La familia de Jesusa

Oh, las pajas, cuantas “satisfacciones” dan en la vida, como decía un buen amigo mío, una
buena paja es mejor que un mal polvo, más razón que un santo tenía.


Yo he debido de ser un chico precoz en esta actividad, un niño vamos, el primer recuerdo
que tengo es en una cena familiar, en la que yo, supongo que con unos seis años pensé en sacarme
la cola y empezar a tocármela porque supongo que lo había hecho antes y me dio gusto, en mi
ignorancia pensé que si mis padres se daban cuenta me daría tiempo a metérmela antes de que lo
notasen, pero claro no fue así y a partir de ese día todas las noches al acostarnos la frase de mi
madre era “Javi, no te toques la cola”.
Debo de decir que el tocamiento de esta primera vez no fue por obtener placer ni nada
parecido, simplemente la cola es una parte del cuerpo y como tal se toca.
Mi afán masturbatorio de verdad comenzó con unos dosce años aproximadamente,
llegándome ha hacer cinco pajas en una tarde, vamos en una tarde no, en un par de horas y el objeto
de las mismas era casi siempre la misma persona, una amiga de mi madre, por esa época casi
cuarentona y que era como todas las mujeres de esa edad y esa época, mediados los setenta, gordita,
bajita y eso sí, con unas tetas que a mi me volvía loco imaginármelas, eran grandes después de
haber amamantado a tres hijos y algo caídas debido a su volumen, a su edad y al trasiego de los
hinos, pero eso a mi me traía sin cuidado, eran unas tetas y además grandes que es lo que importaba.
La primera vez que tome conciencia de que me gustaba fue en su casa, había ido con una
venia porque estaban de obras quería ver como quedaba ya que ella quería hacer obra también,
estaba de pie enfrente de ella que llevaba como casi siempre una bata cuya falda le llegaba por
encima de las rodillas (otra gran obsesión las faldas) y la parte superior de dicha bata era de botones
con un tejido como de pana, de repente me fije y vi esos abultamientos, esas tetorras y ya no pude
dejar de mirar con disimulo, de repenté noté como se me ponía tiesa y un gustirriní en la entrepierna
que enseguida asocié con esa visión.
Cuando llegué a casa y fui directamente al servicio a desahogarme, me la imaginaba en su
casa, yo solo con ella, llegando por detras, poniéndola mis manos en las tetas, gritaba de sorpresa,
pero se dejaba hacer, iba desabrochándole los botones de la bata, le bajaba los tirantes del sujetador,
le sacaba las tetas de su copa, se las magreaba un poco y me imaginaba los pezones oscuros,
grandes y puntiagudos, le subía le falda sobándola bien con la otra mano por encima de las bragas el
coño, ella se ponia a cien y me llavaba a su cama de matrimonio desvilgarme, eso si, después de
haberme echo una buena cubana que es lo que esos pechos se merecían y de haberme corrido en
ellos, en eso pensaba yo en el water y así me vino la primera corrida de mi vida, lo de metérsela por
el coño o no, en esos momentos es lo que menos me importaba, solo me importaban sus tetas y el
morbo de pensar que era un ama de casa normal y que no sospechaba que en ese momento me
estaba corriendo pensando en ella.
La cosa siguió más o menos así durante la primera adolescencia, mi paja o pajas diarias
pensando en ella, sobre todo cuando la veía con alguna ropa nueva, mi vista se iba hacía sus pechos
para ver como se los remalcaba y la siguiente paja era pensando en ella con esa ropa puesta. Lo que
fue cambiando según cogía experiencia en la vida era la forma de follármela, a perrito con sus tetas
colgando, dándola por el culo, haciéndome una buena mamada y sobre todo mi obsesión una buena
cubana y dándome lenguetazosy siempre empezando en la cocina para luego irnos a su cama.
Un día el listón subió sobre todo en calidad, estaba con mis padres en su casa y juro que no
fue premeditado, me dio un apretón y me tuve que ir al servicio, allí lo primero que vi encima de la
bañera fue un sujetador, casi me olvido de a lo que había ido, erección al canto, me senté en la taza
del vater, cogí el sujetador y me empecé a tocar con él, solo de pensar que mi polla iba a estar en
contacto son sus tetas aunque fuera en diferido, me ponía a cien, mi primera idea fue quitarmelo
antes de correrme para no mancharlo, pero me fue imposible, con la excitación que llevaba al tercer
meneo la lefa fue fuera dejaando la copa del sujetador toda perdida, como pude lo limpié con papel
higiénico y dejé el sujetador en su sitio, nunca me dijo nada, pero a partir de aquel dia pienso que la
cosa cambió y ella empezó a darse cuenta de lo que había, sobre todo porque cada vez que iba a su
casa fingía que tenía que ir al servicio, aunque nunca se repitió la historia.
Eso sí, a partir de entonces y tenido en cuenta que teníamos las llaves de su casa para cuando
se iba de vacaciones echar un vistazo me las arreglaba para ser yo el que lo echara, iba por la calle
casi sin poder andar de la erección que llevaba pensando en lo que iba a ocurrir, llegaba a su casa y
me iba directo a su habitación, removía entre su ropa interior para buscar un sujetador o unas
bragas, me tumbaba en su cama de matrimonio hy me hacía las pajas que más gusto me han dado en
toda la vida, ahora mismo cuando lo escribo no puedo evitar la erección al recordarlo.
Otras veces no era un sujetador o unas bragas, sino que me iba directamente al armario
donde tenía la ropa y allí elegía una falda o un vestido que le hubiese visto puesto hacía poco
tiempo, me sacaba la polla y empezaba a retregarmela por la tela, poco a poco para que durase
mñas, que inmenso placer, ahora si, procuraba que la lefa no los manchase, me retiraba antes de
correrme y el chorro caía al suelo, luego un poco de fregona y asunto resuelto.¡¡¡QUE PAJAS MAS
INMENSAS!!!!, ¡¡¡QUE TIEMPOS!!!
Con la experiencia y conocimiento que tengo ahora pienso que todo pudo cambiar, para bien
o para mal un día que habíamos estado tomando café con un tío mío que había venido de visita, en
su casa. A la hora de la merienda toda la familia decidió irse y yo me quedé solo con ella en casa,
merendando, en un momento dado repitió varias veces, de forma obsesiva que se le había roto el
botón de la bata, tanto lo repitió que miré y por supuesto, el botón estaba encima de sus pechos, con
lo cual se le entreveía el sujetador y mi polla tuvo la erección de rigor, ahora pienso que viendo la
edad que tenía ella más cerca de los cincuenta que de los cuarenta, a lo mejor se veía olvidada e
intuyendo que a mi me gustaba me quiso probar, pero mi timidez hizo que no pasara absolutamente
nada de lo cual a día de hoy me arrepiento.
Pensando en la situación la cosa podría haber ocurrido más o menos así.
Con la erección que llevo encima me saco la polla y empiezo a masturbarme mientras la
miro, ella se da cuenta por supuesto.
– ¡¡¡¡Pero, que haces, sinvergüenza!!!
-Nada, que tanto hablar del botón mira como me has puesto.
– ¿Por un botón te pones así?, tu estás loco.
– No es el botón es lo que deja ver el puto botón, un sujetador y lo hay debajo.
– ¿Debajo?, lo que hay debaj ya no le interesa a nadie.
– A nadie, no lo se, pero a mi me vuelven loco desde hace tiempo, y eso que no las he
visto, pero con imaginarmelas me vale, esto que estoy haciendo ahora lo he hecho miles
de veces pensando en tus tetas.
– Si, las tetas de una vieja.
– Una vieja a la que me follaba ahora mismo sin pensármelo, mirame como me has puesto,
si yo fuera tu marido no las iba a dar descanso y si fuera uno de tus hijos me gustaría
volver a mamar de ellas.
– Eso es una burrada.
– Si, pero que me pone a mil.
– Venga,enseñamelas, con que sean la mitad de lo que me imagino me vale.
En ese momento suceció lo que nunca hubiera pensado, empezó a desabrocharse la bata se
quitó el sujetador y aparecieron dos grandes tetas, unas tetorras, un poco caídas, si, pero a quien le
importaba, blancas de no darles el sol y con un pezón grande y oscuro que parecía un punzón de lo
excitada que estaba, por lo visto no era yo el único.
– ¿Que, te gustan?
– Me encantan, ni en el mejor de mis sueños, ahora solo queda tocarlas.
– Bueno, pues ya que hemos llegado hasta aquí ¿a que esperas?, últimamente las tienen
muy abandonadas.
Acerqué mis manos y empecé a sopesarlas, nunca había tenido una cosa tan suave en ellas,
las acaricié todo lo que puede, me las llevé a la boca como no podía ser menos y empecé a jugar con
su pezó con mi lengua, en ese momento los jadeos de ella iban en aumento lo que me excitaba
todavía més, si eso es posible.
– Bueno, pues vamos a acabar lo comenzado dijo ella en ese momento y me cogió la polla
para seguir con la paja.
– Yo mientras intentaba subirle la falda para tocarla el culo y todo ello sentado en una silla
en la cocina.
Nunca me habían pajeado, siempre fui yo quien lo hizo, y no tiene nada que ver, que ritmo
lento, que suavidad, la lentitud hizo que tardara en correrme una eternidad con lo que el placerse
multiplicó, llegó la hora de la corrido y fue majestuosa cataratas de esperma en sus tetas que ella se
llevó a la boca para lamerlas.
Cogió el sujetador, metió sus tetas él y se colocó la bata, no sin antes darme un beso en la
boca y decirme que hacía tiempo que no se lo había pasado tan bien, pero que esto no se podía
volver a repetir porque ella no era ninguna puta, pero que como sabía que me gustaba y ella estaba
algo deprimida había querido tener una experiencia nueva.
Poco después apareció su familia que había estado el día cazando, yo pensé que el que había
cazado era yo.
¿Pudo haber pasado así?, pues no lo se, pero ahora me arrepiendo de no haberlo intentado,
porque la obsesión sigue y hoy en día, que ella es abuela, y yo podría serlo, cada vez que la veo,
como la ropa le remalque las tetas al servicio que va un servidor a recordar los viejos tiempos.
Después de la paja que me hizo, pensé que aquello no podía terminar asi, había que terminar
lo empezado y lo más difícil ya estaba hecho, o eso pensaba yo.
Ella seguia viniendo a mi casa como si nada a ver a mi madre, y salvo algunas miradas de
soslayo y algunos rozamientos la cosa no pasó a mayores, hasta que un día mis padres se tuvieron
que ir de improviso por un asunto familiar y ella apareció por casa, estando yo solo, me dije que
tenía que aprovechar esa oportunidad antes de que pasase más tiempo.
Llevaba puesto un sueter blanco que le maraba bien las tetas y una falda de cuadritos por
encima de la rodilla, el uniforme perfecto.
– Hola, Javi, no están tus padres.
– No, se han tenido que ir al pueblo porque se ha puesto malo un tío mio.
– Bueno, pues entonces me voy.
– No seas, tonta, pasa y tomate algo, ¿quieres un café?
– No creo que deba pasar, se lo que quieres y ya te dije que tenias que olvidar lo que había
pasado, que no se iba a volver a repetir.
– Eso es facil decirlo, pero no se puede olvidar lo más placentero que te ha pasado en la
vida.
– Venga, no seas exagerado, seguro que has tenido más experiencias.
– Pues alguna he tenido, pero más morbosa que esa y que me diese más placer te puedo
asegurar que no, venga pasa, que nos van a ver todos los vecinos y al final va a ser peor.
– Vale, venga.
Nos fuimos directamente a la cocina y mientras ella buscaba las tazas en el armario de arriba
para el café, me acerqué por detras, la besé en el cuello mientras mis manos se posaban sobre sus
pechos manoseándolos con voracidad, mientras mi polla, que me había sacado del pantalón se
restregaba contra la tela de su falda.
– Javi, ¡¡¡no, por vaor!!!
– Lo estás desenado, no seas así, mira como tengo la polla, le dije, la notas dura y eso que
está la falda por en medio.
– ¿Pero como es que te pongo así?
– Porque estás muy buena, me vuelves loco, esas tetas maravillosas, no puedo dejar de
pensar en ellas.
Yo seguia restregándome contra su falda hasta que en un momento dado no pude aguantar
más y me corrí, manchandola toda por el lado del culo.
– Mira lo que has hecho, me has manchado la falda.
– No importa, te puedes poner una de mi madre, vámonos a la habitación, por favor, mira
como me tienes de nuevo.
Mi polla se había vuelto a poner tiesaa y ella la miraba con sorpresa.
– Eres un demonio, al final me vas a convertir en una puta de verdad.
– No, te voy a convertir en mi puta, a los ojos de los demás siempre serás una mujer
decente.
–N
os encaminamos hacia mi habitación allí se sentó en la cama y se quió el sueter, apareció
un sujetador negro que casi no podía contener aquellas maravillosas ubres que tanto me gustaban.
Se quitó el sujetador y aparecieron de nuevo ante mi vista, tan bonitas como las recordaba,
cogí una en mi mano y empecé a besarla como un desespetado, haciendo la misma operación con la
otra, posteriormente pasé a sus pezones y empecé a chuparlos como si me estuviese amamantando,
ella mientas tanto había comenzado a sus pirar y a murmurar.
.- Chupa, chupa, mámame toda, como si fueses un bebé, ¡¡¡que gusto, me muero!!!, como
te gustan mis tetas.
Si, me encantan, estaría toda la vida chupandotelas, pero hay que seguir.
La acosté en la cama y seguí mamando de aquellos pechos, bajando poco a poco hacia su
ombligo, mientras con mis manos seguia sobándole las tetas.
Le subí la falda y le bajé las bragas, ahora comenzó a funcionar mi lengua, metiéndosela por
aquella raja, buscando el clítores, cuando lo encontré empecé a subcionarlo, ella se arqueaba de
gusto.
– Sigue, sigue, cabrón, nunca me habían hecho esto, ¡¡¡que gusto!!!, sigue, sigue, a mi
edad nadie me lo había chupado, ya soy tu puta, follamé siempre que euieras, pero no
pares ahora.
Seguí hasta que sentí la humedad en mi lengua, se había corrido, pero todavía no me la había
follado y tenía que seguir.
Me pusé encima de ella y volví con sus tetas para que volviese a excitarse y excitarme yo a
su vez, me hizo falta poco, en cuanto le di un par de lamidas a los pezones ya estaba otra vez en
disposición.
– Venga, hijo de puta, follame de una vez.
– Ya voy, lo estoy deseando tanto como tu, he estado años pensando en este momento.
– Ponte de rodillas.
Se puso de rodillas encima de la cama, las tetas le colgaban, sin más preámbulos e la metí
hasta el fondo empujando con fuerza, no me costó mucho la verdad porque estaba muy abierta, y
empecé a bombear, las tetas le bailaban al ritmo de las metidas, hasta que se las agarre fuerte como
si fuera a ordeñarla.
– Como me estás poniendo, estoy más caliente que una estufa.
– A partir de ahora ya sabes lo que es una buena follada, seguro que con tu marido el
misionero y poco más.
– Ultimamente ni eso, tu sigue follando y no te distraigas.
Al poco tiempo no aguanté más y me corrí dentro de ella, el esperma rebosaba de su coño
porque fue una corrida majestuosa.
Acabamos los dos agotados encima de mi cama.
Al rato se levantó se puso el sujetador, las bragas y el sueter, se bajó la falda y se la alidó un
poco porque había quedado como un guiñapo.
– Ponte una falda de mi madre, de verdad, que esa está todo sucia y arrugada.
– ¿No te importa?
– No en absoluto, así cuando la traigas podemos repetir el numerito, además me quedo con
la tuya y ya me inventaré que hacer con ella. Por cierto, por favor, siempre que vengas a
casa, ven sin sujetador, para que se noten tus pezones en la ropa, así me facilitas la lavor
y se me empina antes
– Eres un cabrón
– Y tu una puta, mi querida puta. Y otra cosa, siempre con falda y sin bragas, por favor, te
sientas enfrente mío y te espatarras un poquito para que te vea tu coñito. Y cuando veas
quue me lavanto ya sabes donde voy.
Poco después ocurrió lo más morboso que me hubiese imaginado, estábamos en una piscina, su
hijo, su maido y yo, ella estaba fuera hablando son sus amigas y su hijo y yo estábamos dándonos
un baño, en un momento dado me quedé mirándola desde dentro del agua me fijé en las tetas que
resaltaban bajo la tela de su bata y al pensar que me las había comido no hacía mucho tiempo, me
empecé a tocar debajo del agua, pero tuvo que parar pronto, porque apareció su hijo que estaba
buceando y me sonrió.
Yo me quedé cortado, pero ni él ni yo dijimos nada, pensé que no se había dado cuenta o que
pensaría que me estaba colocando la polla debajo del bañador.
Volvíamos en el coche, sus padres en los asientos delanteros y yo con su hijo en el trasero.
– Te he visto.
– ¿Que?
– Que he visto como te tocabas mirando a mi madre.
– ¡No digas tonterías!, simplemente me estaba rascando.
– Ya, tu te crees que soy tonto, te la estabas meneando mirándola a ella, tranquilo que yo
también lo he hecho muchas veces
– ¿Tu?, no jodas, es tu madre
– Si pero está muy buena y ten en cuenta que yo si que he chupado esas tetas que tanto te
gustan.
– Ya cuando eras un bebe, no creo que te acuerdes.
– Ya….

Cortamos la conversación, yo con la mente calenturienta pensando en que mi amigo se pajeaba
mirando a su madre y teniendo una erección al pensar en una situación tan morbosa.
Al poco rato siguió.
– Pues si, me he hecho pajas pensando en mi madre, sus tetas me tienen obsesionado, me
he dedicado a espiarla cuando se duchaba e incluso he intentado verla follar con mi
padre y aunque no te lo creas lo he conseguido, hasta que un día me pilló
– ¿Y que pasó?
– Pues que mis fantasçias se convirtieron en realidad.
– No jodas,¿te has follado a tu madre?
– Si, cada vez que estamos solos lo hacemos.
– Mira que es puta, como engañan las apariencias.
– Más puta que las gallinas.
– Bueno, pues confesión por confesión, yo también me la he follado más de una vez, ¿te
acuerdas un día que veníais de caza?, pues ahí fue cuando comenzómi historia con ella,
me hizo una paja en vuestra cocina y me dejo tocarle y besarle sus tetazas y luego me la
follé en mi casa un dia que estaba solo.
– A ver si un día nos lo montamos los tres.
– ¿Que te parece mañana?
– ¿Mañana?
– Si mi padre se va a ir al pueblo y voy a estar yo solo con ella en casa, es una buena
ocasión.
– Joder ya la tengo tiesa solo de pensarlo, me puedo pasar sobre las doce.
– Vale, de acuerdo, yo la calentaré antes para que esté bien dispuesta, pero de esto ni una
palabra hasta mañana, ya verás que sorpresa se va a llevar.
– Venga, pues quedamos en eso.
Llegamos a casa y esa noche casi no pude ni dormir pensando en la noche siguiente.
A las doce menos cinco del día siguiente ya no pude aguantar más y estaaba en la puerta de su casa
llamando al timbre, salió a abrirme ella, iba vestida con una falda por encima de la rodilla tipo
escocesa como de colegiala de tonos verdes y con una camisa tambien de cuadros azúl y blanca, se
notaba que no llevaba sujetador porque tenía las tetas caídas y los pezones se le marcaban en la
camisa, seguro que su hijo la había estando dando duro y estaba cachonda.
– Hola, Javi
– Hola, que guapa estás
– Gracias, es que he salido a despedir a mi marido y ya no me he cambiado.
– Mejor así, de verdad.
– Bueno pasa.

Pasé al salón y allí en el sofá estaba su hijo, nos guiñamos un ojo de complicidad.
– Hola, chaval.
– Hola, estaba aquí con mi madre viendo la televisión, sientate si quieres
– Vale, sientaté tu también Jesusa, y vemos la televisión los tres juntos
– Bueno, un rato que luego me tengo que ir a hacer la comida. ¿te vas a quedar a comer
con nosotros?
– Bueno, si me invitas si.

Se sentó en medio de los dos, el sofá era pequeño y estábamos los tres un poco apretados, pero no
nos importaba, notaba su pierna a través del mi pantalón y de la tela de su falda, que al sentarse se
había subido dejándola medio muslo al descubirto.
– Mamá, vas a poner cachondo a Javi
– ¿Pero, que dices?, ¿quien te ha enseñado a hablar así?
– Creo que tu mama.
– Bueno, ya está bien, me voy a ir a hacer la comida.
– No te vayas, dije yo, quédate aquí, además es verdad, me estás poniendo a cien, además
seguro que no llevas sujetador, se te marcan todos los pezones en la camiseta ¿que
estábais haciendo antes de llegar yo?
– ¡Pero, que os pasa, estais loscos!
– No, nos vuelves locos tu, le dije, ya se que te lo montas con tu hijo
– Y yo que te lo montas con Javi.

Se quedó paralizada en el sillón, su hijo comenzó a sobarle las tetas por encima de la blusa y yo le
metí mano por debajo de la falta hasta que llegué a sus bragas.
– Venga, mamá, vamos a echar un buen polvo para abrir el apetito.
– Si, venga, dije yo, mira como tienes el chochito de húmero y mira como estoy yo, dije
sacándome la polla del pantalón.
– Pero esto es una locura dijo ella, como se entere tu padre nos mata.
– Yo si que te voy a matar, pero a polvos, puta.

Su hijo le empezó a desabrochar los botones y metió la mano por debajo de la camisa, acariciando
una teta mientras la otra se la besaba con ansia, yo, mientras tanto le había subido la falda, le había
bajado las bragas y estaba amorrado en su coño.
– Mamá quiero que me des tu leche como cuando me amamantabas
– Y yo quero que me des el caldo de tu coño
– Pues chupad, hijos de puta, chupad y dejadme seca no puedo más, pero que guarra que
soy.
– Seguimos asó duraante un rato, pero pronto ella quiso tener algo dentro de su boca y se
metió la polla de su hijo en la boca.
– Joder, mamá, la chupas de puta madre, dijo su hijo riéndose ante el juego de palabras.
– Si, dije yo, tiene pinta de chuparla bien, se la mete hasta las pelotas, pero a mi me teneis
a dos veles, a ver si vemos la forma de colocarnos, que mirad como tengo la polla y no
es cuestión de tener que aliviarme yo solo.
– Si, a ver como lo hacemos para gozar todos, dijo Jesusa.

Ella se colocó sentada en el sofá, su hijo de pie con la polla a la altura de su boca y yo en cuclillas,
como pude, para que mi polla quedase a la altura de sus tetas, era algo digno de ver, estoy seguro de
que si en ese momento hubiese entrado su marido se hubiese muerto del susto al ver es espectáculo,
o se hubiese unido porque en cosas de sexo nunca se sabe.
Metí como pude la polla entre sus tetas, y se la agarré bien, comenzando un movimiento de sube y
baja que me volvió loco, tenías las tetas supercalientes y daba gusto tocarselas con las manos y con
la polla a la vez.
Ella mientras tanto no había perdido el tiempo y seguia con la polla de su hijo en la boca y con su
mano en el coño, dándose placer.
No aguantamos mucho y nos corrimos al poco, yo le eché toda la lefa en las tetas y se las restregué
bien y su hijo se corrió en su boca, pero no pudo tragárselo todo y le chorreaba por los labios, quedó
saciada de leche.
Acabamos derrengados encima del sillón, su hijo le acariciaba una tenta y yo hacía lo mismo con la
otra, estabamos haciendo tiempo para seguir con la orgía.
– Ha estado de puta madre, dijo ella.
– Esto no ha hecho nada más que empezar le contesté yo.
– Por mi seguid vosotros, dijo el hijo, yo me voy a duchar que tengo que salir, dentro de
un momento vuelvo.
– Entonces solo quedamos tu y yo, le dije a Jesusa.
– ¿Todavía puedes más?
– Estando tu desnuda delante de mi puedo esto y más.
– Pues yo necesito algo dentro de mi coñito, porque me habéis sobado bien las tetas, pero
lo que es follarme, no me habéis follado.
– Yo ya ves que estoy dispuesto, dije enseñándole mi polla tiesa.
– Eres insaciable, Javi
– Si, tu que me pones así, pero hay que hacerlo de alguna manera que me caliente más,
que me des más morbo, encima del sofá es demasiado sencillo.
– Estoy dispuesta a hacer lo que quieras.
Pronto se me ocurrió algo, siempre he tenido mucha imagiación para el sexo. Estábamos en en salón
y allí tenía también una estufa de gas, no se porque, pero siempre me ha excitado el fuego, lo
relaciono con el sexo, y ella encendiendo la estufa, como la había visto a menudo, agachada, me
había excitado tamibén en mi niñez, la estufa ya no la usaban, pero la tenía allí,eso si, poco después
desaparecióm¡, una pena.
– Ve la estufa, le dije
– Si, ¿que vas a hacer con ella?
– Nada, tranquila, apollate en ella y ponte de culo.
– Por el culo no, quiero follar, no que me des por culo.
– Tranquila, que te la voy a meter por tu chochito.

Fue donde estaba la estufa y puso los brazos encima de ella, dándome el culo, yo llegue y empecé a
masajearla las tetas con una mano y con la otra a metérsela por el coño.
– Así, así, Javi, masajeame bien
– Ya estás a punto, dije sacándole la mano y metiéndole la polla hasta el fondo.
Tenía el coño bien húmero y mi polla entró sin dificultad hasta que las pelotas dieron en su culo.
Ella empezó a jadear como una loca y yo empecé a envestir como un loco.
Mientras tanto su hijo salió de la ducha.
– Venga, cabrones, vosotros seguid que yo me voy, que envidia me das, follátela bien,
Javi.
– Tranquilo que va a quedar satisfecha.
– Si, estoy a punto de correrme, hijo, que follada, que días, el mejor de mi vida.
Un par de embestidas más y acabamos, la lefa le chorreaba por fuera del coño, pegada a sus pelos.
– Bueno, Jesusa, habrá que descarsar un poco.ç
– Si, Javi, yo me voy a duchar que estoy llena de lefa y luego me voy a poner a hacer la
comida que hay que recuperar fuerzas.
– Como quieras, pero cuando te duches no te pongas sujetador ni bragas, solamente la ropa
que quiera por encima.
– Vale como quieras.
Se fue al baño y yo me quedé solo en el salón, en esta epata de mi vida, la adolescencia, era un
completo salido, estaba todo el día pensando en el sexo y tenñia una imaginación de lo más
calenturienta, hoy en día dudo que hubiese aguantado siquiera el primer asalto, pero entonces
aguantaba lo que me echaran.
Lo primero que hice fue mirar a ver si encontraba algo con lo que apagar mi calentura y vi en el
sofá donde habíamos estado follando las bragas de Jesusa y cerca de él, en el suelo la falda,
completamente arrugada después de que casi se la hubiese arrancado, busqué también el sujetador,
lo que más me hubiese excitado, pero rocordé que cuando me abrió me había fijado en que no lo
llevaba, tenía las tetas sueltas, en fin, una pena.
Soy un bicho raro, lo reconozco, para la mayoría de la gente las faldas no son más que un trozo de
trapo, nada excitantes por si mismas, pero yo adoro las faldas llevadas por una mujer o simplemente
tocadas por mi mano, no necesito que sean cortas, es más, las prefiero por encima de laas rodillas y,
sobre todo de cuadros o de pata de gallo, son mi debilidad, me he hecho muchas pajas con faldas y
esta vez no iba a ser menos.
Cogí las bragas con una mano y me las llevé a la nariz, olían a mujer, a fuego, me extremecía de
gusto y con la otra mano cogí la falda, me la llevé a la polla, comencé a meneármela, sintiendo el
roce de la tela en mi capullo, estaba en la gloria, olor a hembra en lanariz y tacto de falda en la
polla, me corrí, la falda quedó con una gran mancha de mi leche, me acabé de limpiar bien con ella
y guardé las bragas en el bolsillo de mi pantalón que estaba por allí, así las tendría siempre a mi
disposición.
En ese momento salió Jesusa de la ducha y se asomó a la puerta, me había hecho caso y se notaba
que no llevaba nada debajo de su bata, no estaba bien seca y a la altura de las tetas la bata estaba
mojada y dejaba entrever sus tetas sin sujetador, para que viese que tampoco llevaba nada en la
parta de aabajo se la levantó hasta mostrarme su coño.
– ¿Así es como me querías ver?
– Si estás divina.
– ¿que haces?, me preguntó
– Nada, vienlo la tele.
– Ya, dijo ella echando un vistazo a la falda que tenía a mi lado, ya veo, me has destrozado
otra falda,me vas a tener que comprar una.
– Te compraré todas las que quieres así las llevarás como a mi me gustan, por cierto, muy
bonita de lo hoy, parecías una colegiala.
– Gracias, sabía qe¡ue te iba a gustar, por eso me la puse. Bueno, me voy a la cocina que
algo tendremos que comer para reponer fuerzas.
– Si ve, ha sido un día agotador, ahora, cuando me duche voy para allá, me encanta verte
trajinar en la cocina.
– Vale, te espero.
Salí de la cuha y allí estaba ella removiendo algo en una cacerola, me acerqué por detrás y le
levanté la parte delantera de la bata para empezar a acariciarle el coño, al mismo tiempo intenté
meterle mano por debajo de la bata para tocarle las tetas.
– ¿Has vuelto a coser el botón?
– Si, me dijo, ya cumplió su misión y bastante bien, por cierto.
– Si, eso es verdad, pero lo podías haber guardado como recuero de nuestro primer polvo.
– No se me había ocurrido.
– En fin, da igual.

Le desabroché un par de botones de la bata y le empecé a sobar las tetas, mientras con la otra mano
seguía metiéndole mano en el coño.
– No ves como es mejor que estés así, desnuda debajo de la ropa.
– Si, tienes razón, pero ten cuidado no me vayas a quemar.
– Tranquila, que con los fuegos de la cocina seguro que no, acerca tu culo a mi entrepierna
ya verás lo dura que la tengo.
– Es verdad, parece que tienes ahí una barra.
– Restrega el culo contra mi polla, quiero correrme otra vez.
Así lo hizo, cuando vi que me iba a correr le apreté bien las tetas y le metí la mano hasta el fondo de
su coño para hacer que se corriera ella también.
En ese momento llegó su hijo.
– Hola, ¿que tal lo habéis pasado?
– De maravilla, dijimos los dos a la vez.
– Ya lo veo, dijo él viendo la mancha de mi pantalón y las tetas de su madre por fuera de la
bata.
– Bueno, pues yo me voy a ir, dije
– ¿No te quedas a comer?
– No, seguro que tenéis muchas cosas de las que hablar, dije, guiñándole un ojo a su hijo.
– Muchas cosas de que hablar y muchas cosas que hacer, dijo él riéndose.
– Bueno, pues adiós.

Salí y cuando fuy a cerrar la puerta vi que ya le estaba volviendo a chpar las tetas, me fui pensado
en que iban a comer tarde, o quizá la estaban comiendo….
Poco después volví a ver a mi amigo en una zona de copas de Madrid y mientras nos tomábamos
algo empezamos a hablar.
– ¿Que tal el otro día con tu madre, Jesús (así se llamaba)?, cuando me fui le estabas
empezando a comer las tetas.
– Si, y fue lo único que comí, estaba muerto de cansancio y me fui a echar la siesta, si por
lo menos hubiese tenido leche.
– No te quejes, que tu te alimentaste de ellas cuando eras pequeño, ya me hubiese gustado
a mi mamarselas todos los días.
– En eso tienes razón, lo malo es que no me acuerdo.
– Y tu madre, ¿que?, ¿comió?
– Si ella tuvo más suerte porque aparte de rabo bebió también leche, que forma de mamar
tiene la condenada.
– ¿y tu padre no sospecha nada?
– Mi padre, bah, mi padre no se entera de nada, seguro que un día entra en casa y me ve
comiendole las tetas y se piensa que soy un bebé y estoy mamando.
– Si, seguro y si te ve follandotela o comiendole el coño se cree que estás naciendo. Ja, ja,
ja…
Mientras tanto en casa de Jesús, su padre, Miguel y su madre Jesusa estaban en la cama, Miguel la
estaba sobando las tetas por encima del camisón e intentaba subirselo para echar un polvo, ella se
resistía.
– Venga, Jesusa no seas tonta.
– No tengo ganas, no se que me pasa.
– Te habrá agotado tu hijo, mira que son tontos estos chicos me creen un cornudo que no
me entero de nada y fuy yo quien te sugirió que te lo follaras para que luego me lo
contaras y ponerme a cien.
– Si, no saben nada, espero que no se enteren, por lo menos tu hijo, porque no se que
puede pasar.
– No debiste de haber metido a Javi en el ajo.
– Ya lo se, pero es que me volvía loca lo tímido que es, como me miraba las tetas con
disimulo y se ponía colorado, mira que le he hecho putadas, le he dejado sujetadores en
el servicio, me he puesto delante de él con las piernas bien abiertas y sin bragas, pero
nada, miraba y se iba al servicio.
– Y cuando en vacaciones iba a casa, dijo Miguel y no sabía que habíamos puesto una
cámara en la habitación para grabarnos mientras follábamos, un año se nos olvidó
apagarla y antes de acabarse la cinta tuvimos suerte y vimos lo que hacía cuando no
había nadie.
– Si, tocarse la polla con una de mis faldas, vaya tío raro, he visto a gente masturbarse con
sujetadores, con bragas, incluso con medias, ¿pero con una falda?
– Bueno, hay gente muy rara y gracias a eso conseguiste follártelo.
– Bueno gracias a eso y al botón de la bata, mira que se lo tuve que repetir veces para que
se diese cuenta, pero si, lo de las faldas es que más le excita.
– Las faldas y las tetas, no te olvides de tus tetas.,
– Pues si, pero basta ya de conversación que tengo sueño.
– Venga Jesusa, un polvo, que hablando de tu hijo y de Javi se me ha puesto tiesa, mirala.
Miguel cogió la mano de Jesusa y se la llevó a la polla, ella la notó dura en su mano, pero decidió
hacerse de rogar y la retiró enseguida, así cuando volviese su marido estaría aún más caliente.
– Te hedicho que no, además me voy a ir a la cama de Jesús aprovechando que no esta y
así me dejas dormir de una vez.
– Ten cuidado no vuelva de improviso y te folle, además estoy seguro que antes de cinco
minutos estás aquí, no te vas a perder una polla como esta por cansancio, dijo mientras
que se echaba mano a sus partes, pero date prisa que a lo mejor cuando vuelvas ya es
tarde.
Se fue a la cama de su hijo, se tumbó y se quitó las bragas, le gustaba olfatearlas para notar el olor
de su coño y sentir la humendad de sus fluidos, se empezó a sobar las tetas por encima del camisón
y cuando recordó lo que le había hecho su hijo unos días atrás se llevó las manos con las bragas a su
coño y se empezó a masturbar.
Su hijo llegó ese día y como tenía las tetas fuera de la bata, como se las había dejado Javi empezó a
comersela.
– Ay, mamá como me gustan, me las comería enteras.
– Ya lo se, hijito pero no es posible.
– Sientate mamá que te voy a comer otra cosa.
Ella se sentó y vio como su hijo se arrodillaba delante de ella y empezaba a comerle el coño, se
extrmecía de placer hasta que se corrió.
– Ah, hijo, esto es demasiado, me has dejado sin fuerzas.
El notó la corrida de su madre en la boca.
– Bueno, yo ya he comido, me conformo con este caldo tan rico, ahora madre te toca a ti, a
ver que tal comes.
– Si hijo, me voy a quedar saciada, seguro.
Me metí su polla hasta el fondo mientras le masajeaba las pelotas.
– Sigue, mamá, sigue, por dios, que bien la chupas.
Ella no decía nada, tenía la boca ocupada en otros menesteres.
De repente la boca se le llenó con el esperma de su hijo, casi se ahoga, le chorreaba lefa por la
comisura de los labios se tragó lo que pudo y empezó a toser.
– Hijo, casi me ahogas.
– Lo siento mamá, tenía que haber avisado pero estaba en trance, ¡¡¡QUE GUSTO!!!
– No importa, ahora si que he comido
En ese momento se estremeció en la cama de su hijo, se había corrido en las bragas, había sido un
buen dedo.
Se levantó y fue a la habitación del marido, se olvidó la bragas húmedas en la cama de su hijo, no le
importó, ya volvería a por ellas, ahora tenía ganas de follar con él, le tenía un poco olvidado y no
quería que se buscase a otra.
Cuando Jesusa se fue Miguel se bajó los calzoncillos por debajo de la sábana, se tocó la polla, la
tenía como un palo y la agarró con su mano.
Su mujer le ponía a cien contándole contándole lo que le hacían los chicos como la sobaban las tetas
y el coño y como se lo comían todo.
Imaginó a su hijo comiendole las tetas a su mujer y a la vez pensó en el momento en que la
conoció, fue en una aldea perdidada de Galicia, en las fiestas, fue allí con sus amigos después del
trabajo y vio a un grupo de colegialas que rondarían los diecisiete años, todas con su uniforme
compuesto de un polo blanco y una falda a cuadros que les llegaba a la mitad del muslo, se fijó en
ella, en sus pechos que parecían querer estallar el polo, no eran grandes, pero el polo, demasiado
pequeño los hacía resaltar y le parecieron duros y firmes, los comparón con los de ahora y la
comparación no le disgustó, estaban más caidos, pero habían aumentado de tamaño después del
embarazo y de dar de mamar a su hijo y eso le gustaba más, le encataba meter la cabeza entre ellos
para lamerlos y besarlos.
Siguió pajeándose y volvió al día en que la conoció, como la pidió bailar, como contra todo
pronóstico ella había aceptado, como notó sus tetas clavadas en su pecho cuando se acercó para
bailar y como la agarró por la espalda y la atrajo hacia sí para que sintiese la dureza de su polla
contra su cuerpo, temió que en ese momento huyese despavoridad, pero no lo hizo, se apretó aún
más y le miró con una sonrisa.
Estuvo a punto de correrse entonces y estaba a punto de correrse ahora, pero quería aguantar, quería
recordar el día que volvió a casa hacía una semana aproximadamente y oyó a Jesusa trasteaando en
la cocina, se asomó y lo que vió le llevó a veinte años atrás, se había vestido exactamente igual que
el día que la conoció, el mismo polo, la misma falda que entoncs, algo más grandes por razones
obvias pero a él le gustó más que entonces, había más carne donde agarrarse.
– ¿Te gusta lo que me he comprado?
– Me encanta, ¿te acordabas de lo que llevabas puesto el día en que te conoci?
– No se me puede olvidar, llevé ese maldito uniforma la tira de años, no sabía que gracias
a él te iba a conocer
– La verdad es que me volvió loco nada vez verte,esa faldita, por dias, no debían de vestir
así a las niñas, quien será el pervertido al que se le ocurrió. Venga, vamos a dejarnos de
charla y vente para acá.La verdad es que me volvió loco nada vez verte,esa faldita, por
dias, no debían de vestir así a las niñas, quien será el pervertido al que se le ocurrió.
Venga, vamos a dejarnos de charla y vente para acá.La verdad es que me volvió loco
nada vez verte,esa faldita, por dias, no debían de vestir así a las niñas, quien será el
pervertido al que se le ocurrió. Venga, vamos a dejarnos de charla y vente para acá.
La agarró por el culo y se la acercó al igual que aquel día lejano para que notase como estaba, la
llevó hacia la mesa y la tumbó, le bajó la falda hasta los tobillos y se abalanzó sobre ella, la agarró
bien por las tetas y allí mismo se la folló, la verdad es que no duró mucho, pero fue un polvo
intesnso.
Ahora también se estaba corriendo, en la cama, se limpió como pudo con la sábana, miró hacia la
puerta y allí vió a su mujer.
– Vaya, Miguel no te podías esperar.
– Te lo avisé, estaba caliente, quería haberlo hecho contigo pero tu te fuiste y me he tenido
que aliviar yo solo
– ¿Y ahora quien me va a aliviar a mi?
– Tranquila, dame dos minutos y estoy otra vez listo, sobre todo si te pones tu a mi lado
para calentarme
– Eso está hecho, amor.

Se metió en la cama, se taparron con la sábanas y se pusieron de medio lado, mirándose uno a otro.
Miguel la empezó a besaar apasionadamente en la boca, la metió la lengua hasta la garganta en un
gran morreo.
– Como te quiero, Jesuta
– Yo a ti también, Miguel, fue una suerte poder salvar nuestro matrimonio.
– Si, la idea que tuvimos a hecho que volvamos a gozar como nunca.
– Hablando de gozar, mira, Jesusa, ya estoy casi a punto.
Le cogió la mano y se la acercó a la polla para que viera como iba creciendo.
– Así me gusta, amor.
Miguel le fue subiendo el camisón para quitarle las bragas, quería acariciarle el coño para que lo
tuviese bien lubrificado para cuando le metiera la polla.
– ¿Dónde están tus bragas?
– Anda es verdad, están en la cama de Jesús, recuerdame que cuando acabemos vuelva a
por ellas.
– O sea, que tu también has pasado un buen rato.
– Ya sabes lo caliente que soy, no me he podido aguantar.
Miguel le empezó a sobar el coño al mismo tiempo que le abrió los botones del camisón, Jesusa
siempre dormía sin sujetador, le molestaba, cosa nada extraña teniendo en cuenta que casi todos le
estaban pequeños.
– dios que pechos, como me gustan decía Miguel mientras metía la cabeza entre ellos y se
los comenzaba a besar.
– Venga, Miguel, empieza ya que me estás volviendo loca.
Miguel se agarró la polla y la acercó a la vagina de su esposa, cuando iba a entrar se frenó y le tocó
los lados de la raja con su capullo.
– Venga, Miguel, por favor, no seas cabrón.
– ¿Quieres que te la meta ya?
– Si, por favor, hasta el fondo.
Miguel empujò hasta que sintió que sus pelotas chocaban contra el coño de su mujer y empezó un
polvo apasionado.
– Jesusa, que caliente tienes el conejo.
– Ya lo sabes, yo siempre estoy caliente, cariño, con esta familia es imposible ser frígida.
Estaban tan metidos en el asunto que no oyeron la puerta abrirse. Era Jesús que volviá de tomarse
una copa con Javi, intentó entrar sin hacer ruido pensando que sus padres estarían durmiendo, al oir
ruido en el dormitorio se acercó y lo que vió le dejo estupefacto.
Allí estaban sus padres follando como condenados, no lo podía entender, él creia que dormían
separados y que el sexo se había acabado para ellos, pero lo que más le sorprendió fue lo que
escuchó.
– ¿Quien folla mejor tu hijo o yo?
– Tuuuuuuuuu, sin duda.
– ¿Y Javi o yo?
– Tu también, ellos son más fogosos pero tu tienes más experiencia, aunque aprenden
rápido.
– Claro tienen una buena maestra, que buena que estás, como me gusta joderte, me voy a
correr.
– Si, échame toda la leche dentro, la quiero toda.¡¡¡¡AH, QUE GUSTO!!!
Jesús no sabía lo que hacer, estaba paralizado, decidió irse a la cama, mañana con más calma
pensaría en lo de esta noche. Llegó a su habitación y vio encima de la cama una prenda, pensó que
era un calzancillo suyo que se había olvidado al cambiarse, pero cuando lo cogió vió que eran unas
bragas de su madre, además estaban húmedas, parecía que se había corrido en ellas, no entendía
nada.
Se acostó y pronto se quedó dormido.
– Jesusa, acuerdate de las bragas.
– Es verdad, voy a por ellas.

Cuando se acercó a la puerta de la habitación de Jesús vio que estaba acostador y dormido con sus
brgas en la mano, volvió con su marido.
– Miguel, Jesús ya está aquí y tiene mis bragas en sus manos, ¿cuando habrá llegado?
– Pues no lo se, pero espero que no nos haya oído, sino mañana tendremos que aclararlo
todo, en fin, vamos a dormirnos.
– Si, mañana será otro día.
Miguel y Jesusa estaban en la cocina, hablando de lo que había sucedido la noche anterior.
Jesusa llevaba la bata que se ponía siempre para estar en casa en verano y estaba preparando café en
la cocina de gas, mientras Jesús estaba sentado y pensando en la suerte que había tenido al haberse
casado con ella.
Comenzó a mirarla el culo, que respingón lo tenía la desgraciada, solo de pensarlo sintió como su
polla crecía, se la acomodó notando un cierto placer al hacerlo.
– Miguel, tenemos que pensar en lo que le vamos a decir a Jesús.
– Yo creo que la verdad
– ¿No se enfadará?
– No veo el porqué, a fin de cuentas, él ha disfrutado tanto como nosotros.
Miguel no pudo aguantar más, se levantó y se acercó a su mujer que seguía de espaldas, en la
cocina, la agarró la agarró por las tetas y empezó a estrujárselas, a la vez que acercaba su cipota a su
culo.
– A lo mejor se siente utilizado, dijo Jesusa, mientras intentaba zafarse del abrazo de su
marido.
– Ya quisiera yo que me hubiesen utilizado así a su edad, para poder follarme a una hembra
como tú, no me hubiese importado, en absoluto, te lo aseguro, dijo Miguel, al mismo tiempo que se
apretaba más contra ella y empezada a pellizcarle los pezones.
– Bueno, vale ya, Miguel, no estoy para fiestas, vamos a esperar que salga el chico, a ver
qué pasa, dijo Jesusa mientras apartaba la cafetera del fuego.
– Está bien, cariño, pero es que me cuesta controlarme cuando estamos los dos solos.
– Ya lo se cariño, dijo Jesusa que se volvió para besar a su marido en la boca, pero hay que
tener cuidado hasta que sepamos a que atenernos.
Se sentaron en la mesa a esperar a que se levantase Jesús
Mientras tanto Jesús se había despertado, oía a sus padres trastear en la cocina, estaban todavía un
poco resacoso y confundido, de pronto notó que tenía algo en la mano, es verdad, son las bragas de
mi madre, pensó y recordó todo lo que había sucedido la noche pasada, tenía que espabilarse y
pensar en ello.
Como siempre al despertarse tenía una erección del copón y decidió que lo mejor para despejarse
era hacerse una buena paja aprovechando que tenía en su poder las bragas de su madre, seguro que
después de aliviarse pensaba mucho mejor.
Dicho y hecho enrolló las bragas en su polla y empezó a meneársela pensando en la primera vez que
se había fijado en su madre, vamos en realidad no en su madre, en los pechos de su madre.
Estaba estudiando en el salón y su madre estaba en el dormitorio, de repente salió buscando una
blusa que se había dejado olvidada.
– Hola, Jesús ¿Qué haces?
– Ya ves, estudiando, mamá dijo levantando la vista y viendo a su madre que había salido
del dormitorio vestida con un sujetador negro que apenas le tapaban los pechos y una falda del
mismo color, su abuela había fallecido hacía poco y su madre estaba de luto.
Se quedó con la vista clavada en los pechos de su madre, no podía apartarla de allí, ¿Cómo no se
había dado cuenta antes?
– ¿Qué te pasa, te has quedado como alelado? Le dijo su madre mientras se ponía la blusa y
quitaba de su vista lo que tanto le había agradado.
– Oh, nada mamá, dijo volviendo en sí, estoy un poco cansado de estudiar.
– Debería darte una ducha, seguro que así te despejas
– Si seguro que sí, mama, voy ahora mismo.
Se fue al baño, mientras observaba como su madre se sonreía, pero antes de ducharse tuvo que
hacerse una paja pensando en las tetas de su madre.
Dios que tetas, madre, que tetazas susurraba ahora mientras se corría en sus bragas.
Después de la paja se sintió más despejado y pudo empezar a pensar con más claridad.
Se dio cuenta por ejemplo que la actitud de su madre hacia él desde ese día había cambiado por
completo, parecía que le iba provocando, aunque entonces pensó que era su mente calenturienta que
se imaginaba cosas que no había.
Desde ese día se ponía siempre falda para estar por casa, se sentaba enfrente mío y me dejaba ver
más de lo aconsejable, se ponía blusas que siempre estaban más desabotonadas que de costumbre
dejando asomar el canalillo de sus pechos o le faltaba algún botón justo donde era necesario para
entrever un pecho, iba por la casa sin sujetador y se rozaba con él demasiado a menudo.
Un día que estaba estudiando se sentó junto a él, le puso la mano en la pierna, pensaba que para
darle ánimos.
– Mi cielo, así me gusta que estudies para el día de mañana
– Si, mamá, pero estoy cansado.
– Descansa un poco, hijo, descansa, dijo acariciándole la pierna y llegando a rozar su
miembro que ya estaba a punto de ponerse tieso, ellá se quedó mirando hacia su entrepierna, pero se
levantó sin decir nada, solamente le mirón sonriendo.
– Vamos hijo, déjalo ya un rato
Otro día estaba en la cocina preparándose algo para la cena, ella llegó por detrás y con la escusa de
coger algo de un armario que estaba por encima de él le restregó todas las tetas por la espalma,
llegándoselas a poner a la altura de la nuca.
– Perdona hijo, es que quiero coger un vaso
– Habérmelo dicho y te lo hubiese alcanzado yo.
– Es que no quiero molestarte.
En ese momento Jesús se dio la vuelta y pudo ver que su madre iba sin sujetador, como últimamente
y que a través de la blusa le veía un pezón, fue increíble.
– Bueno hijo, ya lo tengo, te dejo.
Ahora lo veía claro, su madre había estado insinuándosele porque quería que la follara, pero ¿y su
padre, porque consentía?, solo había una explicación lógica, pensar en su mujer y su hijo follando
facilitaba su vida sexual que por aquel entonces se veía muy apagada, en cuanto a lo de Javi supuso
que era por dar más variedad al asunto o porque su madre se había encaprichado con él.
Ahora lo veía claro, llamó a Javi y le explicó lo que había descubierto, quedando en que se pasara
por su casa en un cuarto de hora.
Salió hacia la cocina llevando las bragas de su madre en la mano, se asomó a la puerta y les vio
sentados tomándose un café cada uno
– Buenos días familia
– Hola, hijo
– Mamá, me parece que anoche te dejaste olvidado esto en mi cama, dijo mientras tiraba las
bragas encima de la mesa.
– Si, es que tenía calor y me fuy a tu habitación.
– ¿Qué pasa te sudaba el chocho, mamá?, lo digo porque estaban todas mojadas, ahora
también lo están pero no de tus líquidos, de los míos.
– Por dios, Jesús, ¿pero que dices?
– Lo se todo, mamá, cuando llegué anoche vi como follábais y oí lo que decíais. Buena
jugarreta utilizarnos a Javi y a mi para vuestros juegos.
– Mira, Jesús, dijo Miguel, al final todos hemos salido ganando, vamos creo yo, ¿Dónde
ibas a ver encontrado tu una hembra como tu madre? Y sobre todo a tu edad, deberías de estar
agradecido.
– Lo estoy papá, lo estoy, pero a partir de ahora se acabó el esconderse, por cierto he
llamado a Javi, se merece estar en la celebración, él es tan parte interesada como nosotros.
– ¿Pero es que vamos a celebrarlo? Dijo Jesusa
– Por supuesto mamá, mira a papá como tiene ya la polla pensando en lo que se avecina.
– Es verdad, hijo, estoy poniéndome malo.
En ese momento sonó el timbre.
– Vete a abrir papá, por favor, mientras yo lo preparo todo.
– De acuerdo hijo, seguro que no me defraudas.

Se quedaron Jesusa y Jesús solos en la cocina.
– Venga mamá, quítate la bata.

Ella obedeció y se quedó en bragas y sujetador.
– Hombre, el famoso sujetador negro, hacía tiempo que le había perdido la pista.
– ¿Te gusta?
– Me encanta, pero quítatelo también y la bragas, mientras yo me quitaré también los
calzoncillos que mi polla no aguanta más.

Se quedaron los dos desnudos, ella depié y el sentado en una silla.
– Vente aquí, mamá, siéntate en mi pierna
Jesusa así lo hizo se sento en el muslo de Jesús mirando hacia él.
– Y no te preocupes, mamá que tu también vas a gozar, dijo mientras le empezaba a sobar el
coño.
– Ya lo se hijo, siempre piensas en tu madre.
En ese momento entraron Miguel y Javi
– Hola, familia ya veo que estais dispuestos a todo.
– Hola, Javi, el algo que se ha inventado Jesús, a ver por donde nos sale.
– Seguro que es algo que nos da mucho gusto a los cuatro.
– De eso podéis estar seguros dijo Jesús, venga no se a que esperáis, desnudaros.

No se hicieron de rogar Javi se desnudó en un santiamén dejando ver su polla ya tiesa y Miguel lo
único que tuvo que hacer fue bajarse el pantalón del pijama mostrando también su miembro
erguido.
– Acercaos.
Así lo hicieron
Cogió la mano de su madre y la acercó a la polla de Javi, la agarró con fuerza, hizo lo propio con la
suya.
– Y tu papá, ven aquí, seguro que con su boca puede hacerte algo.
– Seguro que si, hijo
– Venga madre, ya sabes lo que tienes que hacer le dijo, mientra él empezaba a meterle la
mano por el coño.

Su madre empezó a masturbarlos a los dos, mientras su boca se afanaba con la polla del padre, la
cosa no podía durar mucho, estaban todos demasiado excitados viéndose unos a otros en tal trance.
Cuando se iban a correr cogieron sus miembras y dirigieron su leche hacia la cara y tetas de Jesusa
que quedó toda llena de lefa, ella ni se inmutó, cogió las bragas de la noche anterior que todavía
estaban sobre la mesa y se limpió lo mejor que pudo, no se acordaba que tenían semen de Jesús,
pero le dio igual.

– Bueno, madre, a partir de ahora nos vas a tener que satisfacer a todos, ¿te ves con fuerzas?
– No lo se, quizá hubiese que buscar a otra.
– Una especia de casting, dijo Miguel divertido, no estaría mal un desfile de tetas para elegir
la que más nos gustase.
– Yo, dijo Jesús lo único que quiero es que no sea una niña, quiero una mujer con
experiencia y sobre todo con unos buenos pechos, como este, dijo cogiendo uno y llevándoselo a la
boca.
– Yo opino lo mismo dijo Javi, haciendo lo mismo con el otro.
– Y yo aparte de un buen par de tetas quiero que la chupe tan bien como tu, dijo Miguel
mientras le daba un morreo a su mujer.
– Muy exigentes me parecéis dijo Jesusa, pero en fin, vosotros veréis, porque creo que voy a
tener que descansar un tiempo, me temo que estoy embarazada.

Los cuatro se quedaron mirando sin saber que decir…..

Madres peludas incesto

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