Lo que haría con maduras lenceria

Admitámoslo en muchos casos la primera relación sexual con maduras lenceria, vecinas o profesoeras, que tiene un hombre es en sus sueños, en su mente . . . que si sabe expandirse produce efectos en nuestra parte intima y nos hace despertar de la incomodidad.

Aquí mi mente se obsesionó con una compañera del curso de francés que estudiaba en una facultad de química; las primeras veces la veía en las escaleras o pasillos. no sabía su nombre así que le decía La risueña y que por fortuna tiempo después nos tocó juntos en un nivel, y supe entonces que se llamaba Mar.

No soy un tipo tímido pero tampoco soy de eso psicopatoseductores, así mantenía una relación cordial y de compañerismo con Mar hasta que un martes me arme de valor y con una sonrisa en la cara la invité a comer un helado. Yo pedí de coco y ella napolitano.

Durante la platica no podía resistirme de admirar su belleza, su cabello castaño, largo y lacio, unos ojos que regalaban vida, y porque no, también su piernas de volleyball. La pasamos muy bien tomándonos el helado y platicando hasta que nos despedimos, la salude de la mano y e di su beso de despedida, pero al acercar mi cara de forma lateral hacia ella note como ligeramente ella giro su rostro y termino dándome un ligero «beso de despedida» a un centímetro de mi boca , , , lo demás sucedió esa noche en mis sueños.

Maduras lenceria mis fantasias más pornográficas

Ella era una chica que venia de otro estado a estudiar aquí y rentaba una habitación cerca del campus. Me comentaba que el closet que tenia estaba destartalándose y yo con gusto me ofrecí a reforzarlo. Asi con mis escasas herramientas y un poco de madera toque su timbre, me abrió y pasé a su habitación donde me indicó como se estaban aflojando los entre-paños y esos detalles. Le indiqué como podía reforzarlos y comencé a trabajar. Mar me indico que tenia que estudiar y que estaría en la sala haciendo sus tareas por lo que me quedé solo en su habitación.

Mientras cortaba una table o ponía tornillos observaba como era su habitación, los adornos que tenía, los posters en las paredes y esas cosas; de repente al mirar una silla al lado de su cama vi que tenia una bata de laboratorio dobla, pero por abajo se asomaba un trozo de tela color limón, se veía como tela de red, y pensé que tal ves era una de sus prendas íntimas. Eso inmediatamente me prendió, no pude resistir la tentación le levanté la bata, ¡no lo podía creer! , había un bikini de encaje, y un corpiño. Al parecer era ropa sucia pues el corpiño de maduras lenceria tenia una sombra blanco de desodorante. Tomé el bikini y lo extendí, era como si estuviera acariciando las caderas de Mar, me lo acerqué al rostro y percibí un olor, ese olor que tiene el aceite de las mujeres cuando tienen sed de pasión.

Yo estaba tan embobado por la situación de esta joven, aunque la veía como la madura lenceria de mis sueños. Además, no me di cuenta que Mar entró a la habitación, me asusté y dejé su bikini sobre la silla y puse encima la bata. No tenía oportunidad de defenderme ni de cambiar el tema, ella me vio como tenía su bikini en las manos; con un silencio de unos 15 segundos yo tenía mi cara de baboso y de apenado.

Por eso, en tanto que ella se mostraba con una mirada entre vengativa y enojada. Yo no sabia que hacer cuando ella me gritó: – por que oliste mi ropa interior , ¿que te sucede? -. No tuve alternativa, baje la mirada y le dije: -disculpame por favor, se lo que viste y no lo niego, sé que estuvo mal y que invadí tu privacidad pero enserio no quiero que te sientas violentada en tu dignidad de mujer ni que te sientas en peligro, nada de eso. Es solo que eres tan bella que me sentí atraído por tu ropa interior. Acepto lo que hice y si estas enfada conmigo lo comprendo perfectamente- .

Seducción y acercamiento excitante entre nosotros

A eso le siguió otro silencio, uno más corto, terminado por un » esta bien no te preocupes, no pienso que seas un violador ni un enfermo ni nada de eso, pero para la próxima vez pídeme permiso . . . tal vez te pueda ayudar «, y con una sonrisa inocente en el rostro. Me quede sin palabras, pero tome agallas y le indiqué a Mar que me gustaba mucho, que me parecía la mujer más bella del continente.

De este modo, ella reaccionó de forma impulsiva y me tomo de la mano, -qué lindo eres- afirmó con una voz seductora. Para entonces yo ya había captado el juego, sin mediar palabra levante lentamente mi mano hacia su mejilla y la acaricié lentamente hasta el mentón, y con una voz muy suave le dije: «acércate, permíteme sentir tu piel». La abrasé y le di un beso lento, profundo, y duradero. Justo en ese momento supe que Mar se entregaría a mi.

Hice a un lado la ropa que estaba sobre aquella silla y me senté, ella de pie sentía como mis manos se metían ascendentemente entre su blusa. Podía sentir su pulso a través de su piel; deslizaba mis manos por su espalda y su cintura, sentir su piel, era como acariciar el terciopelo de un durazno. Entonces con un poco más de presión pegue mis manos a sus caderas y jalé hacia abajo para descubrir sus piernas, su vientre de maduras lenceria, sus glúteos.

Podía percibir su aroma, un aroma que penetra sigilosamente por la nariz y sube poco a poco a la frente, hasta que llega al cerebro y me hace perder la cabeza. Le quite el pantalón y demás para después tenderla en la cama, y besar sus piernas, esas piernas firmes, atléticas pero delicadas, piernas de mujer. . . piernas que no demoré en acariciar desde los tobillos hasta la cintura, presionar ligeramente con ambas manos cada uno de sus muslos.

Su mirada pícara me provocó una erección

Ella ahí acostada sin decir nada, tan solo hablándome con la mirada nos convertía en cómplices. Besaba sus rodillas y sus muslos mientras mis manos acariciaban su abdomen y su cintura, subiendo más mi boca llego a la fruta de sus piernas, presiono levemente mis labios contra ella, y percibo un aceite cálido y delgado que me daba a entender que ella tenía sed de mi.

Ahora siento dolor en mi falo, lo siento duro y me incomoda, es entonces cuando despierto y me doy cuenta que todo fue un sueño, una estafa de mi mente que no pudo concretarse. Mi madura lenceria o joven empedernida, era toda una ilusión. Son ilusiones, qué más me da.