En su portada de hace ya más cuarenta años, en los 70, la revista Climax anunciaba un binomio muy particular: ligar en la discoteca y las pajilleras. Algo que ha resultado ser profético y predictivo; en este siglo XXI, la afirmación es todavía más contundente, en este año 2019 presente.
Pajilleras, una palabra en desuso y eclipsada por la más fuerte todavía: pajilleros. El hombre puesto en el antesala del sexo, y en la lista de espera de una buena ramera. Pero las mujeres también se hacen pajas. Si no que se lo pregunten a nuestras universitarias jóvenes, temerarias y calentitas Irene y Raquel. Ávidas de nuevas experiencias e insaciables de masturbaciones a discreción. Relato universitarias XXX.
Revista climax y ligar en la discoteca
Ligar en la discoteca ha pasado a un plano segundo, o un segundo plano, aunque aún es posible tal hazaña. Las nuevas tecnologías, Internet, las páginas de citas, los chats online, provocan que las chicas ya tengan asegurado el menú del día; ellas van a pasarlo bien por la noche, a divertirse con las amigas; y es en su móvil, donde tienen la carta de pollas en lista de espera. Amontonadas en su página de contactos preferida. Van a pasarlo bien y escuchar música, tomar, no tan necesitadas, y menos ansiosas. Relajadas con su cubata en la mano y el reguetón que las mueve hasta el ano.
Pajilleras en su casa, acompañadas de fotos de mujeres desnudas, de hombres en pelotas, de lo que sea. El sexo lo abarca todo, así que la revista Climax ya lo profetizó, lo predijo y vaticinó en el siglo pasado: pajilleras y qué dificil es ligar en la discoteca. Pero qué fácil con el móvil en la chaqueta.
La paja femenina, un mundo desconocido todavía, dejado de lado, pero mucho más profundo, que la “manola masculina”. Con mangos de peines, con penes, con plátanos, con dildos y a lo loco, con vibradores, bocas de botella, con el agua a presión del “telefonillo la ducha”, con todo ello, se logran los orgasmos femeninos increíbles, solitarios y perseguidos.
Pajilleras y sus contactos en páginas de citas
Más de una mujer ha tenido que ir a urgencias, a que le saquen la botella del coño, por el efecto tampón y ventosa, del aire comprimido. El sexo se extiende, el deseo emerge y con ello, nuevas redes neuronales sexuales se crean y se expanden; e inclinan a muchas mujeres a saborear su mismo sexo, el de mujeres.
Lesbianismo y lesbianas vintage, es decir, en épocas pasadas ya hacían de las suyas. Tetonas en blanco y negro, guasonas y risueñas se lo pasaban mejor entre ellas, que con tíos salidos sin más propósito que metérsela. Maduras buscando maduras. Pepes peludos buscando coños gordos. Y jovencitas buscando abuelitas.
La revista Climax también menciona la seducción a profesores, “cómo seduje a mi profesor”, un tema tan repetido como real. Jovencitas universitarias o no universitarias, de enseñanza secundaria, de instituto, que buscan al profesor como hembra en celo, como cabra persigue al macho cabrío; por conseguir algo idealizado al alcance de la mano. Por no decir boca. Docentes flojos y oportunistas que se aprovechan de tetonas calientes e indecentes. Jovencitas descaradas en busca de la fama entre sus cercanos amigos de pupitre. “Me he follado al profesor”. Contaba ella un día. Mamadas y felaciones entre la guarra de clase y el profesor baboso. Rompiendo la ética tácita reconocida, la línea moral que nunca se tiene que atravesar, pues se trasgrede. La golfa se hace mujer y el profesor un rastrero sin dinero.
¿Cómo seduje al profesor?, muy fácil: con dos buenas tetas y un mamón. No tiene mérito.
Y para otro día: el Testimonio de una noche de bodas, otro tema para dar de comer aparte. Que va junto.