Teresa y el joven inexperto

En la actualidad tengo treinta y cinco años, estoy casado y tengo un hijo de siete. Lo que voy a relatar me sucedió cuando estaba en mi adolescencia y contaba con tan sólo quince años.
Hace algún tiempo que vengo leyendo los relatos que aquí se publican y eso me ha animado a contar mi experiencia, ya que lo sucedido en el verano de 1989, me marcó para toda la vida.
Antes de nada quiero decir que lo que voy a contar es 100% verídico, no es nada de fantasía como he advertido en muchos relatos aquí publicados.
Por aquel tiempo empezaba a iniciarme en el sexo con las clásicas masturbaciones de adolescente siempre pensando en mujeres mucho mayor que yo.Y digo esto, porque en mis fantasías eróticas siempre aparecíam mujeres maduras, sobre todo conocidas mías (vecinas, tías, etc…) y con una característica común: algo rellenitas y de grandes senos. Había días que estaba como loco buscando el momento idóneo de quedarme sólo para poder satisfacer mi instinto sexual.
Bueno, sin más preámbulos vayamos al grano.
Era un día super caluroso del mes de Julio (yo soy del sur de España, no voy a dar más datos, porque nunca se sabe….). Soy hijo único y vivía en casa de mis padres en un bloque de pisos de cuatro plantas, y nosotros teníamos nuestra casa en la primera planta de ese edificio. Eran las once de la mañana, estaba recien levantado, ya que por esa fecha y a mi edad era fecha de vacaciones. Me encontraba sólo en casa, mi padre estaba trabajando y mi madre estaría en el mercado haciendo la compra del día. Yo andaba por casa con un pantalón corto de deportes y unas playeras. Esa era toda mi vestimenta. Sonó el timbre de la puerta y me dirigí a abrir. Era Teresa, la señora que venía todas las semanas a limpiar el portal y las escaleras del bloque. (Mujer de 58 años, morena con el pelo recogido, no era una belleza de cara, pero su bien hacer en el maquillaje la hacía resaltar mucho, algo gordita y con dos magnificas tetas. Más tarde supe que era viuda desde hacía nueve años).
-Hola buenos días, podrías llenarme el cubo con agua.
Como ya comenté antes, vivía en la primera planta, y en cada planta había dos viviendas. Esta señora tenía por costumbre pedir el agua a mis vecinos de enfrente, pero este mes de Julio estaban de vacaciones en otra ciudad, y logicamente no había nadie en esa casa. De ahí que Teresa fuera a mi casa a solicitar que le llenaran el cubo con agua para su tarea.
Nunca me había fijado en esa mujer como marco de mis fantasías, y la verdad era que en aquel momento tampoco me pasó por la imaginación nada que me hiciera pensar en Aun ratito con Teresa@. Sin ningún comentario más, cogí el cubo y a los dos minutos me encontraba de nuevo en la puerta con el agua en su interior.
-Aquí tiene
Hasta entonces, como decía, no había pasado nada por mi cabeza. Pero fue en el momento de que ella se agachará levemente para coger el cubo cuando advertí por su escote los dos grandes senos que debía esconder aquella mujer bajo aquel vestido. En un momento creo que llegue a tener la mayor erección de mi corta vida.
-Bueno niño, gracias………) y tu madre no está?,
-No, debe de estar comprando
-Pues nada, gracias y hasta luego.
Cerré la puerta y lo primero que hice fue irme al baño y masturbarme pensando en aquella mujer, que hasta ahora nunca había aparecido en mis sueños.
A partir de ese momento no lograba quitarme de la cabeza el escote de esta mujer. Era todo el santo día pensando en ella. Pero claro nunca podía imaginar lo que ocurriría en un futuro.
A la semana siguiente, el martes concretamente, que era el día en que le tocaba venir a hacer su trabajo, volvío a ocurrir lo mismo. Yo la había estado esperando toda la mañana y cuando sonó el timbre me puse hasta un poco nervioso (qué ingenuo es uno con esa edad). Fui a abrir la puerta.
-Hola niño, me puedes dar agua…
Esta vez creo que la recorrí con la mirada de arriba a abajo, especialmente parandome en sus senos. ( Qué buena estaba !. En esta ocasión no necesite que se agachara para ver su escote, allí mismo de pie ante mí, ya me puse a cien, pensando en lo que un inexperto como yo podría aprender de esta hermosa mujer.
Le dije que enseguida le llenaría el cubo con agua, pero esta vez la invité a pasar a la entradita de la casa. Como queriendola Aseducir@, esta vez fui más amable. Pasó y cerré la puerta. También me encontraba sólo en casa.
-Quiere usted tomar algo mientras lleno el cubo
-No hombre, si eso es solo un momento, y tengo cosas que hacer…..
No insistí y me dirigí a la cocina. Para ese momento tenía una erección que me estallaba a través del corto pantalón de deporte. Mientras caía el agua en el cubo, empecé a tocarme en la soledad de la cocina, incluso llegué a sacarme la pija del pantalón y masturbarme como dos o tres segundos, pensando en la mujer que se encontraba en la entrada de mi casa.
Ahora me río cuando digo la soledad de la cocina.
Cuando el cubo se llenó de agua y lo retiré del lavabo, ví que Teresa estaba en la puerta de la cocina. Me quise morir. Qué verguenza más grande. )Me habría visto? )Se lo diría a mis padres?
Todo el nerviosismo de un principio se multiplicó por mil. No sabía qué decir. No sabía que hacer.
-Como tardabas, he entrado para ver si te hacía falta ayuda, pero veo que a tí lo que te hace falta es otra cosa – dijo ella –
No podía articular palabra. A mi mente sólo venía la imagen de mi padre dandome una buena zurra.
Ella me miró a los ojos y comentó:
-Vaya juventud con la de mujeres que hay
Cogió el cubo, se dió media vuelta y se dirigió a la puerta.
No sé si por la edad, por el estado de nervios en que me encontraba, o por el temor de que se enteraran mis padres, comencé a llorar como un desconsolado.
En ese momento Teresa dejó el cubo en el suelo y se dirigió a mí, y quitandome mis manos de mi cara, que querían ocultar el llanto, me dijo:
-Que te pasa granujilla, porque lloras, si eso a tu edad es muy normal….
Aquellas palabras me resultaron como el mejor bálsamo que podía recibir en esos momentos. Las interpreté como las palabras de una madre hacia un niño que necesita consuelo.
Casi balbuceándo por el llanto le dije:
-Es que como se enteren mis padres de lo que usted ha visto me pueden matar…
Ella comenzó a reirse, y me dió un abrazo. Si unos minutos antes yo podía haber pagado todos mis ahorros por ese gesto, en estos momentos no pensaba que la que me estaba abrazando era la mujer de mis fantasías sexuales, sino alguien que intentaba consolarme.
-No te preocupes que no voy a decir nada….
Me dió un beso en la mejilla, volvió a coger el cubo y se dirigió hacia la puerta de la casa.
Yo la seguí y cuando iba a abrir la puerta le dije:
-Teresa, es usted una mujer maravillosa……
-)Eso porqué me lo dices? – me contestó ella -, es )porqué no voy a decir nada? ó )porqué tú me ves con muy buenos ojos?
De nuevo creía morirme de vergüenza, aunque en esta ocasión, y quizás por la confianza que me había trasmitido en la cocina, si pude contestarle:
-Se lo digo porque usted me gusta mucho y me he enamorado de usted…. (ahora lo recuerdo y me parto de la risa, )cómo pudo salir esa frase de mi boca?)
Ella comenzó a reirse a pierna suelta y me dijo:
-Enamorado de mí, niño que me meo de la risa, tú lo qué estás es loco por llevarme a la cama. Tú te enamorarás de una niña de tu edad tonto……..
-No, se lo juro, estoy loco por usted….
En ese momento yo creo que ya había empezado a pasarse por la mente de Teresa lo que yo estaba esperando.
-Ven aquí cabronazo – me cogió por los hombros – )qué quieres follarme aquí mismo y qué venga tu madre y la que se encuentre en un follón sea yo?. Mira vamos a hacer una cosa. Esta tarde vienes a mi casa y allí te voy a enseñar lo que tú quieres ver.
-En su casa, pero )y su marido…?
-Hijo, si llevo viuda nueve años. Además vivo sóla. Mis hijos están casados y ya no viven conmigo.
El sueño de mi corta vida se estaba cumpliendo. Con mis quince años había quedado con la mujer de mis sueños para esa misma tarde y en su casa. Me explicó donde vivía y a qué hora debía ir. Se marchó de mi casa y siguió con su tarea en las escaleras del edificio. Como podréis imaginaros, desde ese momento hasta la hora de la cita fue el espacio de tiempo más largo de mi vida. No comí. Sé que estuve casi una hora en el baño, lavándome, peinándome y echandome el desodorante y la colonia de mi padre. AQuería impresionarla, jajajaja…….@.
Eran las cinco de la tarde. Me encontraba en el portal de la casa de Teresa. Llamé al portero electrónico. No me abría nadie. Volví a llamar un par de veces y nada, seguía sin contestar. Se me vino el mundo encima. Pensé que se había reído de mí. Imbécil, tonto, ingenuo. Como una mujer como esa iba a querer estar con un niño como yo. Cuando ya me iba, escuché como el mecanismo de la puerta se abría, di un pequeño salto, empujé y se abrió. Ya estaba dentro del portal. Ahora empecé a pensar: y )si no ha abierto ella?, y )si ha sido otro vecino….? De todas formas no tenía nada que perder. Si subía y pegaba en el timbre de su propia casa, si de verdad no había nadie pues me iba y ya está. Pero y si era ella la que me había abierto.
Pues allí me encontraba yo, oliendo a colonia varonil por los cuatro costados y esperando que Teresa me abriera la puerta. En esta ocasión sólo tuve que tocar el timbre una vez. Parece que estaba tras la puerta esperandome. Abrió y agarrandome del brazo me introdujo en su casa como queriendo que me apresurara a pasar.
No voy a decir que me estaba esperando en braguitas, porqué no era así. Llevaba la misma ropa que llevaba esa mañana en mi casa. Creo que yo ahora estaba más nervioso que nunca. Incluso creo que ella tambien lo estaba.
-Pasa y sientate en el sofá, que yo me voy a duchar, que no he tenido tiempo hasta ahora.
-Me ha tardado mucho en abrir – le dije –
-Es que hasta el último momento no sabía si en verdad quería que subieras – me contestó –
-Pero al final me ha abierto, )no? – dije vacilante –
-Venga sientate que ahora vamos a hablar un rato….
Aquellas palabras me desconcertaron un poco. )hablar?. Yo había venido a otra cosa. Me senté y comenzé a ojear todo lo que tenía a mi vista en aquella casa.
No pasaron ni cinco minutos, cuando vi como salía del baño con una toalla larga alrededor de su cuerpo. Estaba para comersela. Se había soltado el pelo, se había quitado el maquillaje, y se dirigió hacía el pasillo diciendome que se iba a poner algo encima.
Yo seguía sentado en el sofá, impaciente y pensando en que podría pasar a partir de ahora.
Al cabo de unos minutos salió al salón y llevaba puesto un vestido de tirantas algo ancho que le hacía incluso un poco más gorda. No reparé en eso. Yo no quitaba ojo de los enormes bultos que imaginaba en su pecho.
Se sentó a mi lado y comenzó a hablarme:
– Mira chiquillo, yo no sé en qué te habras fijado en mí, una vieja como yo, que no la quieren ya ni sus hijos que no vienen ni a verme.
-Teresa – le contesté-, estoy muy nervioso. No sé lo qué puede pasar a partir de ahora. Sólo le voy a decir una cosa. Si estoy aquí es porque llevo dos semanas pensando en usted, y lo que vió en la cocina no es nada comparable con lo que hago cada día acordandome de su cuerpo y de su cara.
Teresa no daba crédito a lo que estaba oyendo. Un mocoso como yo en su casa estaba tirandole los tejos y loco por darla un revolcón.
-Niño hace nueve años que no estoy con un hombre. Yo en la cama nunca he sido una fiera, así que lo que yo te pueda enseñar no es nada del otro mundo. Pero sí te voy a decir una cosa. Todavía no hemos hecho nada, pero si hacemos alguna cosa quiero que me prometas que no saldrá de estas cuatro paredes.
-Se lo prometo Teresa, a quién se lo voy a contar, si todo esto para mí es la ilusión de mi vida.
Tras decirle eso ella me cogió la mano y me dijo que fueramos a su habitación.
Me sentó en la cama y comenzó a desnudarme. Yo ya me había deslcazado de los mocasines que llevaba. Primero me quitó la camiseta y me empujó echandome de espaldas en la cama. A continuación me desaprochó el pantalón y tiró de el, dejandome en slip. Para ese momento ya tenía una mediana erección, cosa que ella advirtió pues observé como se quedó mirando el bulto unos momentos.
-Vaya hijo parece que tienes un buen instrumento.
Mi nerviosismo seguía creciendo por segundos. Cuánto más cerca estaba de mi sueño, más nervioso me encontraba.
Echado en la cama con los cazoncillos puestos ví como ella tiraba de su vestido hacia arriba y se quedaba desnuda tan solo con unas bragas blancas de un tamaño considerable. Cuando por primera vez en mi vida veía unas tetas como aquellas a tan solo un par de metros de mí, creía que me moría de felicidad.
-Venga quitate el slip, qué estás esperando – me comentó-
Sin pensarlo dos veces lo hice apresuradamente. Estaba a cien, Tenía una presión en los huevos que creía que me iban a explotar en un instante . Al quitarmelos, mi polla saltó de su nido como un resorte. Teresa esbozó una sonrisa picarona, que hasta ahora no había visto en ella.
Se aproximó por una lado de la cama y se sentó al filo. Con una mano comenzó a tocarme la polla y los huevos con una delicadez supina. Nunca había imaginado que aquello pudiera ser tan excepcional. Creo que cerré los ojos y me deje llevar. Noté como cogía mi mano y la llevaba hasta sus tetas. Abrí los ojos y allí estaba yo tocando aquellos dos melones con dos pezones negros como tortillas. Teresa seguía tocandome, aunque ahora con más ritmo. Creo que un minuto estaba ya para correrme. Ella se dió cuenta y lo dejo. Se puso de pie y se bajó las bragas. Ante mí mi primer coño. Tenía un coño super poblado de vello. Eso me excito muchísimo. Y de un salto me abalanze sobre ella y comenzé a besarla y a abrazarla. Me correspondía con besos por el cuello y en las orejas. Yo en cambio solo quería besar y coger sus enormes tetas. Nos tumbamos en la cama y seguimos con los juegos de besos y caricias. No hablabamos ninguno de los dos. En una de las vueltas que dimos el uno sobre el otro, advertí con mi rodilla, que su coño estaba totalmente mojado. Entonce por primera vez deslizé mi mano hacia su entrepierna y le toqué su cueva negra y peluda. Ella dío el primer respingo de la tarde. Ella seguía mordiendome el cuello y ahora sí me susurró al oído que le metiera un dedo dentro. A lo que yo accedí automaticamente. Empecé un mete y saca rtimico que hacía que se estremeciera en la cama. Agarró mi polla, y al mismo ritmo que yo le introducía ya dos dedos, ella empezó a mastrubarme. A los dos minutos tuve mi primera corrida, creoq qu el semen llegó a los pies de la cama. Ella me dijo que no importaba que siguiera tocandola con mis dedos. A pesar de mi eyaculación ,mi polla seguía como un mastil.
Lo que yo conocía del sexo era lo visto en revistas y en alguna pelicula porno en caso de algun amigo en ausencia de sus padres. Cuando le iba a venir su primer orgasmo cerró las piernas y mi mano quedó engullida de tal manera que no podía moverme. Tuvo varias convulsiones y después de un largo gemido, quedo abatida en la cama. Me acerqué y comenzé a besarla de nuevo. Mi boca se posaba sobre la suya pero en ningún momento llegó más allá, ella no abría la boca, eran besos de labio sobre labio. Pasados unos minutos me tumbo de espaldas y me dijo que ahora le tocaba a ella. Que mi primera corrida había sido más de ansia que de gozo. Y así fue. Se puso de rodillas y se tragó mi pijita hasta los huevos. Yo dí un respingo que por poco me caigo de la cama. Qué gusto más grande, Dios. Empezó a chuparme desde la punta de la polla hasta la raja del culo. (Y decía que no había sido nunca una fiera en la cama). Tras unos minutos en esta postura se incorporó sobre mí y como una pelota de tenis entra en una canasta de baloncesto, así entró mi polla en su coño. Estaba totalmente mojada. Yo pensaba que aquella pequeña polla era poca cosa para tanta mujer. Pero la miraba, y en cada vaiven de entrada y salida, su cara se estremecía de placer. Estaba gozando tanto como yo. Se levantaba y se echaba sobre mí. Cada vez que se echaba y notaba sus tetas sobre mi pecho el placer se multiplicaba. No quería que aquello se acabara nunca. Me volví a correr otra vez, pero esta vez dentro de ella. Aquello ya fue el placer más grande sentido en mi corta vida. Ella también me dijo que había tenido un par de orgasmos durante la penetración. Yo estaba de nuevo como una estaca. Mi polla con un brillo especial pedía más guerra. Teresa se echó de espaldas sobre la cama y me dijo que fuera yo quién ahora mandara la situación. Se abrió de piernas y pude observar su raja abierta todavía goteando de mi ultima corrida. Me abrazó y con una mano dirigió mi polla hacia su coño y lo puso en la entrada. Me dijo que empujara y así hice. De nuevo entró hasta el fondo sin ningún problema. Ahora era yo el que empujaba hacia fuera y hacia dentro. Ella agarrando mis caderas en ocasiones, y otras apretandome el culo me guiaba. Estaba en el paraíso. Me acuerdo y pienso en lo poco que hablamos esa tarde. Todo lo que me estaba enseñando era sin articular palabra. Ya comprendo porque me dijo que ibamos a hablar un rato. Seguía empujando y cada vez yo me encontraba más cómodo. No necesitaba de su ayuda para marcar un ritmo. En esta ocasión nos corrimos los dos a la vez. Después de estar un ratito abrazados me besó. Pero esta vez me metió la lengua hasta la garganta. Yo correspondí y así estuvimos otro rato.
Era ya muy tarde. Aunque a mí se me había pasado la tarde volando.