Mi hija de 22 años

Soy un hombre viudo de 53 años. Les contaré como comencé en el incesto con mi hija de 21 años.

Era una noche calida y tórrida de verano, mi hija había venido a visitarme aprovechando sus vacaciones y se quedaria conmigo un par de semanas. Una noche me levanté acalorado y fui a la cocina por un vaso de agua. Al volver a mi habitacion escuché un sonido que venia de la habitacion de ella, me acerqué un poco curioso y al prestar atención noté que eran gemidos. Me quedé ahi escuchando, para mi sorpresa la verga se me puso durisima. Probé suerte con el picaporte, lo giré despacio y al ver que estaba sin llave entreabrí la puerta. Mi hija estaba desnuda en su cama, pude ver sus senos desarrollados, y me parece excitados, con las piernas abiertas metiendose los dedos en su vaginita como loca, de inmediato noté su piel sudada y sus tetas grandes con los pezones muy duros. Ella estaba muy concentrada, con los ojos cerrados y no notaba mi presencia. Dió un gemido enorme sin parar de masturbarse hasta derramarse en sus dedos. Suspiró satisfecha al llegar y abrió los ojos. Me vió y quedo pálida, primero al notar que su padre la vio masturbandose, y segundo al darse cuenta que tenia la verga erecta y tambien yo me estaba masturbando mirándola.

Se cubrió con la sabana pero no dejó de mirarme la verga. Sin pensar en nada entré en su habitacion y cerré la puerta. Ella me miraba confundida. Me acerqué y le quité la sábana. Me lancé sobre ella. Mi hija trató de resistirse pero la sujeté muy firme, me dijo con voz temblorosa:

-Papá, que haces… esto no está bien.

-Tranquila hija, no pienses, ha sido sin querer, no he podido evitarlo…

Comencé a tocarla y noté que ella reaccionaba. Manoseaba sus tetas, bajé una mano a su vagina y le meti mis dedos, bajé por su cuerpo y me acomodé con la cabeza entre sus piernas, comencé a lamerle la vagina, probando los deliciosos juguitos de mi hija. Se la chupé con ansia, jugué con su clitoris hasta hacerla perder el control, se derramó en mi boca.

Entonces ella me dijo algo que no me esperaba, aunque lo deseaba, me miró llena de deseo.

-Acuestate papá…
Me acosté en la cama y sorprendido vi que mi hija me montaba. Tomó mi verga y la llevó a ella, metiéndosela en su estrecha vaginita muy despacio. Comenzó a cabalgarme como loca, saltando. Yo manoseaba sus tetas, grandes y jóvenes, nuestros gemidos de placer y lujuria se fundian. Mi hija no paraba, seguimos follando a ese ritmo hasta que ella llegó de nuevo. Me siguió montando mas lento esperando que yo acabe. Le avise en un gemido que iba a llegar, ella se bajó y me chupó la verga hasta que le llené la boquita de mi semen. Me miró sonriendo.

Y esa fue la primera solamente…