Soy puta con cornudo y chulo (1 parte)

Lo cierto, es que soy una puta. Lo sé. Y me gusta.

Desde siempre me gustaron las pollas, pero la verdad es que no fue hasta que mi marido me dijo un día que le excitaba imaginarse cómo follaba con otros, que fui realmente consciente de ello. A partir de ese momento ha sido un desfile incesante de hombres el que ha pasado por mis manos, altos, bajos, rubios, morenos, gordos, flacos, jóvenes, viejos, guapos y feos, no hago ascos a nada, no me importa tanto cómo sean, cuanto la lujuria con que sean capaces de follarme.

Me encanta probar todo lo que me proponen, y también proponer yo, me gusta llevar las riendas y dejar a los tíos con la boca abierta y la mirada de asombro en los ojos. Sí soy una puta, pero la verdad es que siempre vuelvo a casa, a mi cornudo. Me encanta follármelo después de buenas sesiones con otros tíos, a veces sin lavar, para que sienta el aroma de macho que me inunda.

También tengo a uno, Oscar, que vive en mi portal, y al que recurro siempre que no encuentro algo nuevo, es joven, apuesto, buen cuerpo y folla que da gusto, o sea que mientras él esté dispuesto, yo también querré darme ese placer.

Cornudo feliz

Ayer pensé en hacer algo especial, un espectáculo en vivo para mi cornudo, nunca se lo he hecho, todo lo que ha visto ha sido en fotos o en videos, y pensé que ya era hora. Por eso cité a Oscar a las siete en punto, me vestí como sé que ningún hombre es capaz de resistirse, medias, tacones, bragas de encaje, corpiño y le pedí a mi cornudo que se pusiera su atuendo de perro faldero, su máscara de latex en la cabeza, su collar de perro en el cuello, y una argolla aprisionándole los huevos.

Estuve tentada de hacerle una mamada para ponerle a tono, pero justo en ese momento sonó el timbre.

Recorrí el pasillo despacio, moviendo bien mis caderas para entrar yo también en ambiente y abrí.

Mi chulo, mi macho entrando por la puerta de mi casa

– Hola, qué puntual, dije al abrir.
– Ya, no aguantaba la tensión, respondió abalanzándose sobre mí y metiéndome la lengua hasta la garganta. Ummm, un caramelo así y con esas ganas no se podía rechazar, me recreé bien con sus labios, rechupeteándoselos y le dije:
– Espera, espera, que hoy tengo algo muy especial para ti. Hoy me vas a follar delante del cornudo de mi marido
– ¿Cóoomo? Me encantó su cara de atontado y cómo veía brillar la excitación en sus ojos
– ¿Qué pasa que ya no te gusto?
– Hombre, no es eso, pero es que …
– No te preocupes, él lo sabe, le gusta y le apetece verme en directo contigo.

Sin más, le cogí de la mano, le llevé hasta la habitación y según entrábamos por la puerta dije:

– Hola mi amor, he traído a un hombre de verdad para que veas cómo me folla en condiciones y grito como una cerda.

Me encantaba la situación, sabía que los dos hombres que estaban allí me deseaban como a nada en el mundo. Y eso me hacía sentir viva, muy viva.

– Vamos aparta, que necesitamos la cama nosotros.

Se quitó y se puso en un rincón. Realmente mi perrito cornudo era una delicia.

Oscar se dejaba hacer, mientras yo estaba dispuesta a que su polla fuese un ariete de hierro dispuesto a destrozarme cuando saliera de su pantalón. Empecé a jugar con los botones de su camisa, a lamerle el cuello, a besarle con ganas y a meterle la lengua hasta la garganta mientras mis manos magreaban con ganas su culo.

De fondo oía los gemidos de mi cornudo que estaba disfrutando de lo lindo con lo que veía.

– Mira cariño, ¿ves que bueno está? Ya te dije que era un cañón, le dije a Pedro, mientras le quitaba la camisa a Oscar y dejaba su pecho al aire.
– Vamos Oscar, desnúdame como tú sabes, le susurré. Me encantaba pellizcar sus pezones tiesos y sentir como su ansia de macho se cernía sobre mí.

Entonces se lanzó al ataque, mi cuello, mi culo, mis hombros, mis tetas, mis pezones, mis muslos. Joder, era una puta máquina, no dejaba un rincón de mi cuerpo sin saborear, y a mí con unas ganas tremendas de polla.

Antes de un par de minutos estaba rodando por encima de mí sobre la cama. Me desnudó, le desnudé. No del todo, los hombres son demasiado previsibles, les gusta hacerse a la idea de que están con una puta de lujo de esas de las pelis porno que siempre follan con medias y tacones. Y así me dejó.

Me puso a cuatro patas, yo me preparé, aunque no sabía si me iba a follar por el coño o por el culo, cuando entonces se me ocurrió: – espera, un momento, que te tienes que preparar primero un poco.

En ese momento llamé a Pedro y le digo – ven aquí cariño, necesito ayuda.

Mi cornudo se acercó sin hablar, obediente y, sin necesidad de que le dijera nada supo exactamente qué es lo que tenía que hacer. Comenzó a lamerme el culo, primero solo externamente, pero luego separó mis nalgas y empezó a comerme el agujero, notaba su lengua entrando una y otra vez en mi culo, mientras con su mano me masajeaba el coño. Estaba muy caliente, mi marido estaba preparándome para que otro me diera por culo. Estaba ardiendo y creí que aquello ya no podía parar, dije: – ya basta, suficiente, ahora a él.

¿Qué iba a hacer mi cornudo? ¿Realmente se iba a atrever a comérsela a mi chulo? Me estaba poniendo a mil, pero sí, así fue, Pedro se giró y, sin más, cogió la polla de Oscar y empezó a comérsela. Mientras esperaba a cuatro patas como una perra, escuchando los lametones que mi marido le estaba dando al hombre que me iba a abrir el culo en un momento, empecé acariciarme el chocho y a dejarme llevar.

Me pilló en medio de un casi orgasmo cuando sentí la mano de Pedro y la polla de Oscar en mi culo. Joder mi cornudo es bestial, él mismo estaba dirigiendo al otro a su destino. Mi calentón ya era irremediable y me salió con ira, con ganas de que me hiciesen daño casi:

– Quiero que te folles a esta zorra y la revientes el culo para mí.

Oí al cornudo pidiendo una buena faena, y levanté mi culo para que la embestida de Oscar fuese más fácil. Me la clavó de un empujón, la tenía dura como una piedra y mi culo estaba dilatadísimo, noté como me agarraba con fuerza de las caderas y me golpeaba insistentemente con los huevos. Cuando creí que estaba a punto de correrse le grité:

– Córrete en mi cara y mis tetas.

Cuando me la sacó de un golpe me dolió casi más que cuando me la metió, me revolví, me dio la vuelta y casi de inmediato empecé a notar los golpazos de su leche caliente en la cara, el cuello, las tetas. Uff, que barbaridad, ese tío se corría como una bestia, me estaba inundando entera, pero, ummm, qué placer.

relatos cornudo feliz

Vi como mi cornudo se acercaba y empezó a recorrer todo mi cuerpo recogiendo la leche que Oscar había derramado en mi cuerpo. Estaba extasiada, plena de gozo sintiendo la lengua de Pedro lamiendo la leche de mis pezones, mis labios, mi tripa, hasta que a cuatro patas se puso a comerme el coño en una de las meriendas más sabrosas que seguro este perro mío ha tenido.

Fue entonces, cuando vi cómo Oscar cogía de las caderas a Pedro y le penetraba con fuerza, cuando sentí la lengua de Pedro buscando con más ganas mi clítoris y cuando pensé que pocas mujeres tenían la suerte de tener a un cornudo tan maravilloso como yo.

Alicia es una mujer increíble. Tiene 47 años, no es espectacular a primera vista, sin embargo tiene un morbazo que no veas. La conozco desde hace cuatro años, cuando me vine a vivir a esta casa, pero me la estoy follando desde hace sólo dos.

La primera vez que me la encontré en el ascensor, ya me llamó la atención. Cuerpo maduro, tetas pequeñas, pero muy bien puestas, un culo de infarto y una sonrisa impresionante, de esas que te dejan desarmado.

Mi cornudo impotente al ver mi descaro con mi chulo

Me gustó desde el principio, pero no me atreví a entrarla. Casi 20 años de diferencia y un marido de por medio, me parecía demasiado. Una tarde de julio de hace dos años, sonó el timbre de mi casa, abrí la puerta y allí estaba ella. Simplemente me dijo, ”quiero que me folles”. Desde entonces me la he tirado de todas las formas posibles. Pero no es eso lo que quiero contar ahora.

La semana pasada me mandó un whatsapp: “Te espero a las siete en casa. Mis hijos no están y te he preparado una sorpresita” Desde las 11:00 que me lo mandó estuve como un verraco en celo, cada vez que me había dicho algo así lo había flipado, sado, dogging, sexo en grupo. ¡¡¡ Uff, menuda mujer!!!

No quería desairarla y a las siete menos cinco estaba tocando su timbre, con la polla tiesa como un hierro. Me abrió y la pude ver tan bella y sexy como siempre. Medias, tacones, bragas de encaje, corpiño realzando sus tetas y su eterna sonrisa.

– Hola, qué puntual, me dijo.
– Ya, no aguantaba la tensión, respondí abalanzándome sobre ella y metiéndola la lengua hasta la garganta. Se recreó conmigo, me rechupeteó bien los labios y me dijo:
– Espera, espera, que hoy tengo algo muy especial para ti
– ¿Ah sí? Cuéntame. Mi imaginación no tiene límites, pero con esa mujer siempre me quedo corto.
– Hoy me vas a follar delante del cornudo de mi marido
– ¿Cóoomo? Me quedé parado, completamente bloqueado. – Pero …
– ¿Qué pasa que ya no te gusto?
– Hombre, no es eso, pero es que …
– No te preocupes, él lo sabe, le gusta y le apetece verme en directo contigo. Entonces recordé todas las veces que nos habíamos grabado. O sea que era para que lo viera el cornudo de Pedro. Joder, esta tía era la leche.

Él me cogió de la mano y me llevó hacia el dormitorio, mi corazón estaba a cien, no sé si alguna vez me había llegado a excitar tanto con ella. Al entrar vi a Pedro, desnudo, con una máscara de latex en la cabeza, con aberturas para los ojos, la boca y la nariz, un collar de perro en el cuello, y una argolla aprisionándole los huevos. Me quedé impresionado, no sabía si hablar o no, pero ella, como de costumbre llevaba la voz cantante.

– Hola mi amor, he traído a un hombre de verdad para que veas cómo me folla en condiciones y grito como una cerda.

Sus palabras hicieron efecto en Pedro, su polla empezó a elevarse ligeramente.

– Vamos aparta, que necesitamos la cama nosotros.

Se quitó y se puso en un rincón, casi como si fuese un perro, esperando los mandatos de su dueña.

Y enseguida empezó a jugar con los botones de mi camisa, a lamerme el cuello, me volvió a besar y me metió la lengua hasta la garganta mientras sus manos magreaban con ganas mi culo.