Paseando a altas horas de la noche me encontré con algo inesperado. Una pedazo de morena, alta bien formada, elegante, y de repente la vi semidesnuda.
Yo iba paseando sin rumbo, era de noche, sobrepasarían las doce, había cenado y no tenía ganas de dormir.
– ¿A dónde vas guapo?
Me dijo una voz que no me pilló desprevenido porque procedía de la única mujer que tenía delante en la acera, ella se cruzaba conmigo pero inusitadamente, de forma inesperada me hablaba a mí.
-¿Es a mí?- pregunté con la duda de si era yo el preguntado. Lo cierto es que estaba solo, pero, ¿y si no era yo?
Siempre me ha pasado lo mismo, dudando hasta en la más absoluta de las obviedades y evidencias. No podía ser otro, no había nadie más.
-Claro que sí, cariño, es a ti, ¿dónde vas a estas horas de la madrugada?
-Bueno, no es tan tarde, pasan cinco minutos de medianoche, la hora de los lobos- le dije con tono ya algo más desenfadado, al comprobar, que era yo el elegido.
-De los lobos, o de las lobas? No es así? Incauto caminante?
-Sí, vaya, vaya…ciertamente, es la hora de las lobas. Y ahora tú me dirás, que TÚ eres una loba..solitaria, y YO el cazador rudo del trineo? es así?- dejé ir el retintín más sonado en toda la noche.
-Eso es, una loba solitaria que busca, mucho, mucho, calor nocturno. No tengo collar, y el descollador que me lo descuelle, buen ….
-Buen paquete tendrá? No? así sigue me parece- ya volvían mis dudas
-No, tontorrón, me haces reír, qué gracioso eres, sigue así, “el descollador que me descogolle, buen descojoneador será”- y se quedó tan pancha y tan ancha.
-Es verdad, tienes toda la razón, si no es por tu ayuda, no me hubiera acordado de la dichosa frase.
-Frase, frase…-me dijo ella con un gesto de supremacía innata, en ese instante se abrió el chaquetón que llevaba y dejó ver, lo que llevaba debajo:
-Madre mía! eso no es una frase, eso son dos…MELONES!- esta vez no había dudas, dos tetazas en medio de la noche, no sabía como habían ido a parar a mis retinas, las dos, pero allí estaban.
-Claro que sí, mi tontorrón, me has caído bien, y esta noche estás de suerte, has encontrado a una loba solitaria, a una loba sin collar, a una PERRA EN CELO!
Ahí y en ese preciso instante, se me vino la noche encima, todo lo negro cayó sobre mí. Uf! menuda tía, y encima una perra, o eso me dijo que era, sin collar. Qué quería decir, que yo se lo tenía que poner?
-Sí, una perra, que le va el trato duro, pero de mi elegido, y tú, mi rey, eres mi seleccionado esta noche, ¿quieres amansar a esta zorrona que llevo dentro?. ¿Has oído hablar del BDSM y de los beneficios que aporta para tu polla desentrenada e inservible?- me dijo mientras yo estaba en otras cosas, mirándola a ella.
Me cogió de la mano.
-Vamos a mi piso, vivo aquí al lado de la calle Barcelona, te voy a enseñar unas cosas, pero tú tendrás que ser mi dueño, aunque sea por una noche. A ver si eres capaz.