Duras negociaciones

Separé sus piernas y hundí mi boca dentro del paraíso que se abría ante mí. Lamí su coño en toda su extensión y colé mi lengua en su vagina saboreando las mieles que resbalaban por ella.

Mis labios rodearon su clítoris y lo succionaron con intensidad. Mi lengua comenzó a golpear su clítoris con fuerza y, en cada golpe, ella gritaba desesperadamente sin poder controlar el placer tan extremo que recorría su cuerpo. Después mi lengua pasó a acariciar su clítoris y, cuando menos lo esperaba, mis dientes lo arañaron provocando intensos temblores en su cuerpo.

Volví a succionar su clítoris y mis dedos índice, corazón y anular se colaron dentro de su vagina. Mi lengua destrozaba su clítoris mientras mis dedos la follaban con intensidad. Ella movía sus caderas pidiéndome más y yo la complacía con mayor intensidad en mis acciones. Una mujer cachonda, y tetona, toda caliente

No tardó demasiado en llegar hasta ella una brusca convulsión que recorrió su cuerpo entero, sus paredes vaginales apretaron mis dedos y, mientras mi boca seguía torturando su exquisito clítoris, ella se corrió intensamente sumida en gritos y temblores de puro placer.

Cuando el tsunami de placer cesó, no le di tiempo a recuperarse. Me aproximé hacia ella, agarré mi polla y la puse en la entrada de su maravilloso coño. Acaricié su clítoris con mi glande varias veces y, finalmente, de una brusca y rápida embestida le ensarté mi polla en su coño. Sin más dilaciones, comencé a follarle ese joven y suave coño que me volvía totalmente loco.

Mi polla entraba y salía de su coño, cada vez con más intensidad y violencia. Sus gemidos eran gritos de puro placer y, con sus uñas arañaba mi espalda. Saqué mi polla de su coño y giré, sobre la mesa en la que se posaba, al bombón treinta años más joven que yo me estaba follando. Una vez que sus tetas se posaron sobre la mesa de madera, su magnífico culo quedó a mi entera disposición.

Coloqué mi polla en la entrada de su ano y, de una única embestida, entré dentro de su interior. Un grito de dolor salió de su garganta pero se convirtió en nuevos gemidos de placer cuando, mientras me follaba su culo, una de mis manos masajeaba su clítoris y otra de mis manos pellizcaba uno de sus erectos pezones.

No tardé demasiado en correrme dentro de ese joven y apretado culo tan poco usado y pude sentir, entre un descomunal orgasmo que me nublaba la mente, como mi semen invadía sus entrañas en grandes cantidades.

Después de nuestro polvazo, yo me dejé caer sobre el sofá de la sala de estar y la observé vestirse para irse.

—Olvidaré, esta vez, los hurtos que has estado realizando en mi empresa —dije cuando ya estaba vestida aunque me percaté que no se había puesto las bragas—. La próxima vez, te aseguro que las negociaciones serán más… duras…

—¿Y si comenzamos a negociar ya mismo? —preguntó acercándose a mí. Cuando alcanzó el sofá en el que yo estaba sentado y totalmente desnudo, se agachó frente a mí colocándose entre mis piernas, agarró mi polla y comenzó a lamer mi glande antes de insertar toda mi polla en su boca. A pesar de que acababa de correrme, la imagen de ese joven bombón bebiéndose mi semen mientras me comía la polla, ponía mi polla dura de nuevo.

Yo me relajé para dejarme hacer una maravillosa mamada. La noche aún no había acabado para nosotros; al parecer, aún quedaba mucha noche por delante… Una noche magnífica de puro sexo.

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