Sexo en la piscina

Una noche me quede con Marcos, hacía tiempo que hablábamos con una forma de tonteo, nos acariciábamos, nos sonreíamos, pero nunca había pasado nada más que eso. Pero esa noche iba a ser diferente, necesitaba que lo fuera. Me dispuse a arreglarme; lo primero que hice fue meterme en la ducha, y mientras me enjabonaba el cuerpo pensaba que era él quién lo hacía. Mis manos se dirigieron inconscientemente hacia mi vagina acariciándola por fuera. Apoyé mis pechos en los azulejos, fríos, que hicieron que me dieran escalofríos. En ese momento abrí los ojos y pensé: no, esta noche, ahora no.

Salí de la ducha y fui a vestirme. Necesitaba que esa noche Marcos perdiese la cabeza. Estuve un buen rato rebuscando entre trapos y cosas que compras para luego no ponerte nunca. Cuando pensaba que no iba a encontrar nada decente, vi una blusa que casualmente no tiré el año pasado. Me quedaba un poco apretada así que decidí ponérmela, desabronchando los primeros botones, claro. Después me puse unos pantalones cortos vaqueros y unas sandalias. Cuando terminé de maquillarme me miré al espejo; me gustaba. Entonces recordé el momento en la ducha y volví a cerrar los ojos. Me apoyé en el lavabo y como si le estuviera montando me movía, arriba y abajo, muy despacio, a la vez que me tocaba los pechos. En ese momento sonó el telefonillo, era él, Marcos, ya estaba allí y todo lo que me hubiera imaginado con él podría hacerlo realidad. Bajé.

Hola – le dije mientras le miraba la boca y sonreía.

Hola guapa, ¿Qué tal?¿He llegado muy pronto? – dijo.

No no, perfecto. ¿A dónde vamos? – pregunté

Sorpresa -me dijo con una sonrisa arrebatadora.

Cuando llegamos al sitio, pensé: de sorpresa nada. El muy ahorrador me había llevado a su casa para cenar. Bueno, más fácil. Pero mi sorpresa fue cuando bajamos a la piscina. Había preparado una mesita al lado. Nos sentamos y comenzamos a hablar:

Como venga algún vecino y nos vea igual se nos quiere unir ja ja ja – dije.

El se rió. Con esa sonrisa que tiene que hace que cada vez que sonría me quede embobada. Cuando terminamos de cenar me preguntó si me apetecía un baño. «Jajaja, estas tonto, como nos vamos a bañar ahora», dije. Pero cuando se me acercó y mientras me agarraba fuertemente de la cintura y me atraía hacia si se me olvidó porque no quería bañarme.

Fuimos a la piscina y nos sentamos en el borde. Entonces me puso la mano en la rodilla. Hablamos, reímos… y entonces me besó. Me tumbé con los pies metidos en la piscina y el me desabrochó la blusa muy despacio. ¿Por qué lo hacía tan lento? Quería que me arrancase la ropa si hacía falta para que me la quitara ya. Me bajó el sujetador y me besaba los pechos, mordiéndome los pezones, succionando, lamiendo. «Me vuelves loco» – dijo.

Me quitó el tanga y empezó a subir la mano. Notaba mi piel erizandose a cada acercamiento suyo. Le necesitaba dentro de mí ya, pero entonces recordé que estabamos en la piscina y que podía vernos cualquiera. «A estas horas nadie va a bajar a la piscina, olvidate» -dijo. Más grandes eran las ganas que tenía de quedarme allí así que decidi hacerle caso aunque no del todo porque no podía olvidarme que alguien podía bajar, pero la tentación de que nos pillaran le daba un toque. Y que narices, que estaba muy agusto.

Nos desnudamos y nos metimos en la piscina. Nos estuvimos besando hasta que se me acabó la paciencia y le dije que no quería esperar más. Se sentó en el borde de la piscina y allí estaba, su polla bien dura. Tenía un color rosa, y era más grande de lo que había imaginado. Mientras yo seguía en el agua coloqué mi mano encima, subía y bajaba despacio pero fuerte. Pusé su punta en mi boca haciendo circulos con la boca, disfrutando. Intenté metermela entera en la boca pero no podía. Al verme, me cogió la cabeza y lo volví a intentar. Notar las manos de Marcos empujando mientras le oia como se le cortaba la respiración me gustaba muchisimo. Estube con su polla entera dentro de mi boca un momento, sin moverme y luego la saqué. Escupí y mientras con una mano le acariciaba suavemente los huevos, se la comía entera. Paré y le pajee mientras le comía los huevos; me los metía en la boca, de uno en uno y succionaba suavemente, muy despacio.

Cambiamos de posición y me subió arriba, se volvió a meter al agua. Me besaba los muslos acercándose a mi vagina. Absorvía y pasaba su lengua por zonas muy cercanas cuando de repente sentí su lengua en mi clítoris. A los pocos minutos ya estaba gimiendo. Su lengua subía y bajaba muy rápido, le chupé los dedos y le coloqué la mano en la entrada a mi vagina. Lentamente iba metiendo los dedos y cuando llegaba al final de la vagina hacía el movimiento de cerrar la mano. Cada vez que hacía eso me recorría un escalofrío. Salió y me senté encima de él. No podía más. Iba a estallar.

Cojí su polla y me la fui metiendo muy despacio, era grande, y estaba muy dura la sentía muchisimo. Comenzé a moverme de atrás hacia alante, botando muy fuerte un rato más tarde, mis pechos botaban también y él me los tocaba.

Cambiamos de postura para ponerme yo debajo, me metió la polla, hizo varios movimientos seguidos y paró. Así unas dos o tres veces, y cada vez que paraba yo podía respirar. Sonrió y dijo: «Ahora viene lo bueno», y me la metió y sacó infinitas veces, rapidisimo, gemiamos demasiado alto, seguro que alguien nos estaría oyendo. Y entonces me corrí. Me cojí los pechos y me los aprete mientras me corría. Se corrió y noté su semen, caliente, dentro de mí. Fue increíble.

Entonces me desperté. Mojada, húmeda, caliente y con la respiración agitada. Tenía que ducharme porque esa noche.. había quedado con Marcos.

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