VOYEURS

A las once de la noche llegaron a un motel de carretera dos chinitas y una española. (tres bombones) La española, le preguntó a Lucrecia, la dueña y casual recepcionista del motel:
-¿Tiene una habitación libre?
-Sí, me pueden enseñar el DNI?
La española le enseñó el DNI y las chinitas el pasaporte. Tenían las tres la misma edad, 18 años.


-¿Cuánto tiempo se van a quedar?
-Una noche.
-Son 50 euros.
La española pagó y Lucrecia le dio una llave.
-Habitación 69.
Las tres jóvenes se fueron. Lucrecia llamó por teléfono, y a los dos minutos un joven moreno y fornido se quedó a cargo de recepción.
Lucrecia se fue a su habitación. Encendió una cámara y vio a las dos chinitas y a la española…
Las dos chinitas hicieran un sandwich con la española, la de delante la besaba en los labios y la de detrás le magreaba las tetas y la besaba en el cuello.
Lucrecia se puso cómoda en un sofá. Se echó hacia atrás, abrió las piernas y metió una mano dentro de las bragas mirando para las tres chavalas.
En la otra habitación, a la española, que estaba desnuda sobre la cama, una de las chinitas le comía el chochito y la otra la besaba y le comía las tetas.
Lucrecia se quitó la falda, las bragas, la blusa y el sujetador, dejando al descubierto unas tremendas tetas y un grandioso bosque de vello pelirrojo rodeando su sexo. Le dio voz al monitor y se metió dos dedos en la mojada almeja.
Las tres muchachas del otro cuarto ya estaban desnudas. Ahora era la española la que le comía el chochito a una de las china mientras la otra china le ponía a su compatriota el chochito en la boca. La española, preguntó:
-¿Te gusta, Yuga?
-¡I am coming, I am coming I am cuming!
-¡¿Ya?!
La chinita se corrió en la boca de la española, y la otra chinita, al ver como se corría su amiga se excitó tanto que se corrió en su boca. Los gemidos de las dos chinitas al correrse, pusieron a mil a la española y a Lucrecia, que a duras penas pudo contener el orgasmo.
Al acabar de correrse las chinitas, le volvieron a comer la almeja a la española, que poco después le decía a la chinita que le comía el coño:
-I am ready to give it to you.
-¿Te vas colé?
-Sí, me voy a correr.
Llamaron a la habitación de Lucrecia, y una voz dijo:
-¡Jefa!
Era su empleado, pero como si fuera el mismísimo demonio. Necesitaba una polla dentro de ella y la necesitaba urgentemente,
-Pasa, está la puerta sin llave.
El botones, al ver a su jefa desnuda y pajeándose, se le empinó. Lucrecia se levanto, y le dijo:
-Saca la polla y siéntate donde estaba yo.
El botones se sentó en el sofá con la polla tiesa como un palo. Lucrecia se sentó sobre los veinte centímetros… Los clavó hasta el fondo.
La española, en la otra habitación, le dijo a la chinita:
-¡Te voy a ahogar con mi corrida!
Fue decirlo y soltar un chorro de flujo que dejó perdida la cara de la chinita.
Lucrecia, viendo la cara de placer de la española, era una mirona auténtica, protagonista de estos relatos voyeur, de fotos y videos de mironas de playa y de habitación, oyendo sus gemidos, y sintiendo la corrida del botones dentro de su chocho, descargó una corrida descomunal… Su flujo dejó perdido el pantalón del botones.
Mas tarde, Lucrecia, cerraría el motel y el botones y ella se montarían una pequeña orgía con la española y las dos chinitas.

Quique.

 

 

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