Madre no hay más que una, pero tetas dos

Me preparo por la mañana como tres días a la semana hago, espiando a mama caliente no era mi diea, pero… Y son los tres días que tengo que ir a la dichosa universidad, a clases matutinas. Mi padre ya se ha ido a trabajar y mis hermanas ya están en el colegio. Son las diez de la mañana no es que sea muy pronto, pero para mí es madrugar. Todo lo que sea menos de las 12 es madrugar.
Así que solo estoy en casa con mi madre, yo ya estoy desayunando, listo para irme. Ella me parece que se está duchando:
-Hijo, no tenías que haberte ido ya.
Oigo una voz muy lejana, debe ser mi madre nadie más, pero no está en su habitación ni en ninguna otra. Salgo del salón donde termino mi desayuno y la oigo de nuevo:
-Que si no te has ido ya, ¿Quique?
Me quedo otra vez asombrado ante esa insistencia y la nulidad de mi respuesta a saber dónde estaba.

-Claro, en el baño y con la puerta semicerrada, como hace siempre.

Espiando a mama caliente en ducha no lo quería

Me pongo detrás de la puerta para contestarla. Nuestra casa es grande de ahí mi desconocimiento total, sobre la ubicación de mi madre.
-Sí, ya me voy-le digo con tono fuerte para que me oiga.
-¿Qué dices? Abre, ¿qué dices?-insistió.
No suelo abrir puertas ajenas pero abrí y le dije que me iba ya, pero eso no fue lo esencialmente destacado, lo importante fue su desnudez.
-Mamá, pero…que estás en pelotas! Al mismo tiempo que veo sus bragas usadas encima del retrete.
-Sí hijo y qué, ¿no has visto una mujer desnuda nunca o qué? -me dijo con ese desdén típico maternal.
-Sí, alguna, no tantas, pero no a mi madre.
-Vaya hijo, así que has visto pocas mujeres desnudas.
-Sí, pocas- dije ya con un tono, más que bajo.

Dos tetas grandes estaban ante mis ojos, caídas, carnosas, aún en edad de merecer, y me estaba calentando solo de verla. Ella comenzó, de forma sorpresiva a tocárselas, a sobárselas mientras se enjabonaba.
-Qué, te gusta ver a mamá, Quique.
-Sí, estás muy bien.
-Piensa que tú saliste por aquí abajo, yo lo vi, pero tú ni te acuerdas.-resurgió un toque maternal que provocó en mí, una fusión de ternura y tenerla dura.

Madre caliente de Quique me provoca

Una impresionante erección se apoderó de mi pantalón.
-Hijo mío, te has excitado al ver a mamá.
-Sí- dije sin poder decir más.

Estaba impresionante, tenía que irme a la universidad, espiando a mama caliente y tetona, no era mi idea. Pero se me había ido de la cabeza. Mi padre no estaba en casa, mis hermanitas aprendiendo a escribir en el colegio, y yo, aprendiendo a saber lo que es una mujer de verdad.
Si les gustó escribiré algo más.(Ver «Madre no hay más que una pero tetas dos. Segunda Parte»)

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