Relato enviado por Jesus T. – Cuentos Cachondos

Relato enviado originalmente por Jesus T. el 29 de Septiembre del 2000 a www.SexoServicio.com
Nunca creí que me pudiera pasar esto, la verdad es que siempre fui un pocotímido con las mujeres y no me distinguí nunca por micapacidad de ligar pareja, más bien me costaba trabajo así que procurabacuidarlas para que me duraran el mayor tiempo posible, asífinalmente me terminé casando.
Esto que les voy a platicar me ocurrió después de 8 años de matrimonio y yono sé si fue un regalo de algún ser superior, pero la fantasíaque siempre tuve de repente estaba a mi alcance, así fue como sucedió.En mi ciudad el tráfico es característico y sobre todo por las mañanascuando concurrimos todos los que vamos a trabajar con aquellosque tienen que ir a sus respectivas escuelas, en mi rutina, tenía queatravesar todos los días la misma ruta, de mi hogar a mi oficina.Tanto la recorría y sumido en el mismo tráfico que aprendí a buscar formasde entretenerme y me dedicaba a ver a la gente, de tanto quelos veía empecé a reconocerlos ya sea por sus coches o por ellos mismos.
Un día la vi a ella, me llamó la atención su personalidad, como muyllamativa, no sé, tenía una especie de imán que te hacía voltear averla, tenía una larga cabellera muy brillante, unos grandes y carnososlabios, más tarde me di cuenta de que resguardaban unahermosísima sonrisa.
En una de tantas ocasiones, de repente ella me volteó a ver y no sé qué mepasó pero me encantó. A partir de ahí mi rutina cambió, todose centraba en volverla a ver. Cuando finalmente sucedió ya que no siemprecoincidíamos en horarios y yo no sabía dónde era que seincorporaba a la ruta, no lo dudé y en cuanto me volteó a ver de nuevo lasaludé. No sé por qué lo hice, fue un impulso, lo mejor vinocuando ella correspondió a mi saludo y me sonrió.
Así transcurrieron mis mañanas durante un tiempo. Un día, me bajé de micoche aprovechando el tráfico y le di mi tarjeta depresentación la cual traía a la mano por si de casualidad me topaba conella. Llegué a mi oficina y no la pude apartar de mi mente por unbuen tiempo.
Al día siguiente que llegué encontré un mensaje en mi contestadora,diciéndome que era ella que le gustaría que le devolviera la llamada,inclusive me encontré un e-mail de su parte. ¡No lo podía creer! ¿Qué hacíayo ahí ligando con una hermosa rubia? Soy un hombrecasado y no sabía qué hacer, pero la verdad era que ella me encantaba.
En cuanto pude me puse en contacto con ella e inicié una relación extraña,llamadas rápidas para saludarnos, mensajes a través dele-mail, intercambio de bromas por el correo electrónico y poco a poco fueronsubiendo las cosas de tono, de repente ya teníamos unintercambio muy íntimo. Ya no pude más y la invité a salir. En realidadnunca nos habíamos visto fuera de nuestros autos, no sabía biencómo era, ya que la foto que me envió no dejaba ver bien cómo era. Noscitamos y pasé por ella a su oficina, yo inventé un cuento enmi casa y me preparé a recogerla.
Estaba esperando afuera de su oficina cuando la vi dirigirse hacia mi cochey no lo podía creer. Se veía hermosa, no iba con su uniformehabitual de trabajo, sino con una minifalda cortísima, una blusa tipo topescotada y una chamarra de piel negra. Se veía muy rebelde ymuy sexy, tenía un cuerpo espectacular, me había platicado que se había idode vacaciones así que tenía un tono de piel bronceado quehacía resaltar aún más su adorable sonrisa. Yo no podía creer lo que meestaba pasando, por el tono caliente que habían adquiridonuestras conversaciones yo tenía la esperanza de poder tener un contactoíntimo con ella, pero no podía estar seguro.
Fuimos a un bar cercano a su oficina y estuvimos un largo rato platicando demil cosas. Ella me habló de su vida personal con unaconfianza que no me podía creer, me habló de los problemas que tuvo con suexmarido y de cómo había estado en peligro de perder suvida. Esto me hizo entender el por qué de su alegría de vivir y su energíaque me llenaba todo. Mientras seguía avanzando la charla, sequitó la chamarra y pude ver el volumen de sus senos, Dios mío, ¡eranenormes! Esto era un sueño hecho realidad. Su escote dejaba verlo que me esperaba si todo marchaba bien.
No es por nada, pero no estoy acostumbrado a una mujer así, alegre viva,apasionada. Se le notaba a leguas. Su forma extrovertida, sudeslumbrante personalidad, su forma de vestir y su impresionante cuerpo,estaban llamando poderosamente la atención de los pocosconcurrentes en el Bar. Inclusive la muchacha que estaba sentada frente anosotros y que seguramente alguien había dejado plantada.Estoy seguro de que se sentía incómoda frente a la gran mujer que yo tenía ami lado.
Yo no sabía como proceder, parecía que había “química” entre nosotros. En unmomento dado y después de dos copas de tequila decada uno, ella se excusó para ir al tocador de damas. Cuando regresó, nosquedamos viendo y no lo pude evitar por mas tiempo nosbesamos apasionadamente. La forma en la que me correspondió me indicóclaramente que ella esta dispuesta a compartir conmigo algomás. Ese beso duró tanto que no me importó que el mesero y los demásparroquianos nos estuvieran viendo cuando yo ya habíadeslizado mis dedos por encima de su escote sintiendo sus deliciosos yenormes pechos. Ella no dijo nada así que me adentré dentro desu brassiere hasta que logré tener entre mis dedos a sus muy duros pezones.Todo esto en el bar. Pronto con mi otra mano comencé aacariciar sus piernas que se sentían suaves como seda, a pesar de no usarmedias de ningún tipo, gracias al color que tenía por subronceado, subí por dentro de su corta falda y no dijo nada solo emitió unosgemidos que no dejaban lugar a dudas, estaba tan excitadacomo yo.
Ya sin pudor alguno le pedí que fuéramos a algún otro lado, ella me confesóno estar segura de hacer lo correcto debido a mi situación decasado, pero le pedí que me diera la oportunidad de estar con ella, que lonecesitaba ansioso y que dejáramos pasar las cosas hasta ver adonde podrían llegar, sin insistir mucho aceptó. Cuando íbamos camino alestacionamiento, no podía dejar de pensar en lo afortunadoque era y en lo que me estaba pasando. Iba a ser infiel en forma. Era unarelación que había trabajado, a la que le había dedicadotiempo, en la que tenía muchas ilusiones puestas, si esto no era infidelidadno se que otra cosa podría ser.
Ya en el coche, no besamos como locos y acordamos ir a un hotel cercano, elpoco tiempo que estuvimos en el coche fue suficiente paravolver a tener sus pechos entre mis manos, inclusive pude verlos al bajar unpoco su tipo hasta tener al descubierto uno de sus deliciososy carnosos pezones, ella por su parte ya había estado masajeando mi miembroy yo no podía más. Sus piernas muy cerca de mí yaestaban totalmente a mi vista y cuando tenía una mano libre, lo primero quehacía era deslizarse hacia ellas y más arriba.
Cuando finalmente entramos en el hotel ya estábamos a mil los dos. En elelevador nos volvimos a meter mano y cuando llegamos alcuarto, fueron escasos segundos los que duraron nuestras ropas puestas. Ellafue la primera en estar desnuda, yo no podía aguantar másel hecho de ver a una mujer así, tan cerca de mí, tan entregada, tancomplaciente, por un lado dudé porque no quería quitarle su ropainterior ya que se veía tan impresionante vestida así con esa ropa tan sexy,pero en mi beneficio fue que decidí quitársela y cuandofinalmente liberé sus senos, me volvía loco. Hacía mucho que no estaba conuna mujer que disfrutara tanto placer al sentir sus senosmasajeados. Cada vez que llevaba mis labios a ellos ella gemía riquísimo, seveía que en realidad le gustaba. Pensé en que suerte demujer, teniendo esos senos, y disfrutar tanto con ellos, ahora me explicabapor qué mi mujer odiaba tanto sus pequeñas tetitas, al gradode no dejarme tocarlas.
Esta maravilla que estaba en mis brazos, me demostraba con hechos que estabadisfrutando al máximo. Cuando ella estaba ya totalmentedesnuda así que no era muy caballeroso de mi parte el permanecer vestido.Ella me ayudó un poco, no sabía como quitar la corbata deun hombre, pero por lo demás hizo un buen trabajo. Yo estaba ya totalmenteerecto, cuando mi miembro quedó al descubierto no sé si leimpresionó o no, no voy a poner como en muchas historias que he leído quemide treinta centímetros y que es ancho como una botella,creo que es bastante normal, sólo que muy limpio y bien formado, pero ellalo tomó con cariño y lo acarició como si en ello se le fuera lavida.
Estuvimos acariciándonos un rato, no sé cuánto pero era delicioso.Posiblemente les sea difícil de creer, pero a mis 35 años nunca habíatenido sexo oral satisfactorio en mi vida. Las mujeres que habían estado ami lado o eran tan mojigatas (incluyendo mi esposa) o tanpoco apetecibles que nunca había podido llegar a saborear en forma los jugosdeliciosos que una mujer puede ofrecer cuando está tanexcitada como lo estaba ella. Me perdí en su vagina, lamí como no lo habíahecho nunca de su concha deliciosa a su ano, de ida de y devuelta. Metí mi lengua hasta donde pude en todas partes, estaba disfrutandode verdad todo esto, mordía su clítoris, ella se revolcaba, erauna locura. De repente sus gemidos se intensificaron , más , más, ahoragritaba y de repente se vino.
Yo lo había hecho, yo solo, con mi lengua y mis labios, habíamos logrado queuna reina como esta, una diosa sensual como ella, seviniera en mi boca. Definitivamente tenía que ser un sueño. Nos abrazamos denuevo, nos besamos, ella probó su propia miel de mislabios, volví a sus pechos, ahora le pedí que me ayudara, que los chuparaconmigo, al principio no le gustó la idea. No se si lo habíahecho antes pero después se veía que lo disfrutaba. Tal vez porque al mismotiempo nos besábamos e intercambiábamos lenguas.
Por fin la penetré, era delicioso tan caliente, al principio poco a pocodespués más fuerte, quería oírla gritar, hacer ruidos, era para miimportante sentirla viva en mis brazos. Nunca me pidió parar ni nadaparecido, aceptó todo lo que le hice. Cambiamos de posición una yotra vez, de repente tenía sus piernas en mis hombros y veía como susdeliciosos senos se apretaban contra ella, como sus ojos dejabanver claramente que disfrutaba. No lo habíamos pensado, pero no me habíapuesto ninguna protección. Un poco tarde nos dimos cuentapero ya no podíamos parar. Lo más que pude hacer fue que cuando finalmentealcanzamos el orgasmo juntos, me salí de ella y mandéchorros por todo su cuerpo, algunos cayeron en sus senos. Fue una explosión,fue delicioso, la forma en la que se movía, como hacíapara proporcionarse más placer, sin miedo a disfrutar, sin ningúnremordimiento ni prejuicio, sólo gozando del momento tanto como yo,sólo usándome tanto como yo a ella. No nos quedamos a deber nada.
Encendí un puro y ella un cigarro, platicamos, le dije lo mucho que habíadisfrutado y lo muy agradecido que estaba. Entre plática yplática la excitación volvió. Ahora ella se apoderó con su boca de mimiembro y gocé de verdad con eso, nunca dijo, qué asco o mepreguntó si eso ya era suficiente, no nada parecido. Al contrario disfrutabacon mi pito en si boca, hasta el fondo, luego mis bolas comosi fueran de helado, aunque en realidad estaban hirviendo, ¡de ahí a miculo! Eso si era el colmo, ¡me estaban comiendo el culo! Esto erael paraíso. Se notaba que estaba ansiosa por hacerme gozar, ahora me tocabaa mí y ella estaba a cargo de eso.
Después de un rato de estarme aguantando me tocó de nuevo mi turno ydisfruté de nuevo de su néctar, lamí esa fruta preciosa por unrato, pero me entró la curiosidad de si podría hacer realidad mi mayorfantasía la de coger por el culo. Empecé a mamar de nuevo suoscuro y arrugadito sitio y poco a poco fui metiendo un dedo, ella noprotestó pero tampoco se vio encantada, le pedí permiso pero mepidió que lo hiciéramos en otro momento, que no le gustaba mucho la idea. Nose pudo pero eso deja la posibilidad a una aventura másadelante.
Ahora con un poco más de conciencia decidí ponerme un condón, e hicimos elamor por un largo rato más hasta que finalmente se vinode nuevo. Lo que me encantó en esta ocasión fue que me preguntó como megustaba más a mí. Le dije que de perrito y de inmediato mepidió que se lo hiciera así, disfruté muchísimo y ahora si pudimos terminarjuntos en una venida fantástica.
Después de esto descansamos un poco, nos aseamos lo suficiente, nos vestimosy salimos del hotel.
Unos días después tuve otro encuentro maravilloso con esta mujer que tal vezles cuente después. Ahora hace ya varios días que no laveo y no sé si sea porque tengo mucho miedo de terminar de enamorarme deella o que finalmente me de cuenta de que mi matrimoniono me deja nada en el terreno sexual y termine por derrumbarse. El caso esque ahora no la llamo más ni ella a mí. No sé si lo nuestro yaterminó, sólo sé que ella me hizo sentir como un hombre de verdad y que selo agradezco mucho.
Por cierto esta linda mujer de la que me estoy enamorando se llama Martha.
Atte: Jesús