Soy Darío y mi jefe y me aconsejo un intercambio de parejas liberales calientes, que según me contaba, era algo muy común entre la alta sociedad en nuestra ciudad – caso del que jamás me había enterado, pero decidí creerle – Después de una larga comida en donde negociamos algunos precios y bebimos, mi cliente-amigo cambió abruptamente la conversación hacia cuestiones personales y, no se cómo, pero en menos de media hora la fue llevando hacia un callejón sin salida en dónde me preguntó abiertamente si mi esposa y yo habíamos intentado el intercambio de parejas.