Sus respuestas eran solo gemidos, follando con la madre de mi amigo, los cuales no dejaban de empalmarme, ya no sentía mi miembro de lo duro que estaba y creo que ella lo notaba. Seguí bajando por sus piernas, firmes y suaves al tacto, al llegar a sus pies comencé a masajearlos y de repente ella se volteó diciéndome “así va a ser más cómodo”.
Un sábado con mi hijo
Era sábado y tenía mucho trabajo en casa, tenía que poner la lavadora, ir a comprar, preparar la cena para muchos invitados, en fin, mucho trabajo. Y esa mañana ocurrió con mi hijo el mayor. Me disponía a lavar la ropa, bueno, yo no, la lavadora; vivo con mis tres hijos ya grandes, dos trabajan … Leer más