Adicto al sexo telefónico

Antonio, pese a sus esfuerzos para no llamar a la línea caliente a la que es asiduo, sexo virtual, telefónico, hecho relatos, no consigue resistirse y acaba cayendo, hasta que finalmente alguien le brinda otra posibilidad….

Antonio se levantó con una erección monumental aquella mañana y no pudo evitar llevarse las manos a su entrepierna para tratar de aliviarse. Una vez sacó su verga fuera miró al lado derecho de la cama, donde dormía su mujer junto a él, pero ya no estaba, debía de haberse marchado a trabajar.

El hombre, al ver que no podía descargar su tensión sexual con su mujer, rápidamente buscó su teléfono móvil, con el que en los últimos tiempos había contactado con una línea erótica que le dejaba muy satisfecho en lo sexual, pero muy pobre en lo económico ya que costaba más de un euro el minuto

Antonio soltó el teléfono cuando ya tenía 5 de los 9 dígitos que tenía que marcar para que alguna de las sensuales voces femenina de la línea lo atendiese. Pese a que en las últimas semanas había decidido dejar de llamar por su excesivo precio siempre había acabado cayendo de nuevo en las redes de aquellas excitantes hembras que tenían la cualidad de calentarlo más que su propia esposa.

El hombre se levantó de la cama para ir a desayunar, tratando de ignorar sus deseos, pero después del desayuno se dio cuenta de que iba a acabar como siempre: llamando a la dichosa línea caliente.

Antonio marcó el numero con las manos temblorosas por la excitación, pero en esta ocasión no dio tono alguno, tan solo salió un mensaje de su compañía telefónica indicándole que su saldo no alcanzaba para servicios de tarificación adicional.

Pese a que en otra ocasión, por ejemplo si su mujer hubiese estado en casa, aquello habría sido suficiente como para abortar el plan de llamar a la línea, el hombre se incorporó del sofá en el que se había acomodado para dirigirse a su habitación y ponerse ropa de calle.

Tan pronto como estuvo medianamente vestido salió a todo correr a la calle, en busca del cajero más cercano para poder recargar su móvil. Antonio maldijo vivir alejado del centro de la ciudad, ya que tuvo que caminar casi 10 minutos hasta que llegó al primer cajero, en el cual había 3 personas esperando.

El fresco que hacía a aquellas horas de la mañana hizo que su cabeza se comenzase a despejar un poco, pero en cuanto recibió el mensaje de que la recarga había llegado a su móvil, y que su saldo era superior a 20 euros, comenzó a caminar con rapidez hacia su casa para, en la intimidad de su salón, llamar al número erótico.

En cuanto regresó a su chalet, el hombre se quitó la ropa, tirándola en la entrada para ir totalmente desnudo hasta su confortable sofá, colocar el reposapiés a la altura que le gustaba y comenzar marcar el número que le daría alivio por fin.

Ya con el móvil en la oreja izquierda, utilizó su mano derecha para estimular su verga, que en aquellos momentos tenía una buena erección, aunque no tanto como la que había tenido cuando se había levantado.

Después de la clásica presentación en la que la línea explicaba el funcionamiento del servicio Antonio comenzó a escuchar los anuncios de las chicas que estaban en línea.

– Buenos días, me llamo Fátima, soy una chica jovencita con muchas ganas de que un autentico macho me posea- dijo una voz dulce que a Antonio le embriagó, pero en la que no cayó ya que había hablado con ella días atrás y quería probar cosas nuevas. Un pitido dejó paso al siguiente anuncio.

– ¡Hola perro!- dijo una voz más madura que la anterior- Soy una Dominatriz con experiencia que busca un sumiso que sepa como entregarse a mí de forma incondicional, os aseguró que sabré que hacer con vosotros- A Antonio se le puso aún más dura al escuchar a Ama Verónica, con la que también había coincidido en otra ocasión, pero en aquel momento no deseaba sexo telefónico tan duro. El siguiente pitido dio paso al tercer anuncio.

– Hola, me llamo Sandra, soy una chica muy dócil y guarra, me encantaría alguien con experiencia que me enseñe cosas nuevas, aunque también gozo mucho aprendiendo junto a otros inexpertos- la suave voz de aquella muchacha hizo que el dedo de Antonio se moviese solo y pulsase el número que le contactaría con aquella chica.

El hombre se puso un poco nervioso cuando la musiquita que ponían en la línea antes de cada conexión se extendía más de lo habitual, era como esos relatos de sexo virtual, pero en realidad, pero sonrió cuando escuchó la voz de Sandra.

– Buenos días- dijo educadamente la suave voz de la muchacha.

– Hola guarrilla, me encantó tu anuncio- la chica gimió de gusto al oír lo directo que era su interlocutor.

– Muchas gracias caballero ¿cómo le puedo ayudar?

– Eres muy educadita, eso me gusta.

– Bueno, para algo mis padres pagan para que vaya a un colegio de pago- dijo para a continuación soltar una risita musical.

– ¿Qué edad tienes, encanto?- preguntó Antonio curioso.

– 18 añitos recién cumplidos.

– ¡Que jovencita, me encanta! Yo tengo 38 ¿Qué te parece?

Era morboso, excitante, todo lo que rodeaba al sexo me excitaba..

– Una edad estupenda, muchos de mis profes tienen más y me ponen cachonda, seguro que me enseñarías muchas cosas nuevas.

– ¿Cómo eres físicamente, preciosa?

– Bueno, pues soy de mediana estatura, tengo la piel clara, el pelo largo y negro, ni delgada ni gordita… y supongo que lo que te interesará mas- dijo para soltar otra risita- tengo un culito redondo y pequeñito, unos pechos grandes a los que mis compis no quitan ojo, y algunos profesores tampoco, y un coñito de labios rosaditos y totalmente depilado.

Relatos de sexo virtual y telefónico

– Realmente delicioso- dijo el hombre excitado.

– ¿Te estás tocando ahora, papi?- preguntó melosa.

– Sí, te estoy imaginando aquí conmigo.

– ¿Me cuentas como eres tú? Es que mi chochito aún no ha recibido el primer orgasmo de la mañana y ando necesitada.

– Yo soy de mediana estatura, pelo largo y castaño, piel morena, cuerpo bastante bien, me mantengo en forman, hago deporte- explicó el hombre mientras escuchaba los gemiditos de la chica aprobando el físico de su cliente.

– ¿Y lo que te estás tocando como es, amor?- preguntó Sandra mimosa.

El hombre se apretó la verga con la mano y se pajeó suavemente antes de comenzar a narrar.

– Es bastante gordota, me mide casi 20 centímetros- mintió ya que su pene pasaba por poco los quince- tengo la punta rosada y ahora hinchadísima por tu culpa- la chica gimió de nuevo al oírlo.

– Pues no puedo vivir con ese cargo de conciencia- dijo Sandra rápidamente- si estuviese ahí ahora mismo me hincaba de rodillas entre tus piernas y te la mamaba hasta hacerte descargar. Seguro que tienes mucha lechita rica para mí, era todo telefónico pero real.

– Ya lo creo, preciosa- dijo el hombre comenzando a jadear- para lo jovencita que eres, eres muy espabilada.

– Gracias, siempre he sido muy caliente, desde que comenzaron a salirme las tetas a los 14, y según han ido creciendo me he ido volviendo más y más cachonda- dijo con su seductora voz.

Antonio estaba cada vez más encantado con aquella jovencita, la verdad es que solo la había elegido a ella por probar, ya que la mayoría de chicas jóvenes acostumbraban convertir la llamada erótica en una constante de aturullamientos y gemidos con los que trataban de seducir a su interlocutor, pero la voz de aquella chica era muy diferentes, su voz sonaba excitada, no se quebraba y podía mantener una conversación con ella sin ningún problema.

– Si fuera tu padre te habría dado un buen castigo cuando me hubieses venido con las notas, con lo zorrita que eres seguro que has suspendido un montón- comentó el hombre después de un rato de charla.

– De eso nada, he sacado casi todo matrículas- dijo la chica- para mi papi soy una chica de lo más estudiosa, aunque esas notas han venido con “ayuda”- dijo para soltar una risita.

– Debo intuir que la ayuda no ha sido por un profesor particular, ¿verdad?- comentó haciendo que Sandra soltase una nueva risita.

– Digamos que para aprobarlo todo, mi culo, mis tetas y mi coñito tragón han tenido que estar trabajándose el aprobado a tiempo completo durante la última semana de curso- dijo la chica gimiendo para dar más realismo a su historia.

– ¿A cuantos profes que te has tenido que trabajar, zorrita?- preguntó Antonio curioso de ver que más le podía contar aquella chica.

– A 6 profesores y a 2 profesoras, en la única asignatura que tuve que estudiar fue en literatura porque mi profe es gay y no hubo manera- comentó para acabar soltando una risita.

– ¿Te lo has montado también con dos de tus profesoras?- preguntó impresionado ya que no esperaba oír aquello.

– Sí, ¿has oído que la mayoría de las mujeres tienen un lado bisexual? Pues es verdad- dijo para volver a reír suavemente- por en tono que me lo has preguntado creo que te da morbo ver a dos mujeres follando.

– Ya lo creo, aunque prefiero que estén conmigo y yo follar a las dos- dijo el hombre con firmeza.

– Seguro que a mí a mi profe nos habrías dejado satisfechas, semental- Antonio al oír aquello sintió como su polla se ponía más dura- ¿Quieres que te cuente como seduje a mi profe?

– Sí amor- dijo el hombre ya con los ojos cerrados para imaginarse mejor la escena.

– Pero ve diciéndome cositas para inspirarme, ¿vale cielo?

– Por supuesto.

– Bueno, te cuento, como aún siendo joven soy una diosa de la seducción lo primero que hice fue esperar a que todos mis compis se fueran de clase, para poder hablar con mi profesora sin testigos.

– ¿Estaba buena la profesora?- preguntó el hombre intentando recrear la historia en su mente.

– Ya lo creo- dijo Sandra sin dudarlo- todas las profes que tengo están muy buenas, estoy segura de que el director les hace unas entrevistas de lo más exhaustivas- comentó risueña- esta profe en concreto se llama Susana, tiene unos 35 años, es de mi altura, tiene la piel muy suave y unos pechos que parecen globos.

– ¡Joder, ojalá hubiese estudiado yo en un colegio así!- comentó haciendo reír de nuevo a su interlocutora- ¿Cómo hiciste para seducirla?

– Bueno, lo primero fui vestida para la ocasión: una botas de cuero que me llegaban hasta casi las rodillas, una minifalda que me llegaba hasta mitad del muslo, un top sin tirantes de esos que siempre se están cayendo, y una blusa tupida para que mis compañeros no montaran demasiados escándalo e hicieran que me echasen de clase por llevar una ropa indecorosa.

– Esas ropas deben de quedarte genial- comentó Antonio gimiendo de gusto al imaginarse el cuerpo de Sandra- ¿Y como hiciste para entrarla?- la chica soltó una nueva risita.

– Pues lógicamente de manera disimulada, lo primero que intenté fue que se apiadara de mí sin necesidad de usar mi cuerpo, la conté que mis padres estaban mal económicamente, que necesitaba sacar buenas notas para conseguir beca, que no tenía tiempo para estudiar suficiente porque tenía que trabajar en el bar con mi padres…

– ¿Y esa zorrita se apiadó de ti?

– Que va, era dura la cabrona- dijo Sandra- así que tuve que ir con la artillería pesada- dijo acabando por soltar un gemido de placer- Me acerqué a ella sensualmente y mientras estrujaba sus grandes y blandos pechos la dije que estaba enamorada de ella.

– ¿Y cómo reaccionó ella?- preguntó el hombre agitado, cada vez más involucrado en la ardiente historia lésbica.

– Pues la verdad no dijo nada a mi declaración, primero porque la metí mi lengüita hasta la garganta y no pudo decir nada, y después porque aproveché su shock para meterme debajo de su mesa para lamerla el coñito y lo único que soltó fueron gemidos.

– Vaya maestra más puta- comentó Antonio tocándose de manera compulsiva su miembro- ¿y que más hiciste con ella?

– Bueno la pregunta sería que no hicimos, me la comí entera durante casi media hora. Primero cerramos la puerta con llave, y una vez cerrada la desnudé del todo. Fui cuidadosa hasta que la dejé en ropa interior, entonces me puse en plan salvaje y rompí su sujetador y braguitas para comenzar a devorar sus enormes pechos de aureolas marrones mientras me desnudaba yo también para por si se animaba a tocarme.

– Con lo buena que estás seguro que te sobó a base de bien- dijo el hombre- yo te habría estrujado eras jóvenes y sensuales tetas que seguro que tienes- la chica soltó un largo gemido.

– Ahora mismo me las estoy apretando, mientras recuerdo lo de mi profe. Aún tengo algunas heriditas de cuando esa puta me las estrujó, tiene unas uñas demasiado largas- comentó- seguro que tú serías más dulce con una colegiala como yo.

– Ya lo creo, te haría sentir de todo, incluso algo de dolor porque no podría resistirme a ponerte sobre mis rodillas y darte unas buenas nalgadas- a continuación el hombre escuchó un golpe en el otro lado de la línea, como si fuera un azote.

– ¿Así, cariño?

– Sí, te iba a poner el culete rojo y luego te lo curaría a base de lametazos- dijo comenzando a jadear.

– Sí, eso me encanta, ojalá mis profes también me diesen azotes, pero eso ya está pasado de moda- comentó- ¿Quieres que te siga contando lo de mi profe?

– Sí, sigue, haz el favor.

– Bueno, después de mucho chuparla los pechos fui bajando hasta enterrar mi carita en su coño, que estaba bien mojado, con lo que no me podía engañar diciendo que no le gustaba- dijo soltando una nueva risita.

– ¿Y ella no se lanzó para chuparte?

– Desde luego- contestó la chica- una vez logró su primer orgasmo me agarró de los pelos para hacerme levantar y decirme que me sentará el en pupitre que quisiera para probar mi coño, yo lógicamente elegí el de la chica que peor me cae, una empollona que siempre me está tachando de puta y provocadora.

– Será una zorra reprimida- dijo el hombre.

– Sí muy reprimida, estoy segura de que aún es virgen, procuré llenarla el pupitre de fluidos a la zorra de Edurne para ver si al olerlos al día siguiente se volvía un poco más atrevida- comentó mientras gemía una y otra vez- mi maestra me chupo como una profesional, con lo que no fue difícil que la soltase una buena corrida- Antonio gimió de placer sintiendo que no tardaría mucho en descargar el también.

– ¿Supongo que la profe te pondría una buena nota?

– ¡Que va, la muy zorra solo me puso un 6!

– Vaya una maestra exigente- comentó el hombre- ¿te dijo porque tan mala nota?

– Sí, me dijo que con el sexo me había ganado un 10, pero que me iba a descontar dos puntos por cada prenda que le rompí, así que menos mal que no me dio por arrancarla la blusa de un tirón- comentó para soltar una nueva risita.

– ¡Zorrita, estoy a punto de correrme!- dijo el hombre meneando su verga con mayor ímpetu.

– ¡Sí amor, acaba ya!- dijo la chica gimiendo de gusto- yo también estoy cerca.

A Antonio le gustó aquel detalle de su interlocutora, normalmente las chicas de la línea cuando anunciaba su eyaculación, y en consecuencia final de llamada, le trataban de picar diciéndole que aguantase un poco más para sacarle más dinero, pero aquella no había puesto ni una sola queja.

El hombre gimió de placer mientras apuntaba su verga para que su glande diese contra su abdomen y pudiese así salir su semen sin preocuparse por manchar algún mueble con el que su mujer pudiese darse cuenta de que se había estado masturbando de nuevo.

Tanto Antonio como Sandra gimieron apasionadamente hasta que finalmente el hombre volvió a hablar para despedirse.

– Me has hecho descargar como una bestia- dijo el hombre sonriente y satisfecho.

– Si estuviese ahí ahora mismo te limpiaba a lametazos, papi.

– Bueno, muchas gracias.

– Gracias a ti por usar el servicio y elegirme a mí, espero que hablemos en otra ocasión- y sin decir más Antonio cortó la comunicación mientras buscaba un pañuelo de papel con el que limpiarse.

– Aquí tiene, jefe- dijo una voz a su espalda que hizo que Antonio se sobresaltase.

El dueño de la casa rápidamente trató de tapar su verga flácida cuando notó como el pañuelo quedaba sobre su hombro desnudo. El hombre, aunque avergonzado giró la cabeza para observar a su asistenta, una muchacha joven, de no más de 20 años, de piel clara y pelo largo y rojizo que en aquel momento le miraba con media sonrisa.

– No te preocupes, no eres el primer tío al que pillo masturbándose y estoy segura de que no será el último- dijo la muchacha restando importancia a la situación mientras Antonio se limpiaba con torpeza- y será mejor que te des una ducha luego sino quieres que tu mujer te pille, como esta noche intimes con ella estoy segura de que olerá que te has corrido sobre tu pecho.

– ¿Se puede saber que haces aquí?- preguntó el hombre, con el rostro colorado mientras se incorporaba para colocarse sus pantalones.

– Vengo todos los jueves y lunes por la mañana- explicó la chica sencillamente- tengo llaves propias par venir a limpiar- explicó mostrándolas.

– Lo siento, no sabía que estuviese nadie en casa- comentó el hombre arrepentido de que su excitación sexual hubiese nublado su mente tanto tiempo como para olvidar que la limpiadora que su mujer había contratado iba aquella misma mañana.

– Ya te he dicho que no tienes porque preocuparte, la masturbación es algo natural, si tu mujer no te satisface me parece perfecto que lo hagas por otros medios sin engañarla con otras- comentó la chica mientras se dedicaba a sacudir el polvo de la pantalla del televisor, como si aquella situación fuese normal para ella- ya me gustaría que otro jefe que tengo se hiciera un par de pajas al día, como la zorra de su mujer no le satisface en la cama jode a sus empleados- dijo enfadada.

– ¿Entonces cuento con que no le dirás nada a mi mujer, Helena?- preguntó el hombre.

– Desde luego, no te preocupes te guardaré el secreto- dijo la chica guiñándole un ojo.

– Gracias- dijo el hombre aliviado ya que se sabía en una posición de inferioridad antes Helena.

– ¿Cuánto te cuesta el minuto en la línea erótica? ¿O es con alguna amiguita?

– No, es una línea caliente- dijo el hombre- casi un euro con cincuenta el minuto- explicó el hombre.

– Vaya, debes gastar mucho en teléfono- dijo la chica acercándose al hombre- ¿Que gusto le ves a correrte por teléfono?

– Me excita oír las voces sensuales de las chicas calentándome- respondió sin pudor.

– ¿La mía le parece sensual, jefe?- preguntó la muchacha acercándose aún más para susurrar al oído del hombre- podría hacerte unas pajas que te volverían loco.

– ¿De verdad?- preguntó el hombre.

– Ya lo creo, te dejaría seco- comentó la chica guiñándole el ojo- 5 euros el minutos- dijo la chica- hasta que te corras o hasta que te canses de que te la toque.

– ¿Me la chuparías también?- preguntó el hombre excitado con la posibilidad de que su joven asistenta lo masturbase.

– No- dijo tajante- solo paja y contarte alguna de mis vivencias, te aseguro que soy experta en esto, se lo hacía a mis primos mayores- comentó sonriendo.

– 5 euros minutos en mucho dinero por una simple paja- dijo el hombre tratando de regatear.

– Como quieras, voy a seguir con la limpieza, si cambias de idea ya me lo dices antes de que me marche.

La muchacha, que perfectamente había podido rebajar un poco el precio del servicio continuó limpiando tranquilamente. Helena, que no conocía demasiado bien a aquel hombre pensó durante su jornada en hacerle alguna clase de descuento ya que necesitaba el dinero y sacarlo, masturbando a un hombre como aquel no le parecía una tarea desagradable, pero prefirió mantenerse callada hasta el último momento, estaba casi convencida de que el hombre accedería a pagar el precio que ella había fijado cuando la excitación volviese a apoderarse de él.

– Helena- le llamó el hombre a su espalda cuando acababa de terminar de fregar.

– ¿Sí?- preguntó la chica.

– Que acepto la oferta, pero tienes que ser muy discreta- por la cabeza de la muchacha se pasó la idea de ponerse dura y subirle el precio ahora que había accedido, pero prefirió sonreír y no arriesgarse a tensar demasiado la cuerda.

– No te preocupes, ni tu mujer ni nadie se enterará- dijo la chica- mi número está en el móvil de tu mujer, aunque será mejor que hagamos esto en mi piso, ella puede aparecer por aquí en cualquier momento y yo me quedaría sin trabajo y tu te verías metido en un divorcio.

– Me parece bien, te llamaré pronto.

Llamar, era lo que necesitaba, sexo telefónico, más virtual, más relatos para realizar mis fantasías.

– Así lo espero- dijo la chica guiñándole un ojo para a continuación agacharse y coger su mochila del suelo, para abandonar la vivienda con aquel trabajo extra.

Era morboso, caliente, una situación placentera, saber que una mujer normal pueda necesitar tanta polla, …

Continuará…

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