Era la abuela de una amiga mía, una mujer corriente, normal, y conmigo muy amigable. Nunca pensé que tuviera sexo por telefono con ella.
Estaba con mi amiga sentado en el parque cuando de repente apareció una señora muy cargada con la compra. Le dije a Nuria que esa mujer tan mayor no podía ni cargar con toda la compra. Me dijo que era su abuela, la verdad yo me quedé pasmado, no sabía que tenía una abuela tan en forma. Se lo dije, que estaba bien cuidada para su edad.
– Ven, que la conocerás.
Así que fuimos y nos acercamos, además de ayudarla con todo el peso, y así fue como la conocí. Se llamaba Ana, y era muy simpática. Cuando me dio dos besos noté algo especial que nunca olvidaré.
Luego otro día, me la encontré por la calle, comprando, y claro, me reconoció, nos hablamos y ahí estuvimos un rato. Al final, me dijo, como estoy sola, hace tiempo que no hablo con nadie, y como me dijo que le parecía muy simpático, que por qué no hablábamos un día. Le dije:
– Si quiere, la llamo un día.
– Sí, toma mi número de telefono, y si te apetece, me llama.
No me lo pensé dos veces, al día siguiente mismo la llamé. Ella estaba sola como me había dicho, y yo estaba en mi habitación. Ese día no había salido con Nuria, no tenía ganas, casi prefería estar y hablar con su abuela.
– Hola, Ana?
– Sí, yo soy, quién es?
– Soy Jose, el amigo de Nuria, que me dio su numero.
– Hola, claro que sí, cómo estás ahora estaba recién salida de ducharme.
En ese momento, no pude otra cosa que imaginármela casi desnuda, ¿cómo sería desnuda la abuela de Nuria?
-La verdad, he venido de comprar, y me pillas fuera de la ducha, pero ya seca, hace un calor terrible.
– No sé, si me tiene que decir todo eso por telefono, yo.. la verdad – titubeé un poco.
– No seas tímido, que Nuria me ha contado a veces lo que hacéis, y no tienes por qué tener timidez. – me dijo, sin cortarse mucho.
– ¿Y qué le ha contado?
– Me ha contado, no todo claro está, pero a veces me ha dicho lo que hacéis en tu coche. Lo que te hace ella, y a veces hasta he llegado, pese a mi avanzada edad, a excitarme escuchando lo que me decía.