Negro humillador a pareja cuckold argentina

No sabíamos a donde ir y al final decidimos pasar nuestras vacaciones en Panamá, en un resort precioso que mi marido había visto en una pagina web, y le gustó tanto como a mí. Y nos dijimos vamos para allí a disfrutar, y menudo, claro que sí, y mucho que disfrutamos!

Somos una pareja de mediana edad, pasamos de los treinta y ya tenemos nuestros años, la vida sexual se nos hace a veces aburrida, él no tiene muchas ideas en la cama, el misionero y poco más y aquella persona que conocimos, me hizo vivir cosas que nunca podría retratar con exactitud, con palabras.

El caso es que nos dirigimos en un vuelo rápido, hacia Panamá, somos muchos kilómetros pero con los aviones, hoy día, no hay distancia que valga. Nos acomodamos en el hotel, y ya estábamos instalados en nuestra habitación.
Yo quise disfrutar de todas las instalaciones del resort hotel, y ahí conocí, a Braulio. Braulio era el encargado del Spa del hotel, un joven negro de buena apostura física, buen porte, buenas maneras y educado. Muy pronto entablamos conversación, hicimos amistad, yo lo conocí primero porque iba bastante al Spa. Mi tranquilo marido lo pudo conocer más tarde, cuando yo le dije que había conocido a un chico muy simpático.

-Parece simpático, y sin duda, fuerte como una roca, un negro de campeonato- me dijo él esa misma noche.
-De campeonato!?, a qué viene eso? Un chico normal y corriente, de color y muy amable- le dije yo sin darle mucha importancia.
-Es un decir, no te gustará no?
– A ver si te va a gustar más a ti que a mí, que ya no sé qué pensar. – le dije, porque mi esposo a veces, no sé que pensar de él, en la cama un pasivo total, y luego con estos comentarios que más bien parece una nenaza puta de instituto barato.
Esa noche hicimos el amor, cuando acabamos le dije:

-Cada día follas peor
-Lo siento, será el cambio de ciudad, de lugar, no sé- me dijo excusándose sin ningún argumento de peso.
-No, no es eso, yo soy mujer y lo noto, ni se te pone bien dura, ni sabes lo que hacer con este pedazo de hembra que pide verga dura y más grande, pido una buena pija, lo entiendes, maridito inofensivo?
-Sí, pero qué quieres que haga?-me dijo en tono resignada.
-Tú no vas a hacer nada, en realidad, ya no haces, NADA! – le tuve que espetar, ya con un tono más que elevado y hasta agresivo e imperativo.
-Y entonces qué quieres hacer?

En ese momento me acordé de mi amigo, de «nuestro amigo» porque el endeble de mi esposo ya lo conocía.

Agarré el telefono que une con recepción:

– Hola, le llamo de la doscientos cuatro, está por ahí el encargado del Spa, por favor?
– Sí, está en el Spa, ahora, en su turno de mañana, quería alguna cosa?
– Sí, le quería comentar y consultar una cosa, podría decirle que llamara aquí, a mi habitación, un momento, cuando pueda, por favor? – le dije con un tono del todo cordial y amigable.

– Claro que sí, ahora se lo comunico.

Eran, las nueve de la mañana de un martes veraniego, mi marido, estaba al lado, echado y tumbado, desolado por no hacerme bien el amor, por no follarme, por no darme la pija brava que yo pedía. Se había venido encima de él, cuando se quitó de encima de mí, ni me había corrido a mí. Parecía una putita blanca que no sabía satisfacer a una mujer, hasta le vi humillado y todo por la cara que ponía.
Mi esposo tuvo que escucharlo todo, cómo yo, pedía a gritos a otro hombre, sería Braulio, ya lo conocíamos los dos pero esta vez, lo íbamos a conocer de verdad.

A los diez minutos, aún los dos en la cama, suena el teléfono:

-Sí, hola, soy Braulio, han llamado por mí? – preguntó una voz, expectante y con sorpresa.

– Sí, soy Pamela, se acuerda de que suelo ir al Spa, morena, argentina, que a veces hablamos y hasta conoce a mi marido? Hemos llegado hace dos días al hotel. – dejé un momento, y esperé a ver si se acordaba.

– Sí claro, hemos hablado y viene por aquí, qué quería?- le noté ya más relajado y tranquilo.
– Mira por favor, podrías venir a la puerta de la doscientos cuatro?- le dije sin más, para que notara cierto aire autoritario pero sin serlo, tampoco quería proponer, al fin y al cabo, somos clientes, somos los que pagamos, en concreto nosotros somos una pareja con un nivel económico elevado, y no había por qué rebajarse.
-Ahora voy señora.

En ese momento, escuché señora y supe que la orientación de la relación había cambiado, me gustó escucharle decirme, señora. Así lo haría.

Lo que acontece ahora, y sigue es algo extenso, pero lo resumiré mucho, está el vídeo, fotos acompañadas que enmarcan nuestra situación.

Le vi en la puerta, le dije hola Braulio, venía algo sudado, con camiseta de tirantes, shorts, y con cara algo acelerada.

-Pasa y no digas nada.

Me hizo caso, se quedó de piedra al ver a la puta de mi marido en la cama, sin hablar, desnudo, con su ridícula pija desnuda, toda una burla y humillación para un marido medio impotente.

-Qué pasa aquí, señora, si puedo preguntar.

-ya lo ves, mi esposo, aquí que no puede satisfacerme, yo, una señora con más calores que una central térmica, y a ver quién apaga este fuego que llevo dentro. Que ni el coloso en llamas me llega ni el coño.

Braulio se quedó blanco, si se me permite la expresión metafórica, y al mismo tiempo que la palidez le llegaba a su negra cara, un ensanchamiento y abultamiento del colgajo morenote, se había evidente, y palpable; se le sospechaba entre piernas, un paquetón de dimensiones exageradas, esa desmesurada quemazón y prurito sexual, era más que visible y evidente.

– Mmmmmm, parece Braulio, que algo se te ha puesto grande ahí abajo.
-Señora, viéndola desnuda – yo estaba en pelotas viva, en ese crucial momento- y observando a su incapaz marido ahí, solo pienso en una cosa. – me dijo entre tímido y caliente.
– En qué cosa? , quieres darle gusto a esta blanquita madura, insatisfecha, pero insaciable?- pregunté con toda la picardía del mundo.

Braulio, que de tonto no tenía ni un pelo, ya vio que la situación no tenía marcha atrás, se bajó de un estirón sus shorts sudorosos, que llevaba, sin slip debajo, y me dijo:

-Esto es lo que quiere señora?. Salami panameño, salchichón de La Chorrera, Sobrasada San Miguelito?

Lo cierto, es que el negro pollón, encima era un guasón, todo ciudades de Panamá, personalizadas y personificadas en embutidos de la zona.

Una polla toda horizontal ya, gruesa y negra, me apuntaba sin remedio, la miré sin decir nada, me quedé helada, al ver aquella pija grande. En la vida había visto algo así.

-Sí, eso quiero, y lo quiero ya.

A continuación, pararemos de hablar, y mejor dejamos paso a las imágenes, fotos y video porno caliente de cornudos, pareja argentina adinerada con este negro inocente pollón y humillador, y marido putita sumisa. Que graba y hace fotos. Dejando abierto, nuevos comentarios de la situación de pareja liberal, del todo, cuckold, de cornudos y sumisos, con machos corneadores como Braulio, mi negro encargado del Spa, en Panamá. A todos los sumisos y cornudos que disfruten!