Todo empezó a las diez de la noche.
Carolina era una muchacha de 20 años, morena, alta y delgada. Llevaba puesto un pijama blanco de seda. Estaba sentada en un sofá de la sala de estar de su casa dándole el pecho a su bebé. Llegó a casa Antonio, su suegro, un cincuentón moreno y espigado. Venía algo contento. Miró para las tetas de su nuera y para la leche que caía por la comisura de los labios de su nieto, y exclamó:
Una madre muy lechera para todos
Hará ahora, un mes más o menos, acudí junto con una amiga de trabajo a ver a otra compañera nuestra que había sido madre y estaba de baja de maternidad. Habían pasado dos meses desde que diera a luz, y fuimos hacerle la visita de cortesía. Así que cuando llegamos, era un viernes por la … Leer más