La panadera golosa Rosa, desde ese día sí que creí a Jose, mi colega, hasta entonces me parecía todo una fantasmada suya, cuando me decía que donde compraba el pan, había una tía con las tetas como carretas y toda caliente, que parecía que se lo quería follar, y vaya si fue cierto.
Una vecinita muy presumida
Conocí en una ocasión, cuando estuve de alquiler en un piso de Buenos Aires a una mujer muy morbosa, una vecina, vecinita más bien, que en principio ni me miraba. Yo iba a trabajar como siempre, muy de mañana; muy pronto y en contadas ocasiones me la cruzaba en la escalera. Pero un día, casualmente, … Leer más