Un día tal como hoy, en febrero, disfrutamos de un día de amantes: en el coche, en el cine, en casa. Amantes desde hacía tiempo, pero últimamente no nos veíamos. Después de muchos intentos frustrados al final logramos organizarnos para pasar juntos un día completo, tu pareja estaba de viaje y la mía no volvería hasta dos días después, el plan era sencillo: por la mañana playa y bocadillos y por la tarde unas copas y cine. Lo justo para narrar este, mi primer testimonio del sexo casero que vivimos aquella tarde, en casa, los dos juntos después del agotador día de playa.
El día y el plan prometía, hacia un día precioso y la cala que habíamos elegido estaba completamente vacía….como siempre cada uno llevaba sus propias ideas en la cabeza: yo tenía muy claro lo que deseaba, deseaba seducirte, quitarte ese pequeño bikini que estaba seguro de que llevarías y disfrutar de tu cuerpo durante horas tendidos entre la arena y el mar. Tú te morías de ganas por hacer lo mismo pero los malditos remordimientos no te dejaban hacerlo, querías que te sedujera, pero no podías dejar que te tocara, querías que te arrancara el bikini, pero no querías pensarlo, querías quitarme el bañador, pero no podías permitirte el soñarlo.
La verdad es que a pesar de todos nuestros deseos insatisfechos el día fue transcurriendo de la mejor forma posible, el mar estaba precioso y el sol lo inundaba todo, baños, paseos y mucho tonteo… por más que yo intentara disimularlo mi cuerpo me traicionaba y cada vez que te acercabas a mí se notaba claramente lo que sentía y lo que deseaba, tu sonreías pícaramente como si no te dieras cuenta haciéndote la despistada y mirando hacia otro lado, pero te encantaba rozarme y hacer que mi deseo se multiplicara por cien. Con la excusa de jugar, de darnos crema, de tirarnos agua, estábamos en permanente contacto tocándonos cada vez que podíamos: era un juego con el que queríamos apagar un poco el deseo y lo único que conseguíamos era inflamarlo cada vez más…. Una mirada a mi bañador fue suficiente para que te dieras cuenta que yo ya estaba al límite, querías jugar no hacerme sufrir así que después de unos cuantos chapoteos más nos salimos a las toallas y comimos tranquilamente dejando que el deseo se apagara un poco
UNA SIESTA PARA DISFRUTAR DE SEXO CASERO
Así que nos echamos una siesta de esas que solo puedes tener en la playa un día de verano, nuestras manos se entrelazaban de tarde en tarde y los dos, haciéndonos los dormidos, nos lanzábamos de vez en cuando alguna que otra caricia, me volvía loco mirar la braguita de tu bikini marcada sobre tu cuerpo, mis ojos bajaban una y otra vez hasta allí como queriendo acariciarte, tú con los ojos entrecerrados notabas como te miraba y siguiendo el juego movías tu cuerpo para que pudiera ver como la tela húmeda dibujaba mi deseo: era una tortura deliciosa….
Después de otro largo baño nos dimos cuenta de que la hora se nos echaba encima y de que todavía queríamos tomarnos unas copas… cogimos el coche y rumbo a la ciudad.
La terraza estaba preciosa dando al mar y nos cogía muy cerca de los cines…. Con la pena de no haber podido hacer mis deseos realidad, recogimos todas las cosas y nos fuimos para allá dispuestos a tomarnos esas copas.
Los gin tonic lo único que consiguieron fue darnos ese punto de atrevimiento que nos faltaba, no nos saciaron la sed, nos calentaron.
Insitente, tú no parabas de jugar conmigo como tanto te gusta cuando hay gente delante y sabes que todo va a seguir bajo control aunque yo por dentro este descontrolado, el alcohol te había dado el valor suficiente para iniciar un nuevo juego y ponerme de nuevo al límite….Empezaste por rozarme ligeramente con tu pie descalzo, apenas un roce, dos, tres, para luego ir deslizándolo lentamente por mi pierna, nadie nos miraba pero cualquiera que se volviese podía adivinar la escena que se desarrollaba bajo la mesa, eso te excitaba todavía más y te hacia cada vez más y más atrevida: tu primera exploración te llevo solo hasta el borde del bañador, mis ojos y mi cara eran un poema, eso te hizo avanzar otro poco….me quería morir, deslice mi mano para agarrar tu pie pero ese era tu juego y no ibas a consentir que te lo estropease, retrocediste de nuevo hasta los tobillos para ir ascendiendo de nuevo por toda la pierna, esta vez traspasaste la línea del bañador, me mirabas fijamente para adivinar qué es lo que sentía y por si se me ocurría intentar volver a dirigirte, no pensabas llegar hasta el final pero mis contorsiones, mi deseo, el tuyo y el alcohol que ya hacía su efecto hicieron el resto: en un momento sentí como los dedos de tus pies me acariciaban por encima del bañador, estaba muy excitado y eso hacía muy sencillo que tus dedos se deslizaran arriba y abajo… creía morir de placer sintiendo tu pie sobre mí y tus ojos posados en los míos, solo ellos demostraban el fuego que te consumía, el resto de tu cuerpo excepto tu pie parecía sufrir una completa indiferencia hacia lo que estaba pasando. Sabiendo que si te tocaba el juego se acabaría me limitaba a dejarte hacer mientras me esforzaba porque ningún gemido saliera de mi boca….
La maldita camarera eligió ese preciso momento para venir a dejar la cuenta encima de la mesa y con un sencillo “chicos aquí os dejo la nota” destrozó con una sola frase todo ese juego que habíamos empezado. La maldije para mis adentros y tratando de serenarme un poco me levante a buscar la cartera.
Tu mientras aprovechaste para entrar en el baño para cambiarte de ropa, entonces te diste cuenta de un problema inesperado: contabas con que el bikini se secara del todo para la hora del cine pero para tu sorpresa todavía estaba completamente húmedo, el pareo que te habías puesto para ir a la terraza había impedido que le diera el sol a la braguita y esta no se había secado. Mirabas la braguita y mirabas la falda blanca que habías traído para ir al cine sin saber muy bien que hacer, poco a poco una sonrisa se fue dibujando en tu boca, con un movimiento te deslizaste las braguitas hasta los tobillos y haciéndolas un ovillo las guardaste en tu bolsa, la falda se transparentaba por algunos sitios pero no dejaba adivinar que no llevabas nada debajo, por tu cabeza pasaban mil imágenes a toda velocidad y el alcohol y el deseo se entremezclaban para hacer que esa sonrisa que había sido fugaz en tus labios brillara triunfal en tus ojos.
Sexo casero con bañador mojado en el coche
Yo te esperaba al lado del coche con el bañador recién cambiado por unos pantalones cortos secos y te vi venir absolutamente resplandeciente y con una sonrisa tremendamente erótica bailando en tus ojos, notaba que algo pasaba pero no podía adivinar lo que vendría después.
Llegando al cine fue a mí al que le tocó sonreír maliciosamente: no sabías la película que había elegido para ver y esta iba a ser mi pequeña venganza por todos tus juegos. Por primera vez a ese cine le había dado por ser original y habían tenido la idea de hacer un ciclo sobre el cine erótico español, en líneas generales era bastante patético pero había dos películas que eran bastante fuertes: “Lucia y el sexo” y “Las edades de Lulú”. De la segunda recordaba algunas escenas realmente eróticas y excitantes y pensé que sería un final genial para un día tan….especial.
Cuando llegamos y saqué las entradas los dos sonreíamos ensimismados en nuestros propios sueños: yo en la película que íbamos a ver y tú en el secreto que se escondía bajo tu falda…
Al sentarnos en el cine descubrí porque la programación estaba plagada de grandes estrenos y de películas americanas: ni siquiera con el reclamo del sexo lograban que la gente se animara a ver cine español, es cierto que era una sesión de media tarde pero en todo el cine solo estábamos nosotros y otra pareja y eso, en la sala más grande de todas las que había, era como estar completamente solos.
La curiosidad me llevo a mirar detenidamente a la otra pareja, ella era mona, alta y muy morena de piel, pelo color castaño y unas buenas proporciones, pero el que me llamó realmente la atención fue el chico, la verdad es que era impresionantemente atractivo, alto, muy guapo de cara y con un cuerpo de escándalo: llevaba unas bermudas azules y un polo celeste de corte ceñido y la verdad es que todo le sentaba de miedo, la ropa ajustada dejaba adivinar un cuerpo de gimnasio tostado por el sol.
Aunque la idea de ver la película a mi lado te había hecho estar alejada de todo, la visión de la pareja también despertó en ti la curiosidad, examinaste al chico con ojo crítico y también a ti te pareció un chico muy atractivo…sin un porque, la mezcla del alcohol, la idea de la película, el día de locos que llevábamos, el chico escultural, el tenerme a mí a tu lado y sobre todo, el pequeño secreto que había, o mejor dicho, que no había entre tus piernas, hizo que te sintieras tremendamente excitada….
Sexo en casa muy casero pero sería después del cine
Después de organizarnos con las coca colas y las palomitas y de unos pocos tráilers comenzó la película…
Tus nervios iban en aumento y con cada escena tu excitación subía de nivel, lo que verdaderamente deseabas era pasar la mano por debajo de la falda y acariciarte para aliviar un poco este momento tan erótico que estabas sintiendo, no querías perder la cabeza pero sentías que ese momento cada vez estaba más cerca… Una mirada te bastó para descubrir que yo estaba igual que tú, mi excitación se marcaba claramente en el pantalón como antes se había marcado en el bañador, tu cabeza no dejaba de darle vueltas a una idea “¿llevará ropa interior o tampoco llevará nada debajo?”, la forma no dejaba adivinar nada pero estabas como hipnotizada mirando cada vez que podías y eso no hacía otra cosa que calentarte aún más…
Nuestros ojos coincidían en cada escena de sexo y parecían pedirle ayuda al otro para solucionar esta tortura, nuestras manos se chocaban y se acariciaban nerviosas cada vez que cogíamos palomitas como en aquella primera película que vimos juntos en ese mismo cine, cada roce era como un latigazo de dolor que lejos de calmarnos empeoraba todo mucho más….
En una de tus miradas te diste cuenta de que con mi mano libre intentaba recolocar mi pantalón de forma que no se notara tanto mi estado, el verlo hizo que no pudieras aguantar más la situación y fuiste bajando lentamente la tuya hasta colocarla justo encima de tu falda, un pequeño diablillo te susurraba que no estabas haciendo nada malo, y los Gin Tonics habían ahogado literalmente al angelillo bueno que te hacía mantener la cordura… querías jugar y lo peor es que sabias como hacerlo: sin dejar de mirarme tus dedos empezaron a jugar por encima de tu falda acariciándote muy despacio, en la semioscuridad los veía moverse y pensaba que jamás en toda mi vida había visto nada tan erótico , en un arranque de valor decidí imitarte y bajé mi mano decididamente para hacer exactamente lo mismo que tú estabas haciendo; mis dedos acariciaron mi erección, y deslice una y otra vez la mano poniéndola aún más firme, tus ojos querían penetrar la oscuridad para ver todo lo que estaba sucediendo y las escenas con más luz arrojaban una visión de nosotros moviendo nuestros dedos y nuestras manos al compás en un baile erótico que nos estaba llevando más allá del deseo.
Pensé que habíamos llegado demasiado lejos como para parar y que si tu habías dado el primer paso a mí me tocaba dar el siguiente, con un rápido movimiento bajé mi cremallera haciendo el mayor ruido posible: quería que supieras lo que estaba haciendo, deslice mi mano dentro del pantalón y a través de la abertura de mi ropa interior empecé a acariciarme muy lentamente. A estas alturas el calor era sofocante y los dos sentíamos que algo iba a estallar dentro de nosotros, si queríamos seguir adelante en este juego sabias que el siguiente paso lo tenías que dar tú, lo deseabas intensamente pero tenías un “pequeño” problema: el no llevar braguitas había sido una novedad súper excitante, ahora suponía un contratiempo, deseabas acariciarte, es más, deseabas con locura que yo te viera acariciarte, en cualquier otro momento hubieras deslizado tu mano por debajo de las braguitas y te hubieras acariciado sin ningún problema pero ahora…al ver mi mano subiendo y bajando sin descanso el deseo pudo contigo y muy despacio fuiste subiendo tu falda hasta dejarla enrollada a la altura de tu cintura, entonces tus dedos acariciaron tu humedad y emitiste un gemido de placer, pasados los primeros instantes de vergüenza y vencida ya por el deseo me miraste a los ojos expresando claramente lo que querías…otro paso más: me tocaba mover a mi…
Y con movimiento de mi mano agrandé la abertura del pantalón y con otro logre sacarla fuera, a pesar de la penumbra todos nuestros movimientos se podían entrever y cuando lograste distinguir que yo la tenía entre mis dedos, un nuevo suspiro se escapó de tus labios….nuestras miradas se encontraron y nuestros movimientos se fueron acompasando, era mágico ver como tus dedos se movían al mismo compas que mi mano subía y bajaba.
La película no había terminado y mi sexo estaba excitado
Y de repente sucedió, no habían pasado ni tres cuartas partes de la película y por supuesto nosotros nos habíamos olvidado por completo de nuestros compañeros de sala. A pesar de lo inmensa que era esta, se habían puesto tan solo una fila por detrás de nosotros unas butacas a mi izquierda. Incluso con la música de la película sonando por los altavoces pudimos oír perfectamente un tremendo bofetón, los dos nos giramos al mismo tiempo para ver como la chica con un enfado monumental y colocándose furiosamente la ropa cogía su bolso y salía con un tremendo enfado de la sala.
Lo más sorprendente de todo es que el chico no hizo ni el más mínimo ademán de salir en su busca, y dirigiéndonos una sonrisa enigmática se reclinó sobre su butaca como si no hubiera pasado nada.
La verdad es que a los dos nos dio la risa, la situación no podía ser más ridícula, los dos tratábamos de taparnos con las manos pero sin querer retroceder el terreno que ya habíamos ganado: tu falda seguía recogida sobre tu regazo y mi cremallera bajada dejando muy poco a la imaginación….
Los gemidos de la pantalla nos devolvieron a la “realidad”, la verdad es que a pesar de todo ambos seguíamos tremendamente excitados, una distracción como esa no iba a calmarnos, un solo cruce de miradas hizo que volviéramos a comenzar de nuevo con nuestro juego particular… tus dedos buscaron el final de la falda y mi mano empezó de nuevo a balancearse suavemente sobre mí.
Las palomitas habían quedado hace tiempo olvidadas y las escenas de la película apenas disimulaban los suspiros que se nos escapaban entre los labios, los dos necesitábamos el contacto del otro pero ninguno de los dos se atrevía a dar un paso más. Las nuevas butacas del cine tenían una novedad fantástica para que las parejas estuvieran más cerca el uno del otro, los apoyabrazos se podían retirar de forma que los cuerpos quedaran juntos…con un ligero empujón subí el único elemento que separaba nuestros cuerpos, por unos instantes mi brazo derecho quedo pegado al tuyo y tu sentías el palpitar de mi brazo subiendo y bajando incansablemente, más que ver podíamos oler la excitación del otro….
En ese preciso instante, en la película, la protagonista, Francesca Neri, estaba masturbando a uno de los personajes y fue como un relámpago que cruzó por nuestras mentes XXX, mentes calientes, y muy despacio y sin parar de acariciarte con tu mano derecha, tu mano izquierda se fue deslizando por mi brazo hasta quedar encima de la mía, apretándola casi notabas lo que había debajo, lo deseabas como no habías deseado nada desde hace mucho tiempo, poco a poco y sabiendo que a cada uno le tocaba recorrer un paso nuevo, fui retirando muy despacio mi mano dejando solo la tuya, al principio la duda te paralizó pero al notar como me contorsionaba para lograr el roce de tus dedos empezaste muy despacio a deslizar tu mano por toda ella, estabas como en un sueño sorprendida de tu valor y de la firmeza que tenías entre tus dedos, ninguna de tus dos manos dejaban de moverse un solo instante una sobre ti y la otra sobre mí, los dos estábamos muy cerca del orgasmo….
Yo quería retrasar el mío todo lo posible así que solo se me ocurrió una forma de hacértelo entender, volví a poner mi mano sobre la tuya imprimiendo un movimiento más lento y cuando tus ojos me miraron con un brillo de comprensión fui deslizándola muy despacio subiendo por todo tu brazo hasta llegar a tu cuello, una ligera caricia te hizo gemir de nuevo, y envalentonado empecé a descender hasta tus pechos, hice que mis dedos los acariciaran muy despacio, sintiendo tus pezones duros en la yema de mis dedos. El placer paralizaba tu mente pero no tus manos que no paraban un solo momento, después de unos minutos que te parecieron eternos por fin mis dedos empezaron de nuevo a bajar muy despacio por tu cuerpo, tu ombligo, tus caderas, tu falda…llegué hasta tu mano y sin dejar de acariciarte puse la mía encima acompañándola en sus movimientos, si la retirabas el juego seguiría, si no tan solo me dejaría llevar hasta explotar de placer entre tus dedos. Os dejo un par de fotos porno, o imágenes que me sugieren aquel día caliente en el coche, porque no tuve el descaro de poder fotografiarla, aunque me hubiera gustado.
Fue algo increíble, algo excitante. Y hubo mucho, mucho más. Mucho más dentro de la habitación…