Nadie sabe para quien trabaja – Cuentos Cachondos

Mi necedad por llevara a cabo un juego erótico termina en una pesadilla sexual para mí y mi esposa.Mi nombre es Emilio, tengo 31 años y vivo con mi esposa llamada Eugenia de 28; tenemos 4 años de casados y desde hace ocho que tenemos sexo; hemos tenido muy buenas relaciones sexuales, ya que, aparte de que Eugenia tiene un hermoso cuerpo y un rostro divino, siempre hacemos juegos eróticos que nos ayudan a desarrollar fantasías que mejoran nuestro sexo.
Nuestra situación económica es excelente, con decir que tenemos una enorme casa de tres pisos con alberca, cancha de tenis, salón de juegos, gimnasio y salón de fiestas; además de que contamos con tres autos último modelo de muy buenas marcas (léase BMW, Mercedes Benz y Jaguar) se darán una idea de lo que digo.
Eugenia y yo nos mantenemos en excelente forma física ya que hacemos mucho ejercicio, ya sea en la casa o en el club social y deportivo al que pertenecemos, así que nuestros cuerpos están muy bien, sobre todo el de ella, ya que es trigueña y tiene un par de melones en los pechos que fueron los que hicieron que me fijara en ella, su cara es tan fina que ha posado incluso para reconocidos artistas plásticos y ha salido en varios anuncios comerciales; ni que hablar de su cuerpo, es fenomenal, soy la envidia de varios amigos y ella la admiración de sus amigas; la verdad, aunque se oiga egocéntrico, somos unos triunfadores.
Hace dos meses le pedí a Eugenia que hiciéramos algo que yo tenía ganas desde hace mucho tiempo, pero que no me había atrevido a pedirle por miedo a que se fuera a ofender; pero al planteárselo me sorprendió que aceptara sin ninguna objeción.
Mi fantasía consistía en atar a mi esposa y jugar a que yo era un violador que invadía su casa; pero ella tenía que forcejear como si fuese una verdadera violación. Acordamos hacerlo el siguiente fin de semana.
Así pues, le di ese fin de semana libre a la servidumbre, luego salí de a casa y le dije que ella tenía que hacer su vida normal, yo la tendría que localizar y hacer realidad mi fantasía.
Más tarde regresé a la casa, me disfracé con ropa negra y un pasamontañas negro también; pues el juego tenía que ser lo más realista posible; eso sí, entré en la casa utilizando mi llave; comencé la búsqueda de mi esposa excitado, pasé por la sala y no estaba, el comedor, tampoco, me fui directo a la recámara y tampoco la encontré, desde ahí me asomé a la alberca; la vi tomando el sol en una de las camas de sol, con un diminuto bikini que no dejaba nada a la imaginación.
Salí de la habitación a buscarla, pero al llegar a la piscina ella ya no estaba, solo fue cuestión de seguir un rastro de agua que dejó cuando se fue y la localicé; ella había entrado a la cocina por una bebida; esperé afuera de la cocina, junto a la puerta de cristal que da directo a la piscina para atacar; cuando ella salió, me moví rápidamente, la abracé por detrás y le tapé la boca al tiempo que la arrastraba de nuevo hacia la cocina; ella dejó caer el vaso que se rompió con un gran estruendo; Eugenia forcejeó e intentó patearme, pero yo la dominé perfectamente; de entre mis ropas saqué un cuchillo y amenazándola le dije que tenía que obedecer o le iría mal (ella estaba enterada de esa parte del juego también); le ordené hincarse frente al horno de la estufa, ella obedeció fingiendo miedo, le até las manos a la puerta del horno y la hice levantarse, de tal manera que ella quedó empinada frente a mí; le quité el bikini de inmediato, la visión que me produjo ver sus tremendas nalgas y todo su fabulosos cuerpo desnudo frente a mí me puso a cien, Eugenia empezó a suplicar que la dejara ir como habíamos acordado y yo le dije que se callara o tendría que amordazarla; ella siguió suplicando y yo le coloqué una cinta adhesiva en la boca para obligarla a callar (todo estaba acordado previamente); me desnudé. Yo hubiera querido penetrarla sin más ni más, pero como sé que tiene la vagina estrecha, necesitaba calentarla primero; así que me arrodillé detrás de ella y comencé a meter mi lengua en su vaina; ella fingía llorar, pero empezó a calentarse y a mojar su cueva, sentí su líquido en mi lengua y cuando me di cuenta de que ya estaba lista, me incorporé; me coloqué detrás de ella listo a penetrarla y comencé a meterle mi verga; aunque Eugenia fingía que le dolía, la verdad es que lo disfrutaba mucho; de la misma manera yo estaba disfrutando por fin hacer realidad mi fantasía; cuantas veces había soñado con hacérselo así a varias niñas de las que van al club y claro, también a Eugenia.
Se lo hice a Eugenia lo más fuerte que pude, intentando hacerla sufrir y ella hizo muy bien el papel de víctima; la actuación se le da muy bien; varios minutos después sentí como ella temía un orgasmo y yo también me vine, dejando entrar toda mi leche en ella; no nos preocupábamos por que se embarazara, ya que tenía el dispositivo puesto.
Lo siguiente que hice si sorprendió a Eugenia, pues no lo habíamos acordado antes; la desaté de la puerta del horno y la llevé a una mesa rectangular que hay en la cocina, ella empezó a forcejear de verdad y yo la sostuve con fuerza, la hice empinarse en la mesa y mientras con una mano le sostenía la espalda abajo, con la otra le detenía ambas manos; mi verga estaba levantada, excitada por la sensación de dominio sobre ella.
La verdad es que aproveché esa gran oportunidad que se me presentaba para hacer algo que siempre había deseado y a lo que Eugenia siempre se había negado: cogérmela por el ano; ella se retorcía y gemía tratando de impedirlo, pero no pudo hacer nada, coloqué mi verga en la entrada de su ano y empujé lentamente, gozando ese hoyo que jamás había sido conquistado. La empalé totalmente y me detuve por unos segundos, me la empecé a coger así mientras ella hacía todo lo posible por zafarse; tuve un orgasmo tremendo, llené a Eugenia de semen. Yo tenía los ojos cerrados cuando escuché que Eugenia gemía más fuerte, como tratando de decirme algo, pensé que era porque me estaba viniendo en su ano; abrí los ojos y solo recuerdo haber visto un pasamontañas frente a mí y sentir un golpe tremendo en la nuca, después todo se hizo negro.
Tiempo después desperté; primero estaba confundido y desorientado, veía borroso, pero poco a poco empecé a distinguir mejor, vi unas siluetas moviéndose frente a mí, quise moverme y me di cuenta que estaba desnudo e inmovilizado, quise hablar y me di cuenta que estaba amordazado; cuando lo nebulosos se despejó, me di cuenta con horror de lo que ocurría; mi esposa Eugenia estaba desnuda acostada en la mesa boca arriba, con las piernas abiertas y con los brazos hacia arriba y las muñecas unidas con unas esposas de las que usan los policías, ella seguía amordazada como yo la había dejado y tenía los ojos cerrados, la cabeza echada hacia un lado. Un tipo alto con el rostro cubierto con un pasamontañas estaba en medio de sus piernas, él estaba totalmente desnudo violando a mi esposa; entraba y salía con fuerza de la vagina de Eugenia mientras ella lloraba y se quejaba por el dolor que el tipo le infringía; otro tipo sostenía las esposas impidiéndole mover las manos.
Otros dos tipos desnudos y embozados estaban a los lados de la mesa viendo como el primero se cogía a Eugenia, ambos se masturbaban sin dejar de contemplar el hermoso cuerpo de mi mujer.
Tardé un poco en reaccionar, pero cuando lo hice empecé a sacudirme tratando de soltarme de las amarras, yo estaba atado muy fuerte a una silla, traté de gritar pero la mordaza estaba muy bien puesta.
Uno de los tipos volteó a verme y les dijo a los demás: â??Miren quien despertóâ?; los otros voltearon a verme; uno de ellos se me acercó y me dijo que me estuviera quieto y disfrutara el espectáculo, que apenas estaban empezando; vi como Eugenia desesperada abrió los ojos y me miraba pidiéndome ayuda con esos enormes y hermosos ojos; sentí coraje por no poder ayudarla y por haber sido yo el que la puso en esa situación inimaginable.
Los cuatro tipos eran delgados y nervudos, sus miembros eran bastante largos y grandes, me horroricé de pensar que los otros tres también violarían a Eugenia; pero la amenaza de ellos era real, volví a moverme y uno de ellos me dio tal golpe en la cara que caí con todo y silla. El tipo me dijo: â??Si esto te gusta, tu mismo lo estabas haciendo, ¿no?, diviértete y déjanos divertir si no quieres que matemos a tu esposa delante de ti y luego te hagamos tirasâ?. Me levantaron y tuve que quedarme quieto por sus amenazas.
Mientras el tipo violaba a mi esposa, los demás comentaban que había sido una buena jornada, por lo que dijeron entendí que ellos habían entrado a la casa a robar solamente, pero al encontrarnos a Eugenia y a mí decidieron violarla.
El tipo seguía cogiéndose a Eugenia y uno de los que estaban a los lados se inclinó para besar el pezón de mi mujer, primero lo lamió y besó con los labios, pero luego tomó entre sus dientes el pezón de Eugenia y lo jaló hacia arriba, provocando que ella se retorciera y quejara por el dolor; el tipo que estaba del otro lado se inclinó sobre ella y le hizo lo mismo; empecé a llorar del coraje y la impotencia que sentía.
El tipo que estaba violando a Eugenia tardó bastante en terminar y cuando lo hizo, soltó un gran rugido y terminó dentro de ella; Eugenia se revolcó tratando de evitar los chorros de semen que le entraban, pero nada pudo hacer.
El primero se salió y otro tomó su lugar; penetró a Eugenia salvajemente, haciéndola chillar del dolor, los otros se regocijaban de verla sufrir; yo cerré los ojos tratando de despertar de esa pesadilla, pero un golpe en la cabeza me hizo volver a abrirlos; el tipo que se había cogido primero a Eugenia me dijo que tenía que mirar lo que sucedía, que me prohibía cerrar los ojos o mi esposa lo sufriría; â??Al fin que te gusta esto, ¿no?â?.Los tres tipos que faltaban se cogieron a mi esposa salvajemente, al mismo tiempo los que estaban desocupados besaban su cuello o sus tetas, o recorrían su cuerpo con sus penes erectos.
Por más que traté de evitarlo no pude, al ver lo que estos tipos le hacían a mi mujer tuve una erección tremenda, mi falo se levantó en toda su extensión; quise pensar en otras cosas, pero al no poder voltear o cerrar los ojos me fue imposible evitar excitarme.
Uno de ellos se dio cuenta de lo que me pasaba y se lo dijo en secreto a otro de sus amigos, los dos voltearon a verme, se secretearon entre ellos, sonrieron maliciosamente y continuaron con lo que estaban haciendo.
Uno por uno, todos pasaron por mi mujer; se turnaban para detenerle las manos y todo el tiempo estuvieron burlándose de ella diciéndole que era una cualquiera y que de seguro era una estúpida pero que se había casado conmigo por mi dinero y que de seguro se cogía a todos mis amigos y a los mayordomos y también se burlaban de mí diciendo que yo era muy poco hombre y un maricón por no defenderla y que de nada me servía el dinero si era un idiota; no sé cuantas cosas más nos dijeron, gozaron haciéndonos sufrir y llegué a pensar que en cuanto terminaran nos matarían.
Cuando los cuatro terminaron de violar a Eugenia, la tomaron uno de las manos y otro de las piernas y la hicieron girar sobre la mesa, le quitaron las esposas y la cinta que tenía en la boca y la voltearon boca abajo; la hicieron colocar los pies en el piso, le pasaron las manos hacia su espalda y le volvieron a poner las esposas. Uno se paró frente a ella y le dijo: â??Estás demasiado buena para cogerte solo una vez puta, así que vas a levantarnos el ánimo para seguirte gozando, ¿entendiste?â?. Eugenia bajó la cabeza y el tipo se la levantó tirando de su cabello; le dijo: â??¡Chúpamela puta, ahora mismo!â?, Eugenia cerró los ojos y abrió la boca, comenzó a chupar la verga flácida del tipo aquél; él la sostenía de los cabellos y la hacía mover la cabeza hacia delante y hacia atrás; la hizo chupárselo un buen rato hasta que la sacó erecta; se fue hacia atrás de ella y le dijo: â??Vamos a hacerlo como le gusta a tu maridoâ? y aproximó su tremenda verga al ano de ella mientras mi esposa empezaba a suplicar: â??¡No, por allí no, por favor!, ¡es muy doloroso, no, se los suplico!â?. El que estaba a punto de penetrarla le dijo que siguiera gritando, que eso le excitaba más y empezó a meter su verga por el apretado ano de Eugenia.
Vi como el rostro de mi esposa se desfiguraba por el dolor que le causaba la penetración por atrás y me arrepentí de haberla forzado a hacerlo; noté que ella apretaba los labios evitando gritar mientras el tremendo garrote del tipo la partía en dos.
Otro de los tipos se acercó a la cara de Eugenia con la verga flácida, pero el que la estaba cogiendo por el ano le dijo que se esperara, que quería oírla gritar; le empezó a ordenar que gritara, pero Eugenia lo evitaba a toda costa; el tipo empezó a darle nalgadas mientras la seguía penetrando con fuerza y le decía que gritara; como ella no obedecía, el tipo les dijo a los otros que me golpearan hasta que ella gritara; Eugenia de inmediato empezóa gritar y vaya que lo hizo de corazón, pues sus gritos eran desgarradores: â??¡Aaaayyy noooo, yaaaa por favor, ya nooo, sáquelo por favor, me duele, por lo que más quiera, se lo suplico, sáquelooooo!â?; el tipo decía: â??¡Así, así mamacita me encantan tus gritos, vas a hacer que me venga!â?.
No pude aguantar el llanto al oír los lastimeros gritos de mi mujer suplicándole al gañán que la dejara; el tipo se vino dentro de ella gimiendo de placer.
De inmediato otro de los tipos hizo que mi esposa le mamara su flácida verga y en cuanto se le paró repitió la operación; se colocó detrás de ella y le clavó la verga en su ano ya lastimado, al tiempo que él hacía esto, otro de ellos le metió la verga flácida a Eugenia y la obligó a mamarla hasta que la tuvo a punto; esperó a que el otro terminara de cogerse a Eugenia por el ano; mientras, el último de ellos ya hacía que mi esposa se la chupara para recuperar rigidez., el segundo terminó y el tercero se la clavó en el ano mientras el último todavía la hacía chupárselo; por más que yo trataba de evitarlo, mi verga se extendía en toda su longitud, me excitaba demasiado ver a mi esposa humillada de esa manera; eso yo lo había soñado con otras mujeres (mi secretaria por ejemplo), pero jamás con Eugenia.
El tercero terminó y dejó su lugar al último, Eugenia ya no gritó, creo que su ano se había dilatado por las constantes penetraciones, pero seguía llorando lastimeramente. El último de los asaltantes terminó dentro de Eugenia también y se sentó con sus amigos que ya habían dado buena cuenta de lo que había en nuestro refrigerador, le ordenaron a Eugenia que permaneciera en la misma posición y empezaron a comentar entre ellos cosas acerca del cuerpo de ella que no puedo repetir.
Poco después, uno de ellos se levantó mientras le decía a sus compañeros que yo ya no estaba excitado y era verdad, mi verga se había puesto flácida, pero me dolían los huevos de tanto semen contenido. El se acercó a mí y me dijo que mi mujer estaba muy buena, que ya nos iban a dejar, que no nos matarían y que incluso no robarían nada de la casa porque nos habíamos portado muy bien y que no hiciéramos nada en su contra porque volverían esta vez para matarnos.
Antes de irse colocaron a Eugenia frente a mí de rodillas, le ordenaron que me chupara la verga hasta que me hiciera venirme, de lo contrario, no se irían y volverían a violarla; Eugenia vio que tenía que hacerlo y se puso a mamármela; me dio la chupada más rica que he sentido en mi vida, cerré los ojos gozando lo que mi esposa me hacía; al poco tiempo sentí como me llegaba el orgasmo, me vine soltando toda mi leche en los labios de Eugenia que tragó una parte y otra la dejó caer; abrimos los dos los ojos y los tipos ya no estaban.
Desde ese día mi esposa y yo somos un poco más tradicionales, pero de vez en cuando me siento solo en la noche en el cuarto de televisión a ver la cinta de seguridad que se grabó ese día; luego me voy a la cama con mi mujer y tenemos noches de tremendo sexo apasionado.