Mi esposo no puede estar a su altura

Vengo de casa de él, y me encuentro otra vez a mi marido en la cocina, mi pesadilla de cocina y mi tormenta en la cama. Algunas veces me he tenido que poner encima de su cara, un facesitting en toda regla, para mojarme como una buena perra. Después lógicamente, él no ha sido mi follador, no puede, me he ido a casa de mi amante.
Y ahora vuelvo de ahí, de la casa de mi hombre de verdad, me gustaría que estuviera aquí y que fuera mi esposo, pero eso es imposible. en nuestra casa de casados. Llego y me lo encuentro haciendo la comida, la comida de coño la que me ha pegado mi macho auténtico.
Vengo mojada y follada, rellena de nabo gordo y no el de mi esposo. Esta mañana le llamé por teléfono como siempre, desde el lavabo, ya estaba yo caliente. Una llamada caliente, casi una linea erotica pero esta vez muy real, la línea erótica de mi hombre y corneador.  No para sexo telefónico, si no para una buena cogida real.

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-Hola, qué tal- le dije sin más por teléfono.
-Muy bien, mi zorrita, ¿qué quieres?- me dijo esta mañana, de esa forma que solo él lo sabe hacer, y que a mí me tiene completamente dominada.
-Pues, te quería preguntar, si hoy puedo ir a tu casa, es viernes, y me gustaría ir…
-Ir para qué, mi putita, para qué quieres venir, ¿necesitas mi polla?
-La verdad que sí, y él está ahora trabajando y yo en el lavabo, me gusta llamarte desde aquí, me calienta, ¿puedo acercarme?-le he pedido, como otras veces, no siempre me responde de forma positiva, por eso le pregunto primero.
-Ven para aquí, sin bragas y con el perfume que te regalé, a las doce aquí- me ha dicho con la sobriedad y solemnidad que lo suele hacer, yo simplemente he obedecido.

A las doce estaba en su casa esta mañana, ahora mientras escribo, ya es por la tarde. He llegado a la hora que me ha dicho y él ya estaba preparado. Es el momento que me hace ser mujer, mi momento de verdad, de realización por completo, y de intensidad vital para gozar.

-Ven aquí y cierra la puerta.
-Sí….-he entrado y me he acercado a él.

Me ha sobado las tetas, algo caídas para mi edad, pero morbosas y gordas, muy sensibles los pezones, los cuales ya los conoce bien.

-Vienes ya caliente, puta.
-Sí,….- no pude ni decir más palabras, y es por él, porque me deja sin habla.

Me ha apretujado los pezones, la sensación es inmensa, pronto noto su erección, una polla tiesa de verdad, como la que no tengo en casa y que me vuelve loca. Cuando lo noto así, ya sé que pronto la tendré dentro si todo va bien. Y si él quiere, claro está, por eso hago todo lo que me pida. El simple hecho de obedecerle, también me excita, así que cualquier cosa que haga con él, me pone bien puta, como me dice.

Mi macho corneador hace de mí un buen putón

-Estás bien, caliente, y bien perra- me dice mientras me explora y palpa mi coño sin permiso, no me he dado ni cuenta y ya tiene su mano grande sobándome el coño.
-¿Tu marido cuándo te ha follado la última vez?
-Hace semanas que ni me toca, porque yo no quiero, y porque no me excita-le digo para que lo escuche, sé que le gusta oír lo inútil que es mi esposo, y veo como se extrae la polla y me enseña.
-Y vienes aquí a por esto, pedazo de puta, mi puta caliente, ¿es así?

Me quedo sin habla, porque tiene razón. Su pollón me vuelve loca, pero aún me quita más el sueño, todo él.

 

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