La Panadera de Santa Eulalia

Era un noche de Septiembre de 1999, habiamos quedado para celebrar el cumpleaños de una amiga y nos fuimos a un bar a beber. Más adelante nos dirigiamos a las carpas de Torre Melina cuando gran parte del grupo decidió que antes debian ir a Carpe Diem a pillar unso cubatas.
Yo y otros tres amigos fuimos directos a Torre Melina porque habia quedado con gente allí. Una vez dentro, vimos en la carpa cubierta un grupo de tres chicas que estaban bastanet bien y ademas estaban solas. Tras una pequeña charla entre nosotros, pasamos al ataque y se als presente a mis amigos. Allí empezó una conversación entre nosotros de lo que yo saque las siguientes conclusiones:
1)- La chica de los pantalones blancos que transparentan un bonito tanga y un culito perfecto me mola.
2)- Se llama Emi.
3)- Tiene 20 años, uno mas que yo.
4)- Es panadera en Santa Eulalia (Hospitalet)
5)- Vive sola.
6)- Tiene un polvazo…….
Tras varias canciones y ver como otros grupos de chicos se acercaban a ellas intentando ligarselas, mi orgullo de hombre se despertó. No iba a dejar que esa preciosidad jugase a tontear con todos sin comerme mi trozo de pastel. Y mi trozo de pastel era toda la tarta. Así que me lancé a la declaración de intenciones. “Emi, me gustas, pero si tu no estas interesada en mí, dimelo ahora porque no me va este rollo…” A lo que ella contestó que ahora mismo queria bailar, pero que más entrada la noche no sabia qué iba a querer y se fue al baño con sus amigas dejandome en los labios el sabor de un beso robado. Cuando tras ¡¡20 minutos!! regresó, la lleve aparte para hablar con mas calma y sin la música y la conversación derivó hacia un “Emi, ¿te gusto?” seguido de su complaciente respuesta “Me atraes. Pero no quiero nada serio.”
Volvimos con los demás y seguimos bailando, aunque ahora nuestras miradas se cruzaban cada vez más y podía ver la picardía en el brillo de sus ojos. Ya casi al final de la noche, cuando empezaban a cerrar la discoteca, me abrazó y empezó a besarme. Salimos fuera con sus dos amigas y no se lo que pasó, que estuvimos mucho rato en la puerta de Torre Melina. La verdad es que no se lo que pasó porque mientras tanto, Emi y yo nos dejabamos llevar por la pasion que desataban nuestros besos. Con un suspiro me dijo que si seguia así me tendría que encerrar en su habitación. Le pregunté si era una amenaza o una promesa y me contestó que si yo queria podia ser una promesa. Evidentemente, dije el “Si, quiero” más sincero de mi vida. Mientras le decía lo que le iba a hacer si tenia un pote de nata montada en casa, nos separamos un poco y nos apollamos detras de un coche, donde sus manos, ocultas a la vista de todos, empezaron a acariciarme la entrepierna y luegos se deslizaron por dentro de mis pantalones para masturbarme. Yo pasé mis manos bajo su camiseta y empecé a acariciarle los pezones que hacia rato que se le habian puesto duros.
Aqui doy un salto en el tiempo, porque es cuando aparecen sus amigas vamos a casa en taxi.
Antes de entrar en casa me dice que no haga ruido, que esta su hermano durmiendo en la habitación de al lado, que ha venido una semana de visita. Me lleva directa a su cuarto y me sienta en una cama de matrimonio. Se quita los zapatos y yo le bajo los pantalones y el tanga que ya estaba empapado. Vestida solo con la camiseta, me empuja sobre la cama y me desabrocha la camisa. Empieza a lamerme el pecho y va bajando.
Tras forcejear con mi cinturón, consigue sacarme los pantalones y empieza a chuparmela, ¡Diox, que boca! La mejor mamada de mi vida (hasta ese momento, luego las hubo de mejores). Me miro con cara de lascivia y se sentó sobre mi estomago, levantó un poco el pubis para que la penetrara y entonces me deslicé hacia abajo y empecé a lamerle el clítoris. Notaba como se deshacía de placer bajo mis caricias. Cuando noté que estaba muy caliente, volví a subir, le quité la camiseta y la penetré. Ella botaba sobre mí como si cabalgase sobre un potro salvaje, se movia alante y atras, a un lado y a otro. Al poco rato alcanzó el orgasmo. Giramos sobre nosotros mismos hasta que la puse debajo y seguí penetrandola. Sus piernas se cerraron sobre mi cintura, estaba atrapado, no me dejaria escapar aunque no tenia muchas intenciones de hacerlo. Noté que la presa aflojaba, me sacó la polla de su interior y se dio la vuelta, se puso a cuatro patas y se abrió el coño con la mano. Me puse en posición y la volví a penetrar hasta que se corrió por segunda vez. Entonces se oyó un portazo. Su hermano se habia ido. Al parecer, el ruido de la cama golpeando contra la pared, los muelles del somier y los gemidos de Emi diciendo “Me vas a matar, me vas a matar” cada vez que le llegaba al fondo, no le dejaban dormir.
Me tumbé boca abajo y empezó a hacerme un masaje. Me dijo que me estaba durmiendo y yo le dije que sabia que hacer para mantenerme despierto. Me giré sobre mi mismo y la volvi a penetrar estando ella sentada. Esta vez seguimos en esta posición hasta que salí de dentro suyo para correrme sobre sus muslos. Fue a buscar una toalla para limpiarnos y se tumbó boca abajo, cansada. Al verla así, tan sensual, volví a excitarme, le separé las piernas y empecé a introducirle mis dedos por la vagina, inspeccionandola a fondo, recorriendo todos sus rincones en busca de su placer. Entonces se volvió a incorporar apoyando las manos en la pared y se la volví a meter. Ella alcanzó su tercer orgasmo entre gemidos cada vez más fuertes. Luego nos tumbamos y me siguió masturbando y lamiendomela a ratos.
Yo le dije que habian sido los mejores polvos de mi vida y que si algun día quería repetir, que no dudase en llamarme. “Pero yo no puedo repetir siempre que quiera” “¿Y eso?” “Es que tambien está mi novio y……” A partir de allí no pasó nada más, retozamos un rato en la cama, me vestí y me fui a casa. Eran casi las 9:00 de la mañana.
Dos dias despues, saliendo de la universidad, vi ese culo con ese tanga 5 metros por delante mio. Inconfundible. Me fijé y efectivamente era ella. Iba cogida de la mano del novio, y estaba intentando darle explicaciones de porqué tenia un chupetón en el cuello ante la aparente reticencia de su pareja a creer las mentiras que le contaba (porque ella sabe la verdad, yo se la verdad, y seguro que no es lo que le estaba contando).