Masajes eróticos Barcelona a cuatro manos

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Así rezaba su anuncio que al llegar vi en la puerta de su casa. No lo dudé ni un instante, era la dirección que ponía en el periódico. Llamé y una voz sugerente, me respondió con la misma soltura que luego arriba me recibiría.
Al llegar al rellano, un cuarto piso, oscuro y con una escalera siniestra, las típicas de los pisos antiguos de Barcelona, ella me recibió bajo el umbral de la puerta.
Morena, de pelo rizado, alta, estilizada y con una mirada más que cautivadora; y con un ademán de: «adelante, estás en tu casa».
Proseguí con mi aventura erótica en Barcelona, me adentré en ese piso con aspecto de alquilado pero con un olor a mujer que no puedes ni imaginar.
Era una esencia de dama no antes percibida por mí, entre perfume hipnótico y señora egocéntrica, no sé, algo inexplicable.
Me invitó a sentarme y sin más, a presentarme a una amiga. Pronto una chica salió de una habitación contigua. Era más joven que ella, morena también, pelo liso, igualmente estilizada aunque menos voluptuosa y con unos andares que quitarían el hipo al más alérgico.
No había duda, había llegado al lugar idóneo, al sitio esperado. Masajes eróticos Barcelona, a cuatro manos, lingam, tántricos o todo lo que se pueda pedir.
Después de esta presentación tan corta y clara, las masajistas me propusieron lo que en un segundo relato pondré. De momento lo dejo aquí, por si quieren algo más.

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