Yo siempre había querido ser como ella, y ese día lo pude hacer realidad…Me abrí de piernas, porque estaba yo sola, sola en casa, caliente perdida, cachonda como ninguna, pero quería ser igual a ella, idéntica: mi jefa rubia explosiva. Tetona, culona, mandona, decidida y sobre todo, una mujer de verdad.
Mi jefa rubia imponente con un coño de lesbiana ardiente
Así que estaba sola en mi sofá preferido, de sky, es decir, frío como el acero y cachondón como un oso pardo. Empecé a pensar en ella: altiva, manirrota, engreída, despreciativa, indolente, caliente, tetona, resultona, putona y hasta cincuentona. Uf, estaba a mil por ahora, mi chochito es sonrosado, abierto por defecto, de culo prieto y sonrisa picarona. Haría las mil delicias, de los hombres, pero qué pasa, que paso una mierda de ellos, me gustan las mujeres, las hechas y derechas, maduras con poder de mando, dominantes, y muy, pero que muy putonas. Seguiré porque este relato así, a secas, me pone más mojada que la nariz de un conejo de campo.
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