Habíamos sido vecinos toda la vida, desde cuando estudiábamos en la primaria del barrio y acostumbraba a visitarme en la casa para lo de hacer las tareas, crecimos en la más mutua confianza y sin la más mínima intención de hacer cosas que no fuera con el sexo opuesto. Ingresamos en el bachillerato y nuestra amistad continuaba en el seno de la familia, nunca imagine que Arquímedes, un joven esbelto, bien parecido, tuviera inclinaciones hacia mí, y que podríamos a llegar a tener algo en lo sexual más adelante.
Terminamos nuestra segunda etapa de estudio, me fui para la capital a estudiar a la universidad y después de un tiempo, cuando regresaba a la provincia, tuvimos la oportunidad de volvernos a encontrar, ya teníamos 20 años y formábamos parte de esa juventud alegre y sin mayores preocupaciones. En unas vacaciones de mitad de año, cuando volvía mi pueblo, tuve una llamada de Arquímedes para invitarme a que saliéramos a pescar en el río que pasaba por la ciudad, de inmediato acepté, siempre me gustaba esa clase de deporte, nos pusimos de acuerdo y fuimos a tirar los anzuelos al majestuoso río.
Se nos hizo de noche, llegaba la penumbra y continuábamos pescando sin conseguir nada, descansamos un rato y Arquímedes me comento de muchas cosas de la escuela y el bachillerato, se acercó a mí, me abrazo y me dijo que me quería mucho y que siempre pensaba todo lo vivido en nuestra experiencia de estudio, me sobó la cara y me preguntó que si tenía novia, le respondí que sí, también tenía la curiosidad que si yo tenía relaciones sexuales con ella, le comenté que sí, además seguía preguntando en ese tema y ya en forma más romántica insistía en lo sexual y que si me gustaba personas del mismo sexo, le comenté que no había tenido esa experiencia, pero que no era indiferente a vivir una aventura.
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Arquímedes era un muchacho alto, delgado, elegante, buenas nalgas y buen charlador. Continuamos con la conversación y observé que se me acercaba más y que sus intenciones eran como de besarme, estaba sorprendido de su actitud, pero tampoco era indiferente a ser esquivo. Me acarició la cara y comenzó como a confesarse ante mí, recuerdo muchas veces que te vi desnudo Ricardo y siempre tuve los deseos de chuparte la verga y comérmela toda y que su lechecita cayera en mi boca, después que me penetrará de lo más rico, pero no fui capaz por miedo a que me rechazará, nunca descarté que algún día llegará la oportunidad de tenerlo dentro de mí.
A medida que narraba sus sentimientos me besó y le respondí, fue un beso apasionado y largo, me apretó y de inmediato me agarró mi verga que ya estaba erecta debajo del pantalón. Con gran experiencia metió la mano, me bajo la bragueta, me quitó los calzoncillos y se pegó a mamarme mi verga en forma ardiente, sentía un placer inmenso entre más me la chupaba yo gozaba, le cogí la cabeza para que no dejará de chupármela, suspendió la mamada para quitarse la ropa, estábamos solos a la orilla del río.
Se sentó encima de mí con ese culito blanco descubierto, me seguía besando, le metí mis dedos dentro su culito y me susurró que era virgen, que siempre me lo había guardado para mí, que lo penetrará, que era su mayor ilusión. Estaba sentado, lo cogí y lo empaté hasta las guevas, Arquímedes explotó en un grito de alegría y de sensación enorme, con mi verga dentro de él, me seguía besando y yo feliz, era mi primera experiencia gay y lo hacía con un amigo que siempre había tenido, le movía la verga dentro de su culo, sacándola y mintiéndosela, era un culito hermoso, después de un rato se la saque y él busco mi verga para tomarse toda la leche, me derramé en su boca, que rico, tenía días que no culiaba, y entendí que había cumplido un fantasía con él, de la cual nunca me olvido.
Hoy es casado, nos vemos, ya somos maduro, no sé, si de pronto quiera repetir esa aventura, nos miramos sin decirnos nada.
Si les gusto, espero sus comentarios y su comunicación.
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