Probé el deseo de hombre

La verdad es que nunca cantes había tenido un encuentro homosexual con nadie, esa era la realidad y mi tendencia siempre fue de heterosexual. Hace tres meses, en pleno verano, me desplacé junto con mi cuñado a una vivienda que tengo en la sierra cercana a mi ciudad. Tenía que hacer unos arreglos en la vivienda y él me acompañó ya que es un experto en la materia de que se trataba.


Así que llegamos y el calor zumbaba de lo lindo y como la piscina se había llenado el domingo anterior, pues lo primero que hicimos fue desnudarnos y darnos un chapuzón. Como no había nadie en la casa nos quitamos toda la ropa y nos sumergimos en el agua fresca de la piscina. Dimos algunas brazadas y después nos pusimos a jugar como dos críos echándonos agua el uno al otro y a empujarnos intentando hundirnos uno al otro.
Nuestros cuerpos quedaban muy juntos y por supuesto nuestras pollas, que con el juego se pusieron erectas, de tal forma que ambos nos fuimos calentando poco a poco y ya el juego se fue cambiando a otro mas intenso.

Sin pensarlo dos veces saltó mi cuñado al borde de la piscina y me fijé que su pene apuntaba hacia el cielo limpio de aquel día de Agosto, era un pene grueso, ausente de piel por la punta porque había sido operado de fimosis, no muy grande, si lo comparaba con el mío. Vi que él se me quedaba mirándome a los ojos y me invitaba a disfrutar de él. Yo alucinado dudé un momento, ya que nunca había hecho nada sexual con otro hombre, pero finalmente me animé a probar. No me hice de rogar y me acerqué nadando suavemente hasta estar a su altura. Lo levanté con mis brazos un poco y tuve a la altura de mis ojos su raja oscura y llena de vellos negros y fuertes. Allí metí mi lengua, mientras mis manos le masturbaban. Mi cuñado se retorcía de placer y después de mucho trabajarle su semen saltó a mi cara y mi pecho. Él gritó fuerte y quedó laso encima del borde de la piscina, con los ojos fijos en el cielo.

En esos momentos le besaba lo que tenía mas cercano, su fortísimo muslo tostado por el sol, lleno de vellos rizados y fuertes. Su pecho agitado se fue calmando y se incorporó en unos minutos. Me pasó los dedos por mis labios y se dobló para besarme en los labios. Y no decíamos nada, todo estaba explicado, pero es que no queríamos pensar en nada y mucho menos en nuestras dos esposas, hermanas entre ellas.
Me tomó de la mano y me fue arrastrando hasta la escalerilla metálica de la piscina y me indicó que subiera.
Mojado como estaba, pudo ver mi pene de 22 centímetros erecto y deseando ser comido por él. Yo estaba fuera a de mí y caliente como un perro. Miraba sin parar su hermoso trasero y el se dio cuenta de ello. Se tendió en el césped y me ofreció su hermosa raja oscura que yo había degustado anteriormente con mi lengua.

Cierto es que la tenía bien abierta, pues él seguía caliente y lo demostraba por su nueva erección, pero abrió sus piernas para recibir mi carne latiente que pujaba por encontrar su sitio. Me arrodillé, besé sus nalgas hermosas y las mordí con pasión. Él gemía de nuevo y yo con mis dedos fui horadando aquella raja hermosa que se me ofrecía como un regalo único.
Primero metí un dedo y después dos. Poco a poco fui añadiendo más dedos y al final los cuatro dedos jugaban con su interior, como prólogo de lo que él recibiría después. Lo que pasaba es que lentamente le fui restregando mi polla caliente por los muslos y la coloqué en la entrada. Pasé mi capullo de arriba a abajo y él gemía cada vez más, así que no le quise hacer esperar más y le introduje poco a poco mi gran pene dentro de él. Se adaptó rápidamente a mi y comenzamos el baile del mete y saca como jamás lo había hecho con mi mujer. El culo de mi cuñado era infinitamente muchos más estrecho que la vagina de ella y me daba más placer al apretarme el falo, sentía que me correría con mucho mas placer.

Estaba yo inundado a semen de mi cuñado, pues en la cara y el los vellos del pecho aun conservaba su huella, así que aquello me hacía ponerme mucho más salido. Mi cuerpo cada vez que se elevaba para volver a clavar mi polla dentro de él, hacía que se fuese secando el semen y ello hacía estirar mis vellos produciéndome una morbosidad inusitada e ignorada por mi hasta ese momento. Cuando él sintió que me llegaba el orgasmo, pues mi pene se dilató aún más, en lugar de decirme que me derramara fuera, volvió sus brazos hacia mis nalgas y apretó hacia dentro con lo que aquel empujón dentro de su cuerpo me puso mucho más caliente y una oleada de leche salió de mi polla inundando todo su interior, mientras los dos jadeábamos como dos perros calientes. El se había corrido también encima del césped y vi como su leche brillaba al lado de su polla.

Cogí su polla, la sostuve con mis dedos y la probé. Me gustó y quise probar más, así que saqué mi polla de su culo, lo volví boca arriba y vi que tenía todo su pene lleno de leche. Me dirigí a él y lo lamí limpiándole todo el semen que había quedado depositado alrededor de aquel super capullo que me ofrecía. El creyó que no era justo y se volvió hacía mi, nos abrazamos y nos dispusimos a chuparnos las pollas y no dejar rastro de nuestro encuentro homosexual en la piscina. Nos fundimos en un perfecto 69 que nos puso de nuevo calientes. Así estuvimos un buen rato hasta que faltos de fuerzas nos quedamos tendidos en el césped a la sombra de un árbol en aquel día caluroso.

En definitiva, yo no calculo el tiempo que estuvimos, pero cuando me desperté vi mi pene fláccido en su boca y yo tenía el suyo a pocos centímetros de mis ojos, así que comencé por pasar mi lengua por su punta y lo desperté del todo. Nos levantamos, nos fuimos dentro de la casa y nos dirigimos a mi dormitorio. Allí fue el segundo encuentro. Comenzamos por darnos un beso largo, mordiéndonos los labios suavemente mientras que nuestras pollas chocaban unas contra otra, que de nuevo se enervaban como queriéndonos traspasar el uno al otro, rompiendo nuestros principios y prepucios heterosexuales, y la realidad es que aquello era lo más excitante y homosexual que he vivido hasta ahora, toda una experiencia didáctica y hermosa.