tocarlo y chupetearlo, igual que hago con los pechos de Raquel.
Toda una jovencita lesbiana de Madrid, pero bien entrenada en el arte amatorio femenino, para darle al cuerpo, teta o un buen pepino. Sin más, me despido.

     

Y un poco más de mí, ¿mis tetas son mejores que las de mi amiga o no? Aquí las dejo, con un poco de coño gordo, labios gruesos que no sé si gustarán o no.

 

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