No entiendo cómo pude la semana pasada llegar a ese punto. Una mami peluda y viciosa lo reconozco como yo, pero hacerlo realidad con mi hijo. No lo sé pero pasó, porque yo volvía de la compra antes de hora, mi hijo veinteañero, tiene 22 y yo 44 años, lo tuve jovencita, estaba en la Universidad. Ahí tenía que estar él, porque cuando llegué a eso de las 13.30 me lo encontré en pleno sofá mirando su móvil y con los vaqueros bajados masturbándose.
Mi sorpresa fue enorme tanto como lo que tiene entre las piernas, así que no supe qué decir, porque su padre estaría muy pronto en casa como así fue. Él me dijo que había vuelto pronto pero claro, en esa situación lo de menos era hablar. Yo todavía no sé por qué, dejé la compra en el suelo directamente y me fui a él. Como si se tratara de un extraño, porque me excitó verle a él desnudo más que verle como mi propio hijo. Y no hice otra cosa que acercarme para tocarle la entre pierna.
Pronto él absorto y sorprendido igualmente que su madre me correspondió y comenzamos a tocarnos suavemente y hasta besarnos. Sé que no está bien este incesto entre madre e hijo pero estaba calentísima y muy viciosa. Le vi todo el pene desnudo y duro, el que tantas veces había yo misma lavado y secado.
Vicio puro entre mami peluda e hijo desnudo
De esta manera le toqué su pene duro y empecé a masturbarlo. Notaba cada subida y bajada por su perímetro como si fuera mi propia polla. Porque en realidad había salido de mi coño peludo hacía más de veinte años. Te gusta mi hijo?, le preguntaba mientras él ni respondía. Luego en un ademán de madre compasiva lo cogí y acogí entre mis pechos caídos ya por la edad pero apetecibles para él. Tengo las tetas grandes caídas, pezones gordos y bien marrones muy sensuales para todo morboso que quiera chupetear. Mi hijo me estuvo lamiendo y succionado mis pezones.
Pronto nos pusimos en el sofá ya desnudos, después de haberle mamado durante un buen rato arrodillada, fue todo un placer viciosísimo. Yo en el sofá, ya tumbada y desnuda noté como mi pequeño me introducía primero los dedos. Que mami peluda tengo, nunca lo hubiera imaginado. Me dijo, la cual cosa todavía aún me excitó más.
Me comenzó a masturbar me noté como esas cuarentonas españolas de tetas caídas, pezones gordos, de coños peludos y muy viciosas que quedan en citas con extraños. La diferencia era que estaba con mi propio hijo, su padre volvería muy pronto de trabajar y lo mejor de todo o peor: que me volvía loca de placer. Así que le dejé hacer, le dejé sobarme entera, verme lo peluda que era, axilas, raja culo. Y lo mejor fue mi hijo empotrador.
 
		




