EL VAGABUNDO

Baldomero era un vagabundo, alto, de larga barba blanca. Aparentaba unos 80 años y andaba siempre limpio.Su primer día en aquel pueblo tentó su suerte llamando a la puerta de un chalé. Le abrió una joven morena, con trenzas, de grandes tetas, cintura estrecha y largas piernas.


-¿Me puede dar algo para comer?
La joven, a la que le había interrumpido una masturbación que prometía, un gran final, le dijo
-No sólo te daré algo para comer, si comes todo lo que dé de comer y de beber, te recompensaré con cien euros. Pasa, pasa.
A baldomero aquello le olía mal, pero el hambre es el hambre.
Fueron a un salón. La joven se quitó las bragas, levantó la falda, se sentó en un sillón, abrió la piernas, y enseñándole su chochito peludo, le dijo:
-Come.
No se lo tuvo que repetir dos veces.
Hacia treinta años que Baldomero no comía un coñito, y tan fresquito como aquel, más de sesenta, pero no se le había olvidado comer coños.Antes de diez minutos, la joven le decía a Baldomero.
-¡¡Qué bueno eres, cabrón, ya me voy a correr!! ¡¿Preparado para beberme la corrida?!
Baldomero, arrodillado delante de ella, le respondió:
-Echa.
Le hizo el tornado con la lengua y la joven se empezó a correr echando un tremendo chorro de flujo vaginal, al que siguieron ocho más pequeños. Baldomero se tragó toda la corrida mientras la joven gemía y se sacudía con el placer.
Cuando la joven se recuperó le dio a Baldomero los cien euros, y le preguntó:
-¿Te vas a quedar por aquí?
-Mientras me dure el dinero.
-Si aún te duran, el miércoles que viene ven a la misma hora, estaré otra vez sola en casa.
-Durará. Necesito muy poco para vivir, pero si vuelvo te voy a destrozar esa cuevita con mi polla.
-Ja, ja, ja. Si se te levantara…

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