El hada de la leche

El joven Jason se despierta en pleno sueño erótico cuando sufría su primera polución nocturna, pero allí sobre él, en la oscuridad de su cuarto, se encuentra con un mágico personaje; el hada de la leche.

Sumergido en la intensidad de un sueño erótico estaba Jason, un típico adolescente de una típica ciudad estadounidense, al que sus hormonas lo estaban poseyendo en aquella cálida noche en el silencio de su dormitorio. Era la primera vez que experimentaba un sueño de aquel tipo, de aquella humedad, y sumergido en él se dejaba llevar complacido. Tumbado en una playa tropical, de arena blanca y de agua cristalina, soñaba estar besándose con la hermana mayor de su mejor amigo con la que había estado fantaseando desde que su miembro había comenzado a blandirse duro. Los labios de ellas contra los suyos, su pelo dar en su cara cuando la brisa se levantaba, el tacto de su piel, el calor de su cuerpo, sus manos acariciándose mutuamente como si llevasen años conociéndose íntimamente. En perfecta sincronía rodaron por la fina arena acabando él encima de ella ya desnudos como por arte de magia. Sus sexos se rozaban y con un movimiento de cadera Jasón la penetró hasta el fondo haciendo bailar los pechos de ella que continuaron vibrando de ese modo durante todo el rato que duró los vaivenes de él hasta que al final el orgasmo se presentó tanto en su sueño como en la realidad. Perturbando la propia realidad del sueño, notó como esté desaparecía y se intercambiaba por la realidad en donde la sensación de su orgasmo se sentía más físico que en su ensoñación de hacía un segundo. Al abrir los ojos en la oscuridad vio una sombra que se volcaba sobre él algo más abajo en su cuerpo. Alcanzó adormilado con la mano la lamparita junto él y la encendió, revelando a una extraña joven de ojos celeste, cejas finas y piel resplandeciente que vestía un aún mas extraño vestido blanco de volantes.

-Valla, así que te has despertado – Escuchó decirle con voz serena tras alzar la cabeza de su vientre para mirarlo desde abajo – No es habitual que eso ocurra. Debo de haberme distraído… pero es que estás tan delicioso.

Volvió la joven a agachar la cabeza y sintiendo entonces Jason como la punta de su lengua lamía la zona baja de su vientre. Aun se preguntaba si aquello seguía siendo un sueño y bajó la mirada para contemplar lo que hacía la muchacha ahora que por fin había despertado del todo y su cuerpo le respondía. Al calor de la noche, él chico dormía semi desnudo, solo conservando sus boxer por donde la apertura frontal sobresalía su miembro erecto y caía echado hasta el borde del calzoncillo. Por su glande, todo colorado, caía una gruesa gota de semen sobre su pubis en donde se formaba una serie de goterones blanquecinos que se extendía hasta mas allá de su ombligo. Para el chico aquel líquido era nuevo y contempló a la chica como lo lamía hasta dejarle el vientre limpio. El chico no se encontraba asustado por que de alguna manera aquella mujer le influía una grata confianza.

-¿Pero qui… quien eres tu? ¿Qué es lo que haces? – Le preguntó a la chica sin atreverse a moverse mucho allí tendido en su cama.

-Soy el hada de la leche, Jason – Le respondió alzando la mirada.

-¿Una hada? ¿Cómo la de los dientes? – Preguntó con fascinación el chico.

-Ajám… – Gimoteó dando unos últimos lamidos a los últimos restos de semen en el vientre de Jason antes de levantar la cabeza – Aunque yo no me encargo de recoger los primeros dientes si no de recoger las primeras poluciones.

-¿De las… poluciones? – Repitió confuso.

-Polución, eyaculación,… llámalo como quieras. Cuando los chicos dejáis de ser niños para convertiros en hombretones, vuestros testículos florecen maduros, cargados del primer esperma producido. Eso es lo que hago yo, el hada de la leche, voy de chico en chico durante la noche llenando vuestros sueños de fantasías excitantes que os haga eyacular por primera vez. Lo creado por primera vez en los humanos es muy valioso para nosotras las hadas y mientras unas se alimentan de la primera sonrisa de un bebé, de los dientes de leche de niños, o del néctar de las flores, yo lo hago de la primera corrida de cada pequeño varón humano.

-¿Pero que es correrse? – Pregunto Jason que pese a sus trece años demostraba mucho de inocencia aún.

-Es lo que comenzarás a hacer a partir de ahora, ya sea contigo mismo o con otra persona, cada vez que juegues con tu cosita – Le explicaba apoyando su cabeza en su pecho a modo de almohada con una gran sonrisa – Es lo que hacen los chicos mayores y los adultos a diario, pero la leche de estos ya no es tan pura. En cambio la tuya es deliciosa, mucho mas rica que cualquier otra que haya probado… Lo que daría por volver a saborearla – Se relamió pensativa el hada y tomando los huevos de Jason los acarició sonriente – Se me ocurre que, ya que estás despierto, aquí dentro seguro que te queda un poco y quiero hasta la última gota.

-¿Qué… que vas a hacer? – Preguntó asustado Jason al ver como el hada caminaba sigilosamente sobre él hasta quedar sentada encima suya.

-Voy a darte el suficiente placer como para que vuelvas a darme tu leche – El fino vestido se trasparentaba por entero y pudo ver sus pechos redondos y erectos como su polla, que creció entre su vulva. Sintió parte de su peso cuando se apoyo con firmeza sobre su pecho y haciendo crujir la cama se comenzó a mover adelanta y atrás – Te gusta ¿A que si? Espero que mi hermana el hada de la primera vez no se entere, je… je…

Bajo el vestido, ella introdujo su mano para tomar el miembro de Jasón y sentarse sobre este. Lentamente Jasón se fue introduciendo en un inmenso placer, un placer húmedo y caliente que llevo a su cuerpo a contraerse adelante al tiempo que daba un fuerte suspiro. Emprendió el hada un rítmico baile serpenteante con todo su cuerpo y su polla fue entrando y saliendo. No podía creer el chico que su pene podía ser fuente de tantas y buenas sensaciones, rindiéndose tanto en cuerpo como alma al movimiento del hada sobre él. Su pecho subía y bajaba cada vez mas rápido y del mismo modo la respiración del hada fue haciéndose ruidosa, tanto que Jasón temió que fuesen escuchados pero por mucho ruido que hiciesen no parecían despertar a nadie, como si allí hubiese algún tipo de magia que así hacía. El colchón cedía con cada vez que ella cedía su peso al bajar su cadera y, bajo el vestido, entre los muslos y dentro del cuerpo del hada, Jasón se sentía a punto de desbordad contra mas se rozaba su pequeño miembro entre las paredes de aquella sobre natural vagina. Algo estaba a punto de ocurrirle, y demasiado sobrecogido sintió una fuerte presión agolpándose en sus testículos. La hermosa joven aceleró el ritmo, haciendo vibrar hasta el cabecero de la cama con la mirada atenta en la cara del Jason al que se le iba a salir disparado el corazón si aquello continuaba. Lo que el chico sintió que iba a ocurrir se derramó por los canales de su miembro, trayendo con él una placer sin igual que lo estremeció hasta el agotamiento extremo. De un salto imposible el hada se arrodilló entre sus piernas, tomó su miembro y se lo acercó a la boca. Un potente disparo de blanca leche se adentró en el interior de su boca y un segundo impactó en su lengua que lo saboreó. Sin tanta fuerza, el semen resbaló por su miembro pero introduciéndoselo el hada en la boca lo relamió en su interior, haciendo sobrecoger otra vez a Jason.

-Estaba delicioso – Agradeció el hada pasándose el dorso de la mano por la boca cuando ya hubo bebido todo su esperma – ¿Sabes? Vas a ser un amante extraordinario. Las hadas podemos saber esto al beber vuestro néctar. En fin… debo irme, creo que me he entretenido demasiado, aun quedan muchos otros chicos que mancharán sus calzoncillos esta noche y allí debo estar para que no se desperdicie nada. Adiós Jason, ha sido un placer conocerte… despierto quiero decir.

-Adi… os – Jadeó, pero el hada ya había marchado a velocidad luz por su ventana, dejando al chiquillo completamente confuso y tan rendido que se quedó dormido al poco. FIN.

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