Esa noche Sandra no tenía sueño. Tetona, madura, rubia y lozana. Pasaban las doce de la noche y se acordaba de su último polvo con prácticamente un desconocido. Lo había conocido en la rutinaria discoteca a la que solía ir, lo había acompañado a su coche, se habían despelotado, él le había comido las tetas, cosa que le gusta mucho, y después de estar bien excitada, se la había follado. Lo recordaba y se mojaba, se mojaba sola y en su sofá.
No renunciar del sexo a la tercera edad
Cuando alguna vez he oído que las abuelas o mujeres de tercera edad ya no tenemos sexo, o estamos apáticas en el terreno sexual, que me lo pregunten a mí. Desde hace tiempo ya estoy viuda y el único consuelo que me queda es autosatisfacerme, y bien es verdad que si tuviera un hombre a … Leer más