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Él, por supuesto, no desaprovecha la ocasión de disfrutar de una buena señora con exageración sexual, amor por la juventud y por una montada con cabalgada, no cabalgata, incluida.
Gemidos, ruidos, gusto y ningún susto por ver una picha empinada, para la experimentada anciana, que no es la primera polla que prueba. En todas las posiciones, su gigoló contratado hace de ella la mujer y vieja más feliz esa mañana placentera.
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