Las tetas de mamá 3

El tiempo fue pasando, Pilar recordaba lo sucedido como en una neblina, debió de ser un ataque de locura transitoria, pensaba, cosas de la edad.


Miguel tenía novia, Silvia se llamaba, cuando la vio Pilar no pudo reprimir una sonrisa, estaba claro que a su hijo le gustaban pechugonas, Silvia tenía un buen par de tetas, además estaba segura que con la edad que tenía debían de estar duras, su hijo seguro que disfrutaba con ellas, sintió un cosquilleo en la entrepierna y alejó de su mente la imagen de su hijo sobándole las tetas a Silvia, no, no debía pensar en eso.
Su vida sexual también había mejorado, desde que se arreglaba más para estar en casa como le dijo su hijo, su marido estaba más fogoso, no se limitaba al polvo apresurado del fin de semana, se la follaba cada dos por tres, en cualquier sitio, sobre todo en la cocina, llegaba, empezaba a sobarla por arriba y por abajo y se la tiraba en cualquier lado, la mesa de la cocina era conocedora de varios de sus encuentros sexuales, se había aficionado también a sus tetas y se las sobaba continuamente.
Ahora sí que Pilar no se cortó lo más mínimo, pensar en cómo la follaba su marido la había puesto caliente, se subió la falda, se bajó las bragas y sentada en el sofá se empezó a meter los dedos en su coño, mientras con la otra mano acariciaba sus pechos por debajo del sujetador, sintió en sus dedos como se corría y suspiró,
Dios que caliente estaba, parecía que había vuelto a la adolescencia, se arregló la ropa y siguió con las tareas de la casa.
Llamaron al timbre, Pilar se secó las manos en el delantal que llevaba y abrió la puerta, eran Miguel y Silvia.
– Hola mamá
– Hola Miguel y compañía, pasad.
– No están papá y los hermanos.
– No, se han ido al campo y no volverán hasta esta noche.
Pasaron y se saludaron dándose dos besos, Pilar creyó notar que su hijo le tocaba un pecho a la hora de besarla, pero no le dio importancia, habrá sido sin querer pensó.
– Pasad al salón mientras yo quitó una cosa que tengo en el fuego.
Los dos pasaron al salón y Pilar se fue a la cocina, apagó el fuego y se dirigió allí. Se quedó pasmada, Silvia tenía las tetas fuera y Miguel se las estaba devorando. Entró.
-¿Pero esto que es, no os da vergüenza? Podríais haberos ido al dormitorio por lo menos.
– ¿Que pasa mamá,te da envidia?
– ¿Pero que dices hijo?
– Tranquila, suegra, Miguel me lo ha contado todo, dice que tienes unas tetas muy bonitas para tu edad y yo le he dicho que quería comprobarlo.
– ¡Estáis locos!
– No mamá, no estamos locos, nos vas a enseñar las tetas.
Miguel se levantó y se dirigió a su madre, le desabrochó la camisa y se la quitó.
Pilar llevaba un sujetador blanco de encaje.
– Estás muy guapa mamá, dijo Miguel mientras se lo desabrochaba.
Miguel sacó las tetas del sujetador y se las cogió enseñando delas a Silvia
– ¿Que te dije, son bonitas o no las tetas de mi madre?
– Son preciosas contestó Silvia.
Miguel se las empezó a chupar.
Silvia mientras tanto se había bajado las bragas y se metió la mano por debajo de la falda para tocarse el chochito.
Comele las tetas a la zorra de tu madre! Gritaba mientras se masturbaba.
Miguel seguía con la teta en su boca, la soltó y empezó a chuparle el pezón de la otra, se abrió la bragueta y se sacó su polla.
– Mira como la tengo, mamá.
Le siguió besando las tetas a la vez que se hacía una paja, se corrió en el delantal de su madre.
– ¡Que corrida, Miguel! Dijo Silvia, yo también estoy a punto, dijo suspirando, nunca pensé que tuvieses una madre tan puta, lo que vamos a disfrutar con ella. ¿Te la has follado?
-¿Quieres que me la folle?
-¡Si, si! Dijo Silvia con el coño chorreando de solo pensarlo.
-¡No hijo, no!, Por favor.
– Te voy a follar, mamá.
Miguel se acercó a su madre, le quitó el delantal, le subió la falda y le quitó las bragas, se agachó y empezó a comerle el coño. Pilar suspiraba, no podía creerse lo que estaba pasando, pero empezaba a gustarle.
Miguel dejó el chocho de su madre, se levantó y la acercó hacia el sofá donde estaba Silvia.
Pilar se tumbó, su hijo le puso encima y dirigió su polla hacia el coño de su madre, se la metió hasta el fondo y empezó a bombear.
Silvia mientras empezó a comerle las tetas a su suegra mientras se metía los dedos en el coño.
– ¿Te gusta mamá?, ¿Te gusta cómo te folla tu hijo?
– No sé hijo, no se.
– Si te gusta, mamá, te gusta porque eres una zorrita.
– ¡Si hijo, si lo soy, has hecho que tu madre se corra de gusto!
Miguel también les corrió, el esperma rebosaba del coño de su madre.
Silvia también llegó al final, quedándose los tres derrengados en el sofá.
El futuro se presentaba halagüeño?

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