Písame hasta el amanecer

Los pies, la horma de los zapatos, sobre todo, relatos de fetichismo, y lo que más me gusta, los tacones. Si son de aguja mejor. Os preguntaréis y ¿Por qué?
Bien los zapatos peep toe, salones, o unos manolos son los que más me ponen cachondo y los que me ponen la polla bien dura.


Me gusta mucho que cuando estoy con una mujer se ponga unos tacones de infarto acompañados de unas medias ligueras. Ir a cenar y después lo que surja y esto es lo que pasó en mi última cita.

Conocí a Victoria en un congreso de empresas para la alimentación (lo que viene siendo un rollo). Allí la vi, tan rubia y, sencilla y angelical, me la imaginé con alas un buen conjunto de Victoria Secret y unas medias blancas y unos tacones… ¡Pero qué tacones me imaginé!

No dudé en acercarme e invitarla a un café bien cargado para soportar las tres conferencias sobre agricultura ecológica que nos deparaba….
Al final de la jornada le ofrecí mi teléfono por si le apetecía ir a tomar un par de copas por la ciudad la condal. Mi sorpresa fue cuando me encontré una llamada de Victoria en mi móvil acompañado de un mensaje de voz en mi buzón en el que se escuchaba una serie de gemidos y blasfemias que me pusieron cachondos.

Bip-Bip. Un mensaje de texto con una dirección y una habitación. Era la de ella e inmediatamente una imagen de su clítoris muy rojo y cachondo esperándome para que lo chupara “Dios mío que a saco iba esta Victoria, y parecía un angelito”

Me presenté en la calle Rector Ubach y allí tan solo había un edificio que indicaba un lugar que se llamaba La Vie en Rose. Me resultó raro pero entré y pregunté por ella.

Bajo por unas escaleras y ella vestida de blanco con unas medias ligueras y unos tacones con suela roja… ¡Dios Mío! Igual que en mi imaginación. Cada vez me encantaba más esa mujer, me daba igual que fuera escort.

Se acercó a mí y me acarició el mentón, con su aire de fetichismo, hasta dejar su mano a mi paquete. El bulto no paraba de crecer y yo paraba de subirme la calentura. Nos fuimos a su habitación y nos dejamos llegar.

Cuando entré me dio un ataque en mi pene, estaba repleto de zapatos de tacón por el zapatero enorme y cada uno a cada cual me lo imaginaba en sus pies. Pero por dios no paraba de tener mi polla dura y dura.

Me la follé como si no hubiera mañana y por todos los costados, en esa casa y en el congreso al día siguiente.

Nunca más volví a saber de Victoria, pero conseguí ponerme palote durante 24h seguidas sin bajar la erección.

Deja un comentario