Llegó el abuelo de Geltrudis y no se enseñaron nada.
10 años años más tarde…
Geltrudis estaba en su habitación cambiándose para ir a una boda. Sus padres ya se habían ido. Inocencio, en la sala de estar, estaba esperando para llevarla en su auto.
cuando oyó a su tía decir:
-¿Me das tu opinión sobre esto, Ino?
Inocencio fue a la habitación de su tía, que tenía la puerta entornada, la vio en lencería blanca, arrodillada en un sillón y enseñándole el chochito.
-¡¡¡Hostias!!!
Geltrudis se dio la vuelta, y le dijo:
-Te toca, Enseña.
Inocencio sacó la polla, casi erecta. Le debía medir 22 centímetros, y era gordita.
-¡¡Dios mío, que maravilla!!
-Ponte como estabas que y nos corremos en cinco minutos.
-Ni lo sueñes. Quería terminar el juego que dejamos a medias, nada más. Tu tienes novia y yo tengo novio.
-Uno rápido, mujer. ¿Quién se va a enterar?
-Yo, yo me enteraría.
-Pues deja que te la coma mientras me masturbo. Acabo enseguida. Me lo debes. A ningún hombre le enseña el coño una mujer y después le dice que se aguante las ganas.
-Algo de razón tienes. Sin besos.
-Sin besos,
-Sin tocarme las tetas.
-Sin tocarte las tetas,
-Sin masturbarme,
-Sin masturbarte
-¿Prometes que no me la vas a meter?
-Si tu no me lo pides, no.
-Sólo mamar.
-Sólo mamar.
Geltrudis se volvió a subir al sillón y puso el chochito en posición para que se lo comiera.
Inocencio lamió el chochito, que ya estaba húmedo, y dijo:
-Delicioso.
Se masturbaba y lamía el chochito un par de minutos y después le metió la punta de la lengua en el ano, a Geltrudis se le escapó un gemido.
-¡Eso no entraba en el trato! Pero me gusta, la sensación anal. Soy una joven, algo viciosilla.
-No lo habías mencionado.
-Cierto. Puedes volver a hacerlo si quieres.
-Inocencio le trabajo el culo con la lengua bien trabajado… después le metió un dedo en el ano y le folló el culo. Geltrudis, le preguntó, con la voz entrecortada:
-¿Te vas a correr?
-Si te pidiera acariciar el chocho con la polla me correría antes.
-Pasa, de eso tampoco hablamos. Al pasarle la polla desde el ano al clítorís, Geltrudis sintió un escalofrío, y le dijo:
-Bueno, las tetas me las puedes magrear un poco.
Le magreó las teta mientras su polla erecta seguía yendo del clítoris al ano. Inocencio se detuvo, pero luego ella se puso a mamar. Inocencio, puso su bandera bien erecta. Ella de pelo cortito, rubita y delgada, como una pequeña potra salvaje; y él con su bigote cano y su maestría, su pollón de abuelo calentón y verde, le daba de mamar a su jovencita nieta:
-Te gusta nietecita?
Ella no podía hablar, tenía la boca a reventar.
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