Sandy, trilogía tetona en un pub inglés

Sandy es inglesa, del bajo Londres pero con altas expectivas. Y grandes tetas, o «tits», como ella las llamaba. La conocí en un curso acelerado de inglés que me prometieron que lo aprendería en seis meses. Pero, por qué tuve que hacer caso. Ha pasado más de un embarazo, y no tengo ni puta idea de inglés. Solo sé decir, «fuck» y «suck», que suena a starky y hucht pero sin serlo.
Ella es simpática, risueña, y habla mucho. No paraba de hablar y encima en inglés, para más broma. No entendía ni media palabra. Ni un jodido fonema. Ni un fotón. La miraba a ella. Y por qué no decirlo. Observaba las megatetas que tiene. Tetas inglesas y poderosas. Grandes y también, sabrosas y golosas.
Allí en un pub inglés la conocí. Entre pintas de cerveza y música inglesa. Pintas, que viene a ser lo que dos medianas aquí. Con una pinta vas listo. Te crees que es como una mediana pero de eso nada. Entre la música y el ambiente, te emborrachas a las once. A esa hora cierran el pub. Y luego, abren los clubs, que viene a ser lo que aquí las discotecas. Todo lo mismo, pero con cuatro horas de diferencia. Aquí cerramos las discos a las seis de la mañana, en el mejor de los casos, y los clubs, a las 3, a la cama. Es otro mundo. Al revés, como la circulación. Nuestra derecha es su izquierda y al revés. Nunca cogí o agarré un coche en una rotonda desde después del primer accidente.

La pinta de la inglesa de tetas grandes era de cerveza

Pubs diferentes a los de España, con mesas de gruesa madera y con aspecto de cabaña. Aclimatados para defenderse del frío. Protegidos de la contumaz y persistente lluvia del exterior, son el perfecto refugio para un perdedor.
Yo ya estaba tocado sin haber mi cerveza terminado, y ella, estaba enfrente; hablaba pero no la miraba, y decía, pero la entendía. Solo llegaba a comprender ese lenguaje universal que cualquier persona puede llegar a alcanzar, el de los gestos y sonidos. El de las miradas muy cercanas. Un lenguaje sin palabras. Sin mensaje pero con traje, y una blusa. La suya transparente. Un mensaje sin lengua pero con tetas. Y ésa era Sandy. Sonidos, presencia y dos tetas. Y que no me digan que solo el hombre se fija en la delantera. Eso lo dejamos para el fútbol. Porque Sandy era y es, una trilogía perfecta.

Megatetonas inglesas

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