En Huesca, con la esposa de mi amigo

A finales de los últimos días del 2018, estuve en Huesca con mi amigo pasando unos días. Yo estoy soltero de 51 años, ellos son matrimonio cincuentón también, y desde hace tiempo con hijos ya mayores. Así que mi amigo, me dijo de ir unos días y estuve hasta fin de año, allí estuvimos los tres hasta año nuevo 2019.
No tenía pensado nada de lo que ocurrió, a mí siempre me ha gustado viajar, no tener responsabilidad de familia, tengo muchos amigos, así que me pareció buena idea. Su mujer, que ya la conocía desde hace tiempo, la pude conocer bien a fondo. No sé como salió todo, pero al final acabé con ella y mi amigo mirando como me la follaba.
Nunca pensé en ella como mujer para sexo, pero fueron esos días y el morbo de que su marido quisiera verla conmigo, lo que provocó todo. Ella es una mujer no muy guapa, no sé si a alguien le puede atraer, pero es de lo mas normal. Una señorona oscense de toda la vida, que bien podría salir en un anuncio de la cuajada danone, esperando a la familia o en un parque paseando al nieto. Para la medio abuela tiene cuerda para rato.

Hice a mi amigo cornudo como era su deseo

Se transformó en toda una zorrona de campo, poniendo los cuernos a mi amigo. Sin remordimientos ni retrocesos. Tienen una casa grande, paredes blancas, sofás o sofales perfectos y ella se me abrió entera para mí en uno de ellos. Tenían obsesión por las fotos, así que me harté a echar fotos de ella desnuda, abierta, en las habitaciones, apoyada sobre la silla, tomando el sol en el jardín, entre la hojarasca de los árboles oscenses, en fin, tengo unas cuantas. Dejo unas pocas para ver la impresión que causa, si a alguien le gusta pondré alguna más.
El caso es que su marido quería ser cornudo, y con alguien que conociera, así que me di el gusto esos días últimos del año, previo al 2019, a gozar y beneficiarme a la viciosa amiga de mi amigo. Valga la redundancia. Todo hay que decir que tras su apariencia de modosita, hay toda una buena zorra para follar. Eso es lo que pude deducir de toda mi estancia allí, con ellos, y de su caliente coño. También pude saber gustos sobre su sexualidad, atraídos por el sexo duro, ella gozó de azotes que me dijo que le gustaban, apasionados por el BDSM, estaban probando cosas nuevas, y me escogieron de conejillo de indias, y yo cogí el conejo de Remedios, la mujer de Vicente. Mi cornudo amigo.
Con un buen vibrador que se lo habría comprado supongo en un sex shop, verla en el sofá era toda una sensación impresionante y fasinante, como para no follarla, y encima el marido queriendo. Fue  una experiencia.

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