Saludos tenia casi un año viviendo solo ya que desde que encontré un nuevo trabajo fuera de la ciudad de donde vivía me vi en la obligación de mudarme y a dejar atrás tanto a mi familia como a mis amigos. En ese año, había descubierto muchas facetas personales que desconocía de mi mismo. Pero en lo que respecta a la vida social, se tornaba un poco aburrida, no tenía muchos conocidos con los que salir, divertirme e intentar ligar dado el caso. Por lo que los fines de semana los dedicaba a hacer un poco de turismo y a mejorar mis dotes culinarias.
Entre aburrimiento y aburrimiento, me dio por buscar citas ocasionales por internet, un medio como cualquier otro para ligar, pero tras buscar y buscar, lo único que encontré fueron anuncios de prostitutas… descartado.
Entonces empecé a valorar otras opciones, ¿por qué no aprovechar que estaba soltero, sin compromiso y que estaba en una ciudad nueva para hacer algo que nunca hubiera hecho donde vivía? Si! Tenía todos los pros y ningún contra. Me apetecía probar un trío. Lo primero fue buscar con dos mujeres… pero si encontrar una chica que quisiera follar era difícil, no digamos ya dos! Acto seguido empecé a buscar parejas, aunque me llevé una sorpresa cuando vi que lo que más demandaban las parejas era otra chica… y las que buscaban un chico, tenía que ser bisexual, yo quería probar algo nuevo, pero no estaba preparado para dar ese paso. Por suerte localicé un anuncio en el que buscaban a un chico, pero solo para ella. Mandé un email y esperé durante varios días.
Cuando ya había perdido la esperanza y para mi sorpresa, me respondieron. Me explicaron que eran un matrimonio que llevaban ya tiempo casados, que buscaban solo sexo sin ningún tipo de compromiso y que si estaba seguro de probar, podíamos hablar para ver cómo organizarlo. Me dejaron su dirección de Messenger y los agregué, a ver por donde salía el tema.
Las primeras conversaciones versaron más sobre mí, para conocerme y tantearme más que otra cosa. Cómo había ido a parar allí, dónde trabajaba, si tenía amigos. Ni siquiera les importaba mi aspecto físico. Se notaba que lo primero para ellos era su seguridad, pues como me dijeron desde el principio, usaban pseudónimos ya que no querían que la gente supiera de sus actividades. Digamos que al pasar esa primera batería de preguntas, me consideraron lo suficiente «desconocido» como para querer conocerme y a la par, rebajó bastante la tensión del ambiente.
Después de esta primera fase, ya si empezamos a hablar de lo que nos traíamos entre manos, el trío. Nos enviamos fotos y digamos que nos dimos el visto bueno mutuamente. Ella era rubia, teñida eso sí, con alguna mecha y media melena, ojos marrones y un buen cuerpo, no era alta, pero el cuerpo iba a juego y estaba muy bien proporcionada, con un buen culo y unas tetas no muy grandes, pero bien definidas. Él era un hombre normal, con un buen cuerpo en el sentido de que no estaba gordo por lo que tampoco daría mucha cosa el estar a su lado.
Yo soy un chico bastante alto, delgado pero de constitución atlética ya que hago bastante deporte y con un pene con una característica que no he visto a nadie. Está curvado… pero hacia abajo, y está bastante curvado. Por un lado para algunas posiciones es un poco complicado, pero a razón para otras da mucho más placer pues frota zonas que otros penes no pueden conseguir.
Quedamos en conocernos, estuvimos hablando sobre dónde quedar. Su casa la descartaron pues no querían que supiera donde vivían (ni a día de hoy lo sé), valoramos un hotel pero no tenía por qué pasar nada pues solo íbamos a conocernos y hablar en persona y era desperdiciar el dinero, también miramos de quedar en una cafetería, pero donde vivía no era muy grande y ellos lo descartaron, finalmente yo ofrecí mi casa pues no me importaba quedar allí, tomar un café y ya veríamos. Les di mi dirección y quedamos para el viernes siguiente a media tarde.
Conforme se acercaba el día mi excitación iba subiendo a la par que mi miedo, no se lo había contado a nadie… ¿y si en vez de ser dos personas normales me hacían algo?
Llegado el día, decidí que lo mejor era esperarlos en la calle, así podría verlos llegar de lejos y poder hacerme una idea un poco más precisa de ellos antes de saludarnos. Llegaron a la hora señalada, ella lucía una camisa blanca y unos pantalones vaqueros claros, todo bastante ceñido y que dejaba a la vista lo que realmente parecía su espectacular cuerpo, el llevaba vaqueros y una camisa. Nos saludamos cordialmente con dos besos y un apretón de manos y los invité a subir a casa.
Ya arriba, tomamos un café y conversamos sobre lo que nos había llevado a buscar este «apaño». Por su parte, el llevar casados ya unos cuantos años, el aburrimiento, salir de la rutina… aunque este no era su primer trío según me contaron. El marido no solo no era celoso, sino que le gustaba ver como otros se follaban a su mujer, realmente le ponía ver como se la metían y como ella gozaba con otra polla que no fuera la suya. A ella lógicamente le gustaba contar con dos pollas para su entera disposición. Tras acabar el café, yo no sabía muy bien que hacer o decir, pero fue ella la que finalmente se arrancó:
– Entonces… ¿te apetece probar?
– Si, yo creo que podríamos probar. Eso sí, advierto que estoy bastante nervioso y no sé cómo voy a rendir.
– Tranquilo, no vamos a rodar ninguna peli porno. Nos gusta el sexo bastante «tradicional».
– Jajaja, bueno, si a hacer tríos lo consideráis tradicional… – todos acabamos riendo con mi chascarrillo.
– Si bueno, jajaja, pero nos referimos a que dentro de lo que es eso, vamos a disfrutar, nos gusta mucho el porno, supongo que como a ti, pero que no se trata de hacer posiciones muy espectaculares, vamos a disfrutar!
– Jeje, pues… allá vamos! Si hemos llegado hasta aquí, no hay mucho que perder ¿cómo empezamos?
– Deja que yo empiece – respondió ella.
Y acto seguido, ella se puso de rodillas frente a mí y me empezó a desabrochar los botones del pantalón corto. Fruto de los nervios, yo no estaba muy empalmado, pero ella sabía lo que se traía entre manos. Dejó caer mi pantalón al suelo, me bajó los boxer y me empezó a masajear los huevos con delicadeza.
Yo empecé a disfrutar, pero no sabía cómo mirar al marido, y me daba un poco de corte el que él me mirara y sobre todo, que viera como su mujer me empezaba a dar besos en la punta. Lo debió notar porque me dijo:
– Tu déjate hacer y disfrútalo tío! Entiendo que te dé un poco de cosa, pero piensa que a mí también me pone que te la folles, así que «don´t worry»!
Sus palabras, más los lametones que me empezaba a dar su mujer, empezaron a hacer que me olvidara de mis temores y me concentrara en tener placer. Dicho y hecho, mi polla comenzó a crecer y a tener una buena erección.
Esa mujer sabía bien como chupar un rabo, porque lo hacía de vicio, no era solo el trabajo de entrar y salir, sino que manejaba la lengua realmente bien y de vez en cuando usaba su mano para masturbarme un poco. Cuando yo ya la tenía bien dura, ella se separó y dijo que ahora le tocaba a ella disfrutar un rato.
Se tumbó en la cama y se desabrochó un botón, el resto fue cosa mía. Deslicé el pantalón por sus piernas y lo dejé en el suelo con cuidado. A mi vista quedó un tanga blanco que aparté a un lado para poder ver por primera vez su sexo. Este se me ofreció con la parte inferior bien rasurada y con un pequeño triángulo de vello coronando su clítoris, precioso, le di un lametón y busqué su mirada para ver la reacción.
Lo que vi me sorprendió para bien, pues indicaba que me «había olvidado del marido», él se encontraba de rodillas junto a su mujer mientras ella le hacía una tremenda felación y se veía que disfrutaba de ella.
Ante este cuadro, hice lo que había que hacer, que no era otra cosa que quitarle el tanga y comerle el coño. Así lo hice, empecé por lamer los alrededores de su coño, para que se retorciera y me buscara con él, después de un rato de juego, por fin encajé mi lengua en su rajita y comencé a darle suaves lametones de abajo arriba terminando en su clítoris y succionándoselo un poco antes de volver a empezar. Le debía de gustar lo que hacía pues ella empezó a mojarse y a empapar mi boca con sus fluidos. Después de un rato, ella apartó la boca de la polla de su marido y dijo:
– Ahora que ya estamos todos bien engrasados, ¿quién va a ser el primero en follarme?
– Fóllatela tú – se adelantó el marido – que yo la puedo disfrutar todos los días!
– Jeje, no te diré que no. – repliqué yo – ¿Te pones en el borde de la cama dándome el culo para que te folle por detrás?
– Mientras no me la metas por el culo, vale – dijo ella.
Y así, ella se colocó de esa guisa, yo planté mis pies en el suelo, disfruté de esas hermosas vistas que ese culo me proporcionaba, me coloqué un condón y me dispuse a perforarla. Encaré mi rabo hacia ese bonito coño y con cuidado empecé a apretar y notar como cedía ante mi empuje, en un momento estábamos acoplados el uno al otro y dispuestos para iniciar el movimiento.
– Ummmm, ¡que gustazo de coño te gastas!
– Ufff, tu polla me está dando no sé donde… pero muévete por favor, me encanta!
Efectivamente, mi rabo estaba presionando su punto G, lo cual era una delicia para ella. Yo metía y sacaba todo mi ser dentro de ella, manteniendo un buen ritmo. Ella mientras tanto, le estaba haciendo una buena paja al marido que estaba arrodillado enfrente suya. Él notó que su mujer se corría cuando cesó con la paja que le hacía.
– Te hace correrte, ¿eh?
– Sí, sí! me gusta su polla. Déjale que siga un rato, por favor…
– No, ahora me toca a mí, ¿te importa si me la follo yo un rato? – me preguntó él.
– Claro que no, es tu mujer, dale fuerte!
Yo la saqué, el se fue hacia el borde de la cama, le desabotonó la camisa y se la retiró junto con el sujetador. La cogió entonces de las caderas y la tumbó boca arriba, ella ya debía de saber cómo se la iba a follar porque desplazó una pierna hacia la cama y la otra la levantó, él se aproximó y se colocó esa pierna a un lado de la cabeza. Colocó su polla en la entrada del coño, la perforó de una certera estocada y se la empezó a tirar salvajemente. Ella no paraba de gemir de placer. Yo para no estar quieto, comencé a lamerle sus pezones, que ya estaban duros de por sí, tironeaba de ellos suavemente con mis dientes y los lamía bordeándolos, recorría toda una teta mientras con mis manos masajeaba la que se sentía abandonada.
El marido después de un rato estaba próximo a correrse, ella lo notó y le dijo que no se corriera dentro, que eso se lo reservaba para mí.
– ¿Donde quieres que me corra entonces?
– ¡Dámelo en la boca por favor!
Yo me aparté a la par que ella se sentaba en el borde de la cama, se la empezó a chupar a su marido, el cual no pudo reprimir un tremendo gemido cuando se corrió en su garganta. He de reconocer que a mí eso me puso bastante, era como ver una peli porno en directo. Le terminó de exprimir los huevos apretándole desde la base del pene hasta la punta y sorbiendo hasta la última gota de su semen. Mientras ella se relamía, él se apartó y dijo:
– Bueno, yo voy a limpiarme un poco, te dejo a solas con ella para que te la folles bien a gusto.
– Bueno, desde que hemos empezado, me he dejado hacer a vuestra voluntad – contestó ella – así que ahora me toca a mí tomar el mando, así que venga, túmbate y deja que te cabalgue.
– Ummm, si me lo dices así… no me queda más remedio que obedecer – dije yo.
El marido salió de la habitación y yo obedecí sus ordenes tumbándome en la cama. Ella se giró y mirándome a los ojos me dijo:
– ¡Voy a hacer que quieras repetir con nosotros!
– Desde luego, si todo va como ahora, ten por seguro que repetiré.
– Que así sea, porque me encanta tu polla y me encanta como me la metes y me follas. Ahora, solamente concéntrate en ti y córrete.
Se subió encima mío, cogió mi rabo, lo masajeó un poco y se lo metió dentro. Empezó a cabalgarme suavemente, apoyando sus manos en mi pecho, me estaba muriendo de gusto y empecé a gemir silenciosamente. A ella esto le debió gustar, porque empezó a moverse cada vez más rápido, dándome más placer todavía y haciéndome gemir más alto. Perdí todo control de mi mismo y la cogí por la espalda, acercando su pecho al mío, entonces deslicé mis manos hasta el culo y la empecé a ayudar a que sus movimientos fueran más rápidos. Me sentía pronto a explotar, por lo que empecé a moverme yo también arriba y abajo olvidándome completamente de ella y buscando sólo correrme.
– ¡Sí, sí, sí! ¡me corro, me corro! – Acerté a decir.
– Sí, lo noto, se te ha puesto durísima. ¡Vamos, córrete!
Y me corrí, fue delicioso sentir como chorros de esperma salían de mi rabo e inundaban el condón… Después de unas últimas sacudidas, quedamos los dos rendidos, abrazándonos mutuamente. Cuando volví un poco en mí, vi como el marido nos miraba desde el marco de la puerta riéndose:
– ¡Vaya! Ha debido de ser una buena follada la que te ha dado, se te oía desde el servicio.
– ¿En serio he gritado tanto? – pregunté un poco avergonzado.
– Si, pero no te preocupes, es normal. Mi mujer folla de una manera bárbara como has podido comprobar.
– !Gracias por el cumplido, cariño! Pero eso deberá decirlo él…
– Follas de lujo, no puedo decir lo contrario, tu mamada para comenzar, !ha sido de diez!
– Os importa si voy a limpiarme yo también un poco – dijo ella – y se levantó dirigiéndose al baño.
El marido entró en la habitación y empezó a vestirse. Yo estaba realmente cansado y me quedé un rato más en la cama mientras él terminaba. La mujer volvió al poco y empezó a vestirse, aprovechando yo ese momento para ir al baño a quitarme el condón y limpiarme un poco. Cuando volví ellos ya habían terminado de adecentarse y estaban sentados en el salón, dado que estaba en mi propia casa y que ya nos habíamos visto todos desnudo, me puse simplemente un pantalón y fui con ellos:
– Pufff, he de decir, que no sabía cómo iba a estar de nervioso y si me iba a gustar, pero debo reconocer que lo he disfrutado muchísimo.
– Si, al principio se te notaba nervioso y no sabía si decirte algo o no – dijo ella – pero luego, justo te ha hablado mi marido, he notado que te has relajado y para delante.
– Es normal que te diera corte… a fin de cuentas, al principio es raro eso de ver a otro tío desnudo y todo eso – añadió él.
– Si, pero ya digo, me ha gustado… y si para vosotros es solo sexo y os ha gustado, me gustaría repetir, jeje.
– Por nosotros no hay problemas, estamos en contacto por el ordenador.
– Entonces, tened por seguro que repetiremos.
Y así se dirigieron hacia la puerta, justo antes de abrir, ella me dio un beso en los labios y me dijo:
– Gracias por hacer que me corriera mis amores.
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