Mis tetas para mi sobrino

Casada insatisfecha desde hace tiempo, desatendida por mi marido, follada por mi sobrino. Su polla era mi descanso y mi ansiedad, siempre pensando en ella. En la fuerza de sus embestidas.

Todavía en la cama en un estado de entresueño, recordando lo sucedido en las últimas horas, no sabía si había sido un sueño sucio en la que la protagonista no era más que una vulgar prostituta o era yo la que había vivido estas vejaciones. Ya despierta, el cuerpo me recuerda que fui yo la que recibió por primera vez un falo en sus orificios. Las piernas y espalda un poco entumecidas, y alguna molestia en la parte baja de mi cuerpo me recuerdan todo lo vivido.

Ahora miro la hora y para mi sorpresa veo que han pasado 2 horas del horario que habitualmente me levanto, mi sobrino político (mi primer y único hombre) ya se debe haber ido a su último día de conferencia y a mí me quedaban pocas horas para comprar los presentes para mis sobrinos nietos, mi sobrina de sangre y mi hermana menor (su madre).

Si ellas o cualquier otra persona de la familia (o de la parroquia o del barrio o de …) supieran lo que ha pasado en estas paredes; si supieran como fui iniciada sexualmente por Germán (el esposo de mi sobrina del sur), quien me inicio por sorpresa en un momento de debilidad y continuó haciéndome lamer su pene y tragar su semen…..y encima me introdujo su miembro el ano (nooo!! … no puede ser….en que me he convertido!!!) Este pensamiento me angustió al punto de sentir un escalofrío recorriendo mi cuerpo y una extraña sensación de repugnancia que me hizo doblar en la cama.

TÍA CON UN DUCHA Y LIMPIA ESPERANDO Y EXCITADA

Luego de una reparadora ducha, un desayuno y de arreglarme dignamente (con qué necesidad??) salí a realizar la compra de presentes de rigor, juguetitos para mis sobrinos y ropa para los demás. Mientras los elegía no podía dejar de sentir culpa por lo que había sucedido, culpa por la debilidad de mi carne -¿cómo había permitido que esto sucediera? ¿Cómo fue que no fui más fuerte para impedir esto? ¿cómo…?-

Como una autómata hice todas las compras, pensando en lo que le diría a Germán en cuanto lo vea. Me va a escuchar en cuanto lo vea en casa. Le voy a poner las cosas en su lugar. Quien se piensa mi sobrino que soy?….Pero acaso no disfruté todo lo sucedido?. Este último pensamiento se filtraba y me desconcertaba, porque la verdad es que disfruté.

Mientras caminaba pasé por el frente de varias parroquias. En todas tenía la necesidad de entrar y confesarme, pero el prejuicio y la vergüenza me lo impedían. Finalmente con la convicción de que estando lejos de mi zona y de que nadie me reconocería jamás (ni siquiera el párroco confesor), ingresé a una y buscando el confesionario me dirigí a confesar mi pecado: la lujuria.

Ya en casa, y con la conciencia limpia, me dispuse a ordenar mientras esperaba la llegada de mi sobrino para buscar los bolsos y finalmente partir raudamente hacia el aeropuerto. En mi mente repasaba todo lo que le iba a decir. No se iría sin saber lo que pienso. En eso estaba cuando sentí que la llave se introducía en la puerta, pero instintivamente corría un espejo para verme y arreglarme un poco la ropa (que estaba hacía arreglándome el pelo y la ropa?).

El entrar German me saludó con un beso en la mejilla, muy cerca del labio y posando su mano en mi cintura baja, rozó sus dedos por el elástico de mi ropa interior. Yo solo respondí el saludo, pero antes de que dijera algo, él ya estaba entrando a su habitación para prepararse para una ducha. Lo vi salir de la habitación y entrar al baño solo con su pantalón puesto, mientras me giñaba un ojo al cerrar la puerta. Yo petrificada, lo miré y se me borraron todos los discursos, solo pude volver a sentir en mi cuerpo sensación de tenerlo dentro – No puedo estar tan perdida!! Qué es lo que me pasaba?? Porque sentía ese extraño cosquilleo en mi interior??

Fueron incontables los minutos transcurridos mientras se bañaba, podía escuchar los ruidos que salían del baño y no podía dejar de pensar en él. Por un lado la mujer seria y religiosa que hay en mí pugnaba por esperarlo a la salida del baño para gritarle lo que merecía por su descaro y echarlo de mi casa; pero por otro lado, esta nueva mujer se movía en mi interior con el deseo de entrar y abalanzarse a sus brazos. Pero el tiempo es tirano y no hay nada que hacer, ya casi es la hora de que se retire para llegar a tiempo al aeropuerto.

En la cocina, mientras guardaba algunas de las cosas que había comprado y separaba los regalos para la familia, vi entrar a Germán con el torso desnudo, solo envuelto en el toallón, con el pelo aún mojado. Parado en el umbral de la puerta lo escucho decir:

– Me olvidé de contarte al entrar, pero hice un cambio en el vuelo. No salgo ahora en 45 minutos, sino que lo fijé para mañana a las 9 AM. Así que tenemos tiempo para nosotros

Mientras dejaba caer el toallón, dejando a la vista su miembro semierecto. El único que había vista en mis 52 años calenturientos, el único que había recorrido mi interior… con su cabeza sabresaliendo delante de su tronco venoso…..que solo podía abarcar con mis dos manos

Quedé atónita, petrificada sin saber que hacer ni decir. Finalmente fue él quien se acercó, me quitó lo que tenía en la mano, lo depositó en la mesa y me besó tiernamente. Yo solo me dejaba hacer sin poder dar crédito a lo que había escuchado. Había cambiado su vuelo para que sigamos fornicando como animales. Con que derecho hacía eso? Que se pensaba….que me entregaría tan fácilmente (nuevamente)?

No se en que momento lo hizo, pero cuando volví en sí, yo estaba abrasada a él, recorriendo su espalda con mis manos, besando sus labios y arqueando mi cuerpo para facilitarle la tarea aflojar mi blusa. Como podía ser tan… zorra? Cómo podía dejar que me trate así… como una hembra dispuesta a atender a su macho?

Se notaba la experiencia de German en esto, a los dos minutos ya me encontraba sin blusa ni corpiño y él se dedicaba con delicadeza a acariciar mis pechos, mientras me comía la boca… recorriendo con su lengua mis labios, para luego pasar a introducirla en lo mas profundo de mi ser. Yo no me quedaba atrás. No sé de donde me salía, pero de forma instintiva saboreaba cada uno de los lengüetazos que me daba.

ME SUCCIONABA LOS PEZONES Y ME PONÍA CACHONDA PERDIDA

En la mesa de la cocina (medio sentada en ella) me entregaba a los caprichos de la pasión. Mientras sus labios bajaban por mi cuello, por el lóbulo de mi oreja, por mis hombros (los cuales mordisqueaba con sus dientes y chuponeaba con sus labios, dejando pequeñas marquetas coloradas), hasta que llegaron a mis pechos. Sus labios succionaban ligeramente mis pezones, estirándolos, para luego soltarlos y recorrer la aureola con su lengua, dejándolos ligeramente húmedos…con la necesidad de ser nuevamente mamados. Que locura!! Qué sensación!!! Sentía un cosquelleo eléctrico por todo mi cuerpo… sentía como mi entrepierna se humedecía…como si me choreara algo por la vagina!!! El tiempo no pasaba. Solo era yo entregada a un hombre.

– Qué rica que estás, Carmén!!! Que deliciaaaaa!!!! – me susurraba mientras alternaba de una teta a la otra, relamiéndose el labio con lascivia. – Sos un manjar!!! – yo solo podía sentirme halagada y dispuesta a complacerlo en lo que pida.

Inconscientemente bajé una de mis manos para acariciar el miembro de Germán, el cual al tacto sentí palpitar como el rabo de un animal bravío. Solo por instinto lo comencé a masturbar lentamente, siguiendo el ritmo de sus besos, en eso estaba cuando sentí que mis manos se humedecían con el líquido preseminal que le salía.

Nuestros cuerpos se fundían en besos y caricias, pero eso era solo el inicio. Suavemente me fue recostando en la mesa y en un solo movimiento sincronizado me sacó la pollera (que en algún momento previo me había desabrochado) y la bombacha (que ya estaba pegoteada con los fluidos que se habían escapado de mi concha). Solo vestida con un par de zapatos y totalmente recostada en la mesa de la cocina, a las tres y medio de la tarde. Con las piernas abiertas y apoyadas me dispuse a disfrutar los besos y caricias que magistralmente me propiciaba, mordisqueando y estirando con sus labios mi clítoris, para luego bajar con su lengua hasta la entrada de mi orificio vaginal (¿casualmente? había lavado con dedicación un rato antes que volviese mi sobrino). Sus dedos recorrían cada pliegue de mi concha, introduciéndolos suavemente para sacarlos inundados con mis fluidos, los cuales a veces, esparcía por todos los rincones (incluyendo mi orificio anal) o los saboreaba (levantando la cabeza, mostrándome como se relamía); un par de veces los saco llenos de mis mocos pegajosos y me invitó a saborearme. Yo solo abrí la boca y lo dejé que me dé a probar mis propios fluidos espesos (en otro momento se hubiera asquedo… pero en ahora estaba perdida). No sé cuánto tiempo estuve de espaldas en la mesa, pero si debo confesar que casi me deshidraté de tantos fluidos que me salían en cada uno de los orgasmos que me provocaba. (Si alguien hubieran visto como me retorcía en esa mesa!!! Nadie me creería…pero ya no había vuelta atrás. Ya no soy la misma que hace 48 horas!!).

– Siiii!!!! Si!!!…ah!…ahhh!!…ahhhhhh!!!!!… siiiiiiiii mmmmmmmmm – era todo lo que salía de mis labios.

Lentamente me ayudó Germán a incorporarme (los años no llegaron solos para mí…menos después de tantas emociones). Con mi concha totalmente mojada, la entrepierna correada y mis piernas ligeramente entumecidas, tomados de las manos me dirigió hasta la sala de estar. Llegamos frente al sillón y girándome, solo con la mirada Germán me dio a entender lo que quería. Lentamente me senté, sintiendo la textura de la tela sobre mis nalgas, frente a él y como una experta profesional del sexo tomé entre mis manos su sexo y abriendo mi boca introduje su miembro hasta que este tocó mi campanilla, provocándome una involuntaria arcada (aún quedaba afuera una porción importante de su pene…pero no me rendiría. Debía comérmelo todo (debía? Quien me obligaba? Eran 52 años de instintos reprimidos). Mientras chupaba, lubricaba y saboreaba su miembro intentaba que con cada entrada mi boca se acostumbrara a permitir un penetración de mayor profundidad. Finalmente lo logré!!! Tras un esfuerzo consciente de relajación de mi garganta (y con todo mi deseo de complacencia) sentí en mis labios los vellos inguinales de mi macho (lo había logrado!!! Me estaba comiendo la totalidad de su falo erecto como lo haría cualquier prostituta. Así es como me siento… orgullosa).

Luego de una más que merecida felatio a mi sobrino, él retiro su miembro de mi boca, se agachó y tomándome del bruscamente del pelo acercó su rostro y me besó profundamente, dejando una importante cantidad de saliva dentro de mi boca (casi como si me escupiera adentro). Yo solo saboreé y trague. Luego se sentó con su miembro completamente erecto y me indicó que me siente sobre él. Por primera vez cabalgaría un macho y por primera vez me pregunté si estaría preparada para hacerlo (hasta ahora solo había recibido pasivamente lo que me había dado…ahora me tocaba a mí). Lentamente me fui acomodando hasta que su pija quedo en la entrada de mi concha. Con los brazos apoyados en la espaldar del sillón me fui sentando. Sintiendo como esa cabezota abría mis labios inferiores, luego estiraba ligeramente interiores hasta que finalmente pasaba y abrazaba el resto de su cuerpo venoso. Germán me sostenía desde la cadera, controlando la intensidad de la penetración. Con sus ojos clavados en los míos nos mirábamos si decir nada, hasta que con la mitad del miembro dentro mío no pude evitar emitir un gemido que me obligó a entrecerrar los ojos y hacer un gesto de molestia leve. Instintivamente frené e intenté ascender, pero sus manos me frenaron y apenas me hicieron girar la cadera con su miembro atorado en mi interior.

– Mggggg…. Suaaaave…ay!! –fueron los primeros sonidos que emití, mirándolo a los ojos.

DESEOSA DE SU POLLA PARA QUE ME LA METIERA HASTA EL FONDO

Haciendo fuerza hacia abajo, y pese a la ligera resistencia que puse, me forzó a continuar introduciendo su miembro. Contrario a cualquier temor inicial, el resto de su miembro entró cómodamente provocando la una especie de placentera apertura interna.

– Uuuuhhhhh!! Carmen… que pedazo de concha que tenés. Uhgg!!!! No podes estar así de buena. Decía mientras me introducía su estaca en lo mas profundo de mi ser, empujando lo que sería la base mi matriz. Siiiiii… cogete esta pija… es toda tuya.

– Hayyy papiiii…. Siiii… siii – como podía haberme perdido tanto tiempo esta sensación tan plancentera…

Olvidándome de todo comencé a subir y bajar enterrándome ese hermoso pedazo de carne que me llenaba y me provocaba tanto placer. En ascenso y descenso arqueba las caderas para aumentar el placer, mientras que Germán tomaba mis pechos y los devoraba mientras me dejaba imponer el ritmo de la cabalgata. Pasado un rato comencé a perder el control (hacía rato que lo había perdido y no quería reconocerlo) y solo me dejaba llevar por lo que dictaba el instinto carnal mas primitivo, el sexo.

– Te voy a llenar la concha de leche…te voy a llenar…siiiii….tomá perrrraaaa!!!!! Tomá

– Dame…dámela toda…..siiiii… dame…siii.

Absolutamente descontrolada cabalgaba, mientras él se las había ingeniado para tomarme con ambas manos desde mis nalgas y sin ninguna reserva había introducido uno de sus dedos (supongo que el mayor) en mi culo, provocando una sensación nunca antes vivida hasta ese momento (como todo lo vivido los últimos días); podía sentir como su dedo en mi ano empujaba la pared vaginal haciendo mas intensa la penetración.

– Tomaaaááá´… tomá yegua!!!! Tomá!!! – Eran palabras que en cualquier otro memento me hubieran provocado una ira incontrolable, pero en este momento solo me encendían y ¿enorgullecían?…si era eso lo que sentía: orgullo de poner así a mi macho!!!! Estaba totalmente perdida.

Juntos explotamos en un húmedo y sonoro orgasmo. Gritamos como dos salvajes (yo con mis dos orificios profundamente penetrados). Lentamente Germán retiro su dedo de mi entrada posterior, pero para nada su pija (que no perdía nada de potencia) en mi interior. Sentía mi concha llena de fluidos que no terminaban de escurrir por la presión que hacia la pija (como un tapón). Totalmente húmedos por la traspiración, con mis piernas nuevamente entumecidas por la posición y mientras volvía a tomar conciencia de tiempo y espacio observe con sobresalto sonde me encontraba: en la sala de mi departamento, desnuda y montada sobre el esposo de mi sobrina (llena de él, para ser exacta), a plena luz de día y con las cortinas de una de las ventanas ligeramente corridas. En ese momento nuevamente me invadió un sentimiento confuso de culpa y placer. No podía entender como había llegado a esto, yo, que me acababa de confesar. Fue en ese instante que observé hacia el pasillo y me horrorice. Frente a mis ojos (y mi cuerpo desnudo) se encontraba el pequeño altar religioso que tengo en casa, con las imágenes de santos y vírgenes a las que diariamente les rezo. Que horror…como podía ser tan puta…tan pecadora. Pero poco duro el horror. En ese momento nuevamente me sentí transportada a la lujuria. German (que nada sabía de lo que se debatia en mi interior) se comenzó a mover nuevamente, pidiéndome que me levante porque todavía faltaba lo mejor. Solo levante una de mis piernas para que el salga, pero antes de que pudiera terminar de incorporarme me puso una mano en la espalda, para que no me terminara de incorporar, a la vez que me estrujaba las nalgas y sin ningún reparo posaba sus dedos sobre mi anillo anal.

– Quedate en cuatro que vamos a seguir. Me decía mientras me mostraba la dureza de pija, que no había perdida nada de tamaño. Dale que ahora vamos por el camino de ripio..jajaj. a la vez que me pegaba una sonora, y extrañamente excitante, nalgada.

Pero algo de decencia había recobrado y poniéndome de pie, le dije:

– Continuemos en la pieza… acá no. Esa fue toda mi compostura. No cogería, conscientemente, delante de mi altarcito… pero en la habitación…que me reviente. Me lo merezco por puta.

En la cama, German me acomodó en travesada, boca arriba. Él con la pija como una lanza y yo llena de su leche, vestida solo con unos zapatos negros con un pequeño tacón. Tratándome como una cualquiera, me abrió las piernas y me las fue empujando hacia atrás, provocando que levante las caderas. En esa posición comenzó a rozar su miembro en mi concha (que desbordaba de fluidos). Contrario a toda mi expectativa, no tenía ninguna intención de penetrarme; por lo menos por ahí. Con total descaro dejo caer una generosa cantidad de saliva en mi ano, el cual frotaba con sus dedos haciendo presión para que humedecerlo. Yo ya adivinaba su intención, pero contrario a lo que pasó la noche anterior, esta vez yo era consciente (y a pesar de toda lógica, eso me generaba temor). Esta vez podía ver el tamaño de pija y no podía dejar de pensar que me podría lastimar (cosa que no sucedió la vez anterior). Como puede ser tan descarado de querer cogerme el culo….acaso no sabe que no es para eso. Quien se piensa que soy… una vulgar ramera? No hay lugar mas sucio… pero como podía evitarlo, si todo mi ser estaba sucio.

Una leve punzada me devolvió a la realidad. Me había colocado un almohadón debajo de las caderas y, sin que yo fuera totalmente consciente, había colocado mis manos de forma que me estiraba las nalgas, dejando totalmente visible mi culo. Mientras tanto con unas de sus manos me mantenía un de las piernas levantadas y con la otra tomaba su miembro desde la base, iniciando la tarea de vencer la resistencia natural que presentaban los músculos de mi asterisco.

– Flojita Carmen…flojita que ya lo conocés…. Vamos que tengo muchas ganas de reventar este culito hermoso que tenés. Esta vez yo sentía la presión pero no podía controlar la apertura (o mejor dicho la cerradura).

En algunos de los punteos, sentí como parte de la cabeza se abría paso.

– Mmmmmgggg … ha..ha…ha… duele…duele. Como si me quemara a su paso. Esto mismo no lo había sentido la vez pasada… claro ingresó sin invitación.

– Vaaaamos Carmen… si no te la bancás te la saco. Dijo retrocediendo unos milímetros. Pero fue eso lo que necesitaba escuchar para sentirme desafiada y tomar el valor para terminar de recibir lo que faltaba.

En ese momento lo mire directamente a los ojos y eso le bastó para enternder que estaba dispuesta a entregarme. Sin mas que decir y sosteniendo la mirada comenzó nuevamente a moverse hacia adentro, retrocediendo unos milímetros cada vez que yo hacía un gesto de molestia. Finalmente sentí su ingle tocar mi vulva. Y ahí supe que por fin la tenía toda adentro.

– Que pedazo de ojete hermoso que tenés!!!!! Lo sentís? Lo sentís?

– Siiiiii!!!!!!! Fue como si algo explorara en lo más profundo de mi ser y a partir de allí me desmadré. Si que la siento….. si la siento… me llena toda …. Siiiiii

De ahí en mas solo fue una cogida salvaje. Entraba y salía de mi culo como si fuera una funda. No podía entender como era que me gustaba tanto ser cogida por el lugar mas sucio de mi cuerpo. Por momentos me sacaba la pija completamente para nuevamente enterrarla con violencia. Lo que me provocaba un placentero dolor que involuntariamente me hacía pedirle más. Cansados de la posición, nos pusimos de costado y el desde atrás me agarro fuertemente desde las caderas y continuó con la tarea de taladrar mi culo. Yo simplemente levante un poco una de mis piernas ayudada por mano y me movía como queriendo que en cada penetración saliera su pija por mi vientre. Finalmente llegó el estallido de semen en mi interior, a la vez que nuevamente sentía fluir por mi entrepierna los efluvios de mi orgasmo.

– Que hija de puta……que pedazo de culo que tenés….te mereces toda la leche que te estoy dejando. Debo confesar que contrario a cualquier lógica…me sentí alagada.

No se cuánto tiempo pasó, pero supongo que producto del cansancio y de la sobreexitación, de a poco se fue apagando la luz…hasta lo que supongo fue un profundo sueño, aún con su pija clavada en mi culo.

Lentamente volvía a la conciencia, mientras sentía que algo se movía en mi interior y unos labios humedecían el lóbulo de mi oreja… no había sido un sueño. Me encontraba acostada de lado, mirando a la ventana que ya no dejaba entrar la luz del día, con la entrepierna pegajosa y un extraño cuerpo penetrando mis entrañas. Lo último que recordaba era la gloriosa pija de German clavada en mi trasero y de lo primero que volvía a ser consciente era: lo mismo?. No termino de entender si me dormí todo el tiempo penetrada analmente o si lo que me despertó fue una nueva penetración. Lo cierto es que ya había anochecido y me encontraba nuevamente invadida. La pija de German estaba semiflácida en crecimiento, sostenida por la resistencia que proponía a estrechez de mi culo. Al intentar cambiar de posición, unas inevitables ganas de ir de cuerpo me hicieron que bruscamente me levante y casi corriendo me dirigiera al baño a defecar una mezcla de semen y mierda, acompañada de gases. Al terminar, mientras me limpiaba noté la apertura de mi orificio: prácticamente me podía introducir un dedo sin que rozara.

Se abrió la puerta, y sin decirme nada, German entró a la ducha. Yo salí, preparé la cena y la compartimos en silencio mientras mirábamos la tele.

Esa noche, con la luz apagada volvimos a coger, pero esta vez fue como si hiciéramos el amor. Lo hicimos besándonos tiernamente bajo las sábanas. Hasta que finalmente nos dormimos juntos. Por primera vez un hombre compartía mi cama.

Al amanecer, mientras mi sobrino ultimaba los detalles para partir, yo preparaba el desayuno en la cocina; solo vestía un camisón (sin nada abajo) y unas pantuflas. En eso se acerca desde atrás y me comienza a besar el cuello y a sobar las tetas. Giro para besarlo y casi sin respiro me levanta hasta sentarme en la mesada a la vez que sube mi camisón hasta la cintura, se desbrocha y baja el pantalón, dejando expuesto su miembro erecto. Antes de que pueda reaccionar, escupe en su mano y frota sus fluidos en la cabeza de su pene, y sin mediar ninguna palabra comienza a penetrarme casi en seco. Fue un mete y saca furioso, rápido. Yo no podía evitar reaccionar a sus envestidas, gimiendo y abrazándome a él. Finalmente acabó. Me dio un profundo beso, mientras sacaba su miembro. Con una servilleta rápidamente se lo limpió, se acomodó, tomó sus bolsos y partió.

Todavía sentada sobre la mesa, con mi camisón arrollado y mi sexo al aire, llena de semen me quedé nuevamente sola…igual que hace 30 años frente al altar.

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