Magia y Placer – Cuentos Cachondos

Soy Vany de Argentina, 1,55 morocha, de curvas pronunciadas, aunque mi pecho es lo más llamativo, todos deliran por mi cola. Atravesaba un momento difícil personal y familiar, parecía que mi suerte no cambiaba, había roto con mi novio, deambulaba entre mi trabajo y mi casa. Mis compañeras me habían notado muy mal, hasta que una me recomendó visitar un brujo, que para mi suerte vivía cerca de mi casa. Una tarde volvía de mi trabajo y decidí seguir su recomendación y pasar. Al llegar no había nadie esperando así que me anuncie y espere, después de un rato salió un hombre mayor y me indico que pasara, lugar normal, muchas velas aromáticas, un escritorio, dos sillas y un equipo de música. Me tiro las cartas que ni recuerdo lo que me dijo, luego se levantó, se dirigió al equipo de música y puso música relajante, me invito a parar, tomo mis hombros y me hizo una masaje espectacular, tocaba cada fibra de mi cuello y se desvanecía en sus manos. Luego se acercó a mi oído y me susurro que me dejara llevar, sus manos se apoderaron de mis pechos, su boca devoraba mi cuello, sentí su bulto latir en mi cola. Algo exploto en mi, solo se que en un abrir y cerrar de ojos, estaba desnuda, recostada en la alfombra mullida y con ese hombre acariciando mis muslos. Su boca rozo mi vagina y comencé a temblar de placer, nunca nadie había atendido también a mi conchita, me retorcía y aullaba de placer. Nunca pensé que una boca me hiciera gozar tanto.
Mis orgasmos me dejaron tiritando, el se desnudó se recostó y me hizo subir arriba. Allí comencé a cabalgar como amazona enfurecida, su pelvis hacia un trabajo maravilloso, sus manos amasaban mis pechos con maestría. Me bajaba para devorarlos con pasión a mordiscos, luego giramos quedando el sobre mí. Comenzó su vaivén lento, pausado como haciéndome desear, aunque cada embestida me hacía sentir que tocaba mis entrañas. Fue un momento interminable, aceleraba y frenaba a placer, otra vez perdí la cuenta de los orgasmos. Se levantó  y apuntándome ,descargo todo su semen en mi cuerpo salpicando mi abdomen y mis tetas, y allí quede unos momentos hasta que volví  a tomar conciencia. Me trajo una toalla para limpiarme, me ayudo a vestir con ternura, me acompaño a la puerta de salida, antes se acercó a mi oído y me dijo-Esto es lo que necesitabas- beso mi mejilla y me fui. Al llegar a mi casa me metí en la bañadera, la sensación era rara, a tal punto que tuve que masturbarme recordándolo. Y esa sensación me llevo a volver  verle, pero es otra historia.